En la historia de Colombia, la contribución del empresariado ha sido un pilar fundamental para la construcción y el desarrollo sostenible. El tejido empresarial, conformado por empresas de diversas escalas, constituye la columna vertebral de una economía dinámica y en constante evolución. Nuestras grandes empresas aportan a la economía con su capacidad para generar empleo masivo y su influencia en la internacionalización del comercio. Sin embargo, es crucial no pasar por alto el papel esencial desempeñado por las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes). Estas representan un eslabón fundamental en la cadena productiva, aportando flexibilidad, diversidad y una base sólida para el desarrollo económico sostenible.
El empresariado colombiano viene demostrando, cada vez en mayor medida, que existen con un propósito superior, y actúan bajo un marco económico de triple impacto, es decir, su capacidad para generar no solo beneficios financieros, sino también impactos positivos en la sociedad y el medioambiente. Según un estudio global realizado por la consultora Edelman en 2023, el 68 por ciento de los colombianos confía en que nuestro empresariado está haciendo lo correcto y el 85 por ciento opinó lo mismo en cuanto a su empleador.
Sin lugar a dudas, el empresariado, en su esencia, actúa como un agente dinámico de transformación y desarrollo en la sociedad. Su capacidad para innovar, liderar y generar cambios radicales impulsa el progreso en múltiples aspectos. En otras palabras, se constituyen como catalizadores de innovación, destacan por esas habilidades para identificar oportunidades, asumir riesgos y fomentan la creatividad lo que da lugar a la creación de nuevos productos, servicios y procesos que transforman industrias enteras y mejoran la vida de los colombianos en general.
Históricamente, el empresariado es y ha sido fundamental en la generación de empleo, impulsando la inclusión económica al brindar oportunidades laborales a diversas comunidades, contribuyendo al sustento de familias, pero también empoderando a las personas al ofrecerles medios para prosperar y contribuir directamente a la economía.
¡Ellos son inspiradores! Nos motivan a emprender, creando una cultura de innovación, compartiendo experiencias, conocimientos y recursos que mueven a nuevos emprendedores a iniciar sus propios proyectos, estimulando así el desarrollo económico y social. Sí, tenemos a los grandes empresarios, visionarios audaces y estrategas hábiles, con la capacidad y los recursos para realizar inversiones a gran escala y expandir sus negocios a nivel internacional. Pero también tenemos a los pequeños empresarios, siendo la columna vertebral de la economía local. Son individuos trabajadores y perseverantes que operan en ámbitos más locales y específicos. Salen a los mercados locales, a los campos, a las comunidades, fomentando la competencia a nivel comunitario y preservando la identidad cultural y las tradiciones económicas.
Definitivamente, ambos tipos de empresarios tienen un impacto significativo en la economía del país en diferentes escalas. La combinación de la visión estratégica de los grandes empresarios con la agilidad y la adaptabilidad de los pequeños está generando sinergias poderosas.
No podemos dejar de lado el valor que aportan en la construcción de la innovación, desde la implementación de nuevas tecnologías hasta la creación de productos y servicios únicos. Así mismo, su responsabilidad fiscal, que permite financiar servicios públicos esenciales, tales como inversiones en salud, educación, infraestructura y seguridad.
Cada día en mayor medida, el rol del empresariado resulta clave en la preservación del medioambiente. Al adoptar prácticas empresariales sostenibles, como la reducción de emisiones de carbono, la gestión responsable de los recursos naturales, el uso de energías renovables y la reducción de residuos, contribuyen a la conservación y la mitigación del cambio climático. En este sentido, en septiembre de este año, el Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) indicó que en relación con la estrategia para la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en Colombia, así como unos lineamientos de calidad y unos mecanismos de medición al progreso, nuestro país avanza en más del 70 por ciento con su cumplimiento y en algunos ya se llegó al ciento por ciento.
Finalmente, es importante destacar la relevancia que tiene la colaboración entre la academia y el empresariado, siendo un engranaje fundamental para fortalecer las bases de un ecosistema empresarial sostenible. Nuestras Instituciones de Educación Superior (IES) proporcionan conocimientos, asesoramiento técnico y herramientas innovadoras que son vitales para la viabilidad y el crecimiento de las empresas emergentes. Esta relación simbiótica no solo impulsa la competitividad de las empresas, sino que también debe seguir fomentando la investigación, la creatividad y el desarrollo de nuevas tecnologías.
Como señala la famosa frase de Tony Elumelu, “solo el espíritu empresarial puede crear oportunidades donde aparentemente no existen”. Nuestro empresariado es un actor crucial en el crecimiento de Colombia. Su valentía para innovar, generar empleo, liderar cambios y contribuir al bienestar social y económico siempre desempeñará un papel esencial en la construcción de una nación próspera y sostenible.
*Exministro de Hacienda y rector de la Universidad EIA.
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