El déficit cuantitativo de vivienda en Colombia ha sido uno de los desafíos más importantes para el país y para el sector constructor. La meta del gobierno nacional es reducirlo de 5,22 por ciento a 4,00 por ciento en 2022; y ubicarlo al 2030 en 2,7 por ciento.
Según el Dane, el Departamento Nacional de Planeación y la ONU, en Colombia 18,2 millones de personas viven en condición de déficit habitacional. En el propósito de disminuir esta cifra, los grandes desarrollos hacen su aporte con una propuesta de vivienda que incluye espacios comerciales, parques, vías, zonas públicas, centros educativos y de salud, estaciones de policía, zonas verdes, senderos ecológicos, ciclorutas, entre otros.
Desde el año 2007, Amarilo adoptó esta fórmula que se conoce bajo el concepto de ‘Ciudad dentro de la ciudad’. Esta visión empresarial le ha permitido a Amarilo aportar al Objetivo de Desarrollo Sostenible número 11, que busca lograr ciudades más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. En 28 años de trayectoria, con un portafolio de más de 100 proyectos de Vivienda de Interés Prioritario (VIP), Vivienda de Interés Social (VIS) y no VIS, la constructora ha hecho presencia en 17 ciudades de Colombia beneficiando a más de 100.000 familias que han podido acceder a una vivienda digna, mejorando significativamente su calidad de vida, y contribuyendo a construir un país más equitativo y, al mismo tiempo, aportando al progreso del país, a través de un crecimiento y desarrollo ordenado e incluyente de los centros urbanos.
Actualmente la compañía suma 10 grandes desarrollos en 5 regiones del país (Atlántico, Bolívar, Meta, Cundinamarca y Tolima) bajo el concepto de ciudad dentro de la ciudad, donde se destacan Ciudad Verde en Soacha, Alameda del Río en Barranquilla, Parque Heredia en Cartagena, Hacienda Rosablanca en Villavicencio, Hacienda Casablanca en Madrid, Cundinamarca y Hacienda El Bosque y El Otoño en Lagos de Torca, al norte de Bogotá.
“Con cada gran desarrollo las ciudades se transforman en diversos frentes. Primero, se dinamiza la economía a través de la generación de empleos locales y compra de insumos. Segundo, se impulsa un crecimiento planeado y ordenado del territorio disminuyendo el déficit de vivienda, la desigualdad y problemáticas sociales. Tercero, se genera un sentido de propiedad para resguardar el bien privado y público. Todo esto mejora la calidad de vida de las familias y genera bienestar social”, explica Roberto Moreno, presidente de Amarilo.
Adicionalmente, buscando ese balance con lo ambiental, social y económico, la compañía ha puesto en marcha planes de conservación de flora y fauna y compensación ambiental, contribuyendo así al Objetivo de Desarrollo Sostenible No. 15, “Vida de ecosistemas terrestres”. Por ejemplo, a través de la Reserva Forestal Protectora el Palomar, ubicada en el municipio de Piojó (Atlántico), se protegen 62 hectáreas de bosque seco tropical donde se encontraron 89 especies de árboles pertenecientes a 28 familias botánicas y se registraron 86 especies de aves pertenecientes a 29 familias, entre ellas la Guacharaca colombiana, un ave endémica.