Entender que la comunicación, vista como disciplina, ofrece las herramientas necesarias para construir los espacios de diálogo que tanto necesita la sociedad, es una de las reflexiones que plantea la Universidad del Norte, institución superior que se dio a la tarea de promover instrumentos comunicativos para la construcción de ciudadanía, a través de su Maestría en Comunicación. Se trata de fomentar la comunicación en los espacios en los que hoy está ausente, con el objetivo de formar seres humanos capaces de investigar y gestionar procesos comunicativos en cualquier ámbito -ya sea público o privado- y en los cuales se requiera facilitar el diálogo entre actores con visiones diversas. Y es que, actualmente, la sociedad está obligada a convivir con la diversidad y en este sentido la comunicación se convierte en un actor fundamental en el que el lenguaje es clave a la hora de expresar las diferencias. Frente al tema, la coordinadora de la Maestría en Comunicación de la Universidad del Norte, Pamela Flores, explica que es fácil decir que se acepta la diversidad, pero que en la práctica esto contempla infinidad de problemas, por lo cual la comunicación se debe ver como una disciplina que ofrece las herramientas necesarias para la construcción de espacios no solo de concertación, sino de debate civilizado en pro de la diversidad e inclusión. Aclara que este aprendizaje comunicacional va más allá del medio a través del cual las personas se comunican y que no es exclusivo para comunicadores, sino que también otros profesionales como psicólogos, diseñadores, historiadores, geógrafos, arquitectos y abogados, por nombrar solo algunas disciplinas, han cursado la maestría para fortalecer los procesos de comunicación que desarrollan desde sus saberes y prácticas. Ponerse en los zapatos del otro Los nuevos procesos de comunicación que promueve la Universidad del Norte, a través de la Maestría en Comunicación, implican el desarrollo de una capacidad fundamental que es aprender a leer los contextos. Esto, según Flores, porque hay que aprender a descentrarse de sí mismo para encontrar al otro. “Es un ejercicio difícil, pero necesario. Es lo que comúnmente se llama ponerse en los zapatos del otro, lo cual no es fácil porque los zapatos del otro casi nunca son cómodos para uno”. Es así como a través de distintas experiencias pedagógicas, la maestría obliga al estudiante a acercarse a contextos diversos para entender que hay muchas formas de ver el mundo y vivirlo y que para construir diálogo hay que encontrar pequeños espacios comunes en medio de la diversidad. Dentro de todo esto, los estudios de comunicación tienen hoy una nueva tarea y es mirar cómo desde los procesos comunicativos se puede construir una sociedad más equitativa en la que se incorpore a los grupos marginados, se construyan relaciones más equilibradas entre el estado y el ciudadano y se asuma la diversidad, propia de cualquier sociedad, como riqueza, no como problema. En este sentido, sostiene Flores, se necesitan comunicadores capacitados para crear el escenario adecuado en donde sea posible la interacción. “En el caso específico colombiano, la tarea más urgente que tenemos es la construcción de una paz duradera, lo que significa cambiar nuestros modelos de comunicación vertical y homogeneizante por modelos horizontales que posibiliten diálogos entre las culturas, razas, géneros, generaciones y, por supuesto, entre el estado y los diversos ciudadanos”. Así las cosas, los comunicadores tienen la potestad de construir escenarios de diálogo y debate en donde los acuerdos y desacuerdos se expresen con autonomía y respeto a la diferencia. Por tanto, el desarrollo de las competencias para generar estos espacios tiene que ser la tarea fundamental de la formación en comunicación.