La vida, de un momento a otro, nos recordó durante la pandemia el milagro que significa respirar y el privilegio de poder hacerlo en un entorno natural. Por eso, espacios como el que ofrece el colegio La Colina, en medio de un bosque nativo, en el municipio de La Calera, resultan tan enriquecedores para la formación de sus 750 estudiantes.
Juanita Arias, rectora de la institución, habla con emoción del proceso de aprendizaje y no puede ocultar el orgullo que le genera, pues es consciente que “los niños pasan la mayor parte del tiempo en escenarios cerrados, de mucho cemento y con poco contacto con la naturaleza. Nosotros les ofrecemos un espacio en el que se respira aire puro, favoreciendo los procesos de aprendizaje, el conocimiento y el estímulo sensorial, pero además la desintoxicación de ese ‘aire tecnológico’, con la posibilidad de descubrir y de observar fenómenos naturales que mejoran su capacidad de coordinación y desarrollo motriz”.
La pandemia, a su manera, también dejó muchas huellas. “Los muchachos llegaron con menos capacidad de adaptación al aprendizaje, pues estar quietos y frente a una pantalla los afectó, generando cambios emocionales y ansiedad”. Pero para fortuna de los alumnos de La Colina, regresar a su espacio, el del bosque y el aire puro, resultó como un gran oasis en medio del desierto. “Les surgió esa necesidad de caminar y de sentir el sol, y encontrarlo en el colegio resultó muy importante. Sentarse en el prado a tomar clases de español o inglés, y recibir conocimientos de química en el río Teusacá y no en el laboratorio, fue el mejor entorno para el aprendizaje”, destacó Arias.
Actualmente, La Colina es considerado un Forest School. “Nos hemos dado cuenta que los entornos y espacios verdes aumentan los niveles de confianza. Hacemos mediciones y evaluaciones en las que identificamos que nuestros alumnos son más resilientes, que también descubren habilidades y que el hecho de tomar riesgos para su aprendizaje, como tocar una araña, ver un roedor o un venado, hace que sean niños que entienden mejor el mundo”, puntualizó.
Otro de los logros es la certificación Cambridge. Al igual que el modelo Forest School, el espíritu Cambridge y sus programas buscan que cada alumno se relacione consigo mismo y con el entorno. “Es una filosofía que apunta al desarrollo de la sensibilidad en los niños, a que entiendan que son ciudadanos que deben relacionarse de manera respetuosa con el entorno y con los demás. Somos un colegio nacional con un currículum internacional”. Finalmente, Arias enfatizó en que durante todo este proceso los padres son sus principales aliados para que los estudiantes alcancen la excelencia.
*Contenido elaborado con apoyo del Colegio La Colina