Irina Bokova, directora general de la Unesco, lo ha dejado claro: “esto no es una revolución digital, sino una civilización digital”. Actualmente, estamos inmersos en un mundo en el que lo digital es el eje central de varias de nuestras conversaciones y acciones. Estamos en una carrera constante por asumir los nuevos avances y los descubrimientos de la ciencia para lograr el desarrollo humano en varios frentes.
Por los avances tecnológicos, se percibe fácilmente que vivimos un momento que nos hace asumir nuevas formas de ver y comprender el mundo. Tener un sinnúmero de información en microsegundos; conectarnos e interactuar con personas sin importar las limitaciones físicas, o crear nuevas realidades digitales, ejemplos que podríamos dar para explicar cómo nuestra vida ha cambiado y sigue cambiando con la llegada de la revolución 4 . 0.
En materia de educación, la civilización digital trae consigo una serie de transformaciones que deberíamos analizar. La primera transformación surge en los seres humanos. El término ‘nuevas generaciones’ cobra gran relevancia en los discursos y estudios en materia educativa. Los millennials (nacidos entre 19 8 1 y 1999), los centennials (nacidos entre 2000 y 2010) y la generación T (nacidos de 2010 en adelante) son los nombres que recibieron.
Llama la atención que cada generación tiene una impronta específica, una forma particular de ver y asumir el mundo que la rodea. Y obliga a una pregunta en materia de educación: si la forma de ver el mundo de las nuevas generaciones cambió, ¿su manera de aprender también? La respuesta, que aparece en varios contextos educativos, es un ‘sí’ rotundo. Enseñar y educar para las nuevas generaciones conlleva grandes cambios, varios centrados en la didáctica.
La manera como los profesores diseñamos los aprendizajes para nuestros estudiantes está en proceso de innovación. Uno de los elementos que permite ver este cambio es la transformación del foco de la enseñanza al foco del aprendizaje: el punto de referencia para diseñar las experiencias educativas se debe centrar, ahora en la manera en la que cada persona convierte la información en conocimiento, y no solamente en la manera en que la información llegue al estudiante. Centrarse en el estudiante y partir de él para educar, uno de los grandes retos de la civilización digital.
Y es un reto tener nuevas generaciones con maneras de proceder distintas. Adicionalmente, cada individuo posee una serie de capacidades, habilidades y otras condiciones específicas del aprendizaje que deben ser tenidas en cuenta. El profesor se convierte en un puente de realización del estudiante. Es un medio para un fin último. Un fin que tiene un mundo específico y una manera particular de ver la realidad que ayuda a construir la pluralidad, que debe ser custodiada en estos tiempos.
La segunda transformación de la educación de la civilización digital, como se podrá suponer, implica un proceso de incorporación tecnológica muy fuerte en materia educativa. Se ha comprobado que la integración de nuevas tecnologías en los procesos de enseñanza y aprendizaje brindan grandes frutos. Los docentes de esta civilización reconocemos la importancia de las TIC para el mejoramiento de los procesos de enseñanza y aprendizaje, no obstante, hacemos hincapié en que debemos partir del entendimiento del aprendizaje para potenciarlo con el uso de medios educativos.
Lastimosamente, en esta civilización digital creemos que todo se puede solucionar con tecnología y no es tan cierto. La tecnología, al ser un medio, requiere de un correcto y adecuado uso. La educación, por tanto, resulta muy necesaria a la hora de desarrollar personas críticas para asumir el auge tecnológico de los tiempos.
La Universidad Sergio Arboleda, por ejemplo, fue la pionera en el país en utilizar el metaverso, una de las tecnologías más vanguardistas, para llevar a cabo sus clases y otras experiencias académicas. Esto tiene que ver con el uso de los medios tecnológicos que se pueden usar ahora para mejorar la enseñanza. Sin embargo, esta acción particular fue tan solo el efecto de todo un proceso de transformación pedagógico de la Universidad, que tuvo como punto de referencia la didáctica digital. A partir de una actualización y perfeccionamiento de las habilidades didácticas, la Universidad hizo uso de tecnologías específicas para mejorar las experiencias de aprendizaje.
Este es el reto de la educación. No desviarse por el uso de medios per se. Hay que empezar a redefinir la manera en la que se debe educar a partir de las transformaciones que estamos viviendo como sociedad. Enseñar y educar en la civilización digital implica una preocupación por mejorar las prácticas pedagógicas a partir de la ampliación del conocimiento didáctico, ampliación que cada día se incrementa gracias, por ejemplo, a las neurociencias y al desarrollo de nuevas tecnologías para la enseñanza. La clave está en nunca olvidar que el fin mismo es el desarrollo humano en su pluridimensionalidad, solidaridad y trascendencia.
*Decano Escuela de Educación de la Universidad Sergio Arboleda
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