Para Hortencia Peña los últimos siete años de su vida han sido una montaña rusa, con más bajadas que subidas. Acostumbrada a ser una mujer activa, pues practicó el baloncesto por más de dos décadas, alegre, trabajadora y con mucha energía, un día, después de visitar al médico para indagar por un dolor constante que tenía y que no se le iba con nada, le dieron un diagnóstico que le apagó la luz: “Tiene fibromialgia y la recomendación es que se quede quieta”.

Tenía 50 años y al salir de la clínica se sentía desorientada, con miedo y ese dolor terrible que ya no era solo en el cuerpo. Asustada, llamó a su hija para desahogarse. La respuesta que recibió fue mejor que el dictamen médico: “Mami, usted es una mujer muy valiente. No se va a sentar y no nos vamos a dejar. Ese dolor lo superamos juntas”.

Como Hortencia, millones de personas en Colombia y el mundo sufren de dolor crónico asociado a enfermedades como la fibromialgia, la artritis o la artrosis, que incapacitan y alteran por completo la cotidianidad. Vivir con dolor es una condición compleja, advirtió María Patricia González Obregón, anestesióloga, coordinadora del Programa de Dolor y Cuidado Paliativo de la Universidad CES de Medellín, quien además es una de las fundadoras del Instituto Colombiano del Dolor (Incodol).

Con la experiencia y el conocimiento que ha acumulado en años de ejercicio médico, González Obregón afirmó que la prevalencia del dolor es la tercera causa de enfermedad en el mundo y una de las primeras causas de ausentismo laboral, que en muchos casos lleva a una discapacidad severa. Aunque en Colombia no hay muchos estudios de prevalencia del dolor, es una condición médica que va en aumento.

Según la encuesta realizada por la Asociación Colombiana para el Estudio del Dolor, en 2015, de las 1.820 personas consultadas el 59 por ciento dijo que había sentido algún tipo de dolor físico, especialmente en la cabeza, la espalda, las piernas, los brazos y el cuerpo. “El dolor es una enfermedad, no es un tema de hipocondriacos ni de la mente. Es una realidad que padecen muchos”, reiteró González Obregón.

Así es vivir con dolor crónico. ¿Qué tanto responde el sistema de salud? | Foto: Getty Images

Todo duele

En el caso de Hortencia, el dolor crónico va y viene. A veces en los brazos, las piernas o la espalda. A la fibromialgia también se sumó la depresión, que por ciertas épocas la llena de desesperanza. “Si tengo que vivir toda mi vida con dolor, prefiero acabar con todo esto ya”, han sido algunos de sus pensamientos en momentos de crisis. La fibromialgia, cuyo origen es psicosomático, también le consume su energía, afecta su calidad de vida y agota su fuerza mental.

Según el psiquiatra Jorge Holguín Lew, quien además es especialista en neuropsiquiatría de la Universidad de Cambridge y docente de la Universidad CES, la persona que padece dolor recurrente tiende a percibir la medicina como un camino para la curación y no está preparado a la posibilidad de tener que convivir con la dolencia por el resto de su vida. Por consiguiente, es muy probable que aparezcan la frustración, la decepción y la desmoralización, y las personas terminan percibiéndose a sí mismas como impotentes frente al dolor. “El dolor se convierte en la experiencia central y esto causa un gran sufrimiento y pérdida de sentido de la vida”. Por eso, quienes viven con dolor crónico acuden a la psiquiatría para tratar de buscar una solución.

El dolor es muchas cosas al tiempo, precisó Holguín Lew. Es un síntoma (un malestar que informa que algo anda mal en el organismo), una experiencia (el cuerpo duele, pero también los pensamientos, las emociones y las conductas se ven afectadas). Además, es físico, psicológico y social, porque también interfiere con las relaciones, el trabajo y la vida en comunidad.

Un concepto similar tiene Gustavo Adolfo Zambrano Sanjuán, médico psiquiatra de la Universidad Javeriana, quien trabaja en la clínica de la Universidad de La Sabana. En su concepto, los pacientes con dolores crónicos deben tener valoraciones y seguimiento por psiquiatría para evitar la presencia de patologías mentales asociadas al dolor. Y agregó que la dolencia genera cambios afectivos que pueden evolucionar, por ejemplo, a un trastorno depresivo y, a su vez, los síntomas ansiosos y depresivos pueden aumentar la percepción de dolor.

¿Y el tratamiento?

Pese a que el sistema de salud colombiano no tiene al dolor crónico catalogado como una enfermedad grave, responde con eficiencia a la problemática. Por ejemplo, Hortencia ha pasado por diferentes especialistas: fisiatra, ortopedista, deportólogo, psiquiatra, nutricionista y otros expertos que le han ayudado con su enfermedad.

Aunque en su caso esto ha sido posible gracias a la póliza de medicina prepagada, González Obregón destacó que el sistema público también es eficiente en la atención de este tipo de casos. De hecho, aseguró que a diario atiende a docenas de pacientes a través de EPS y a ninguno de ellos se les ha negado un examen, procedimiento o una remisión con otros especialistas para tratar el dolor crónico. “Puede que en algunos casos se demore el tratamiento, pero funciona”. Sin embargo, advirtió de una situación que se debe atender con premura y es el desabastecimiento de medicamentos, que ha venido en aumento.

También destacó que Colombia ha avanzado mucho en el manejo del dolor con especialistas, clínicas y tratamientos. “Cuando estudié medicina nunca nos hablaban del dolor. Hoy hay escuelas del dolor, clínicas, institutos y en las universidades estamos preparando a la gente para tratarlo. Es un gran avance y vamos por buen camino”.

Otras alternativas

La medicina homeopática es una de las alternativas para tratar el dolor crónico. De acuerdo con la anestesióloga y docente de la Universidad CES, María Patricia González Obregón, hay evidencia científica que muestra la efectividad de algunos suplementos y vitaminas para ayudar a mejorar esta condición. Otras personas como Hortencia Peña optan por el cannabis para hacerles frente a las dolencias. Al respecto, el psiquiatra Jorge Holguín Lew explicó que el cannabis y los llamados cannabinoides están en auge en el tratamiento de diferentes problemas de salud, entre ellos el dolor. Sin embargo, precisó que todavía no hay muchos estudios que hablen de dosis o indicaciones acordes con el paciente o con la dolencia.