Por ejemplo, conducir tiene su riesgo, y por eso la industria automotriz encabeza el desarrollo de tecnologías de seguridad como los cinturones y los airbags, que además son medidas que se han adoptado en las legislaciones de seguridad vial para reducir los riesgos en accidentes de tránsito.
A medida que avanza la innovación, se desarrollan mejores productos para diferentes usos y ámbitos de nuestras vidas, como los carros eléctricos, que reducen las emisiones de gases contaminantes. Lo mismo pasa con el tabaco, hoy la investigación científica y la innovación han permitido contar con alternativas que reducen la emisión de químicos nocivos, en comparación con los cigarrillos.
A pesar de que son conocidos los daños asociados a fumar, en el mundo hay más de mil millones de personas que continúan consumiendo cigarrillos. Y aunque algunas han logrado dejar exitosamente este hábito, muchas otras lo mantienen. Es por esto que se necesita un enfoque combinado que incluya fortalecer las políticas para prevenir la iniciación y fomentar la cesación, y al tiempo ofrecer alternativas científicamente comprobadas. Por ejemplo, las alternativas sin humo, que no están exentas de riesgos ya que suministran nicotina, la cual es adictiva, representan una opción para los adultos que, a pesar de conocer todos los riesgos, siguen fumando.
La diferencia más importante es que los productos sin humo científicamente probados no generan combustión, un proceso que es el responsable de los altos niveles de compuestos nocivos que se encuentran en el humo de los cigarrillos y que se asocian a las enfermedades relacionadas con el tabaquismo.
La mejor opción para cualquier fumador es dejar el tabaco y la nicotina por completo, sin embargo, la realidad es que muchos no lo hacen. En un mundo ideal, nadie debería fumar. No obstante, si a los fumadores se les ofrece una alternativa es probable que eso tenga un efecto importante, logrando que los cigarrillos sean eliminados completamente en algún punto.
Para ello, es clave que estas alternativas sean científicamente respaldadas y cumplan con lo establecido por los estándares regulatorios de cada país. Igualmente, que los usuarios puedan acceder a la información completa y verificada para tomar la decisión que consideren. Finalmente, estos productos no deben ser comercializados a menores de edad o personas no fumadoras, pues se estaría generando un efecto diferente al que se quiere lograr, en términos de reducir la tasa de tabaquismo en el mundo.
En ese sentido, se debe continuar con los esfuerzos para desincentivar que las personas empiecen con el hábito de fumar y fomentar el abandono de quienes ya lo hacen. Con el estímulo normativo adecuado y el apoyo de la sociedad civil, se puede ir más lejos en la lucha contra el impacto del tabaquismo en la salud pública.
*Contenido elaborado con apoyo de Coltabaco