Todos, de alguna manera, estamos en busca de la felicidad. Un concepto efímero, para muchos difícil de explicar. Pero no se trata de una utopía o algo irrealizable, y así lo ha demostrado la Fundación Universitaria del Áreandina. Una institución que con 40.000 estudiantes en Colombia y 20.000 en Centroamérica, tiene una tasa de permanencia del 94,8 %.
¿Magia? De ninguna manera. Se trata de la adopción de un concepto milenario, pues desde los tiempos de Aristóteles se hablaba de felicidad: un estado que se puede construir y aprender. Así lo entendió José Leonardo Valencia Molano, rector de la institución educativa, y quien desde hace 14 años se dio a la tarea de sembrar una semilla que tiene como premisa “potenciar al ser humano en el aula de clases, con la intención de construir personas felices e íntegras, que marquen diferencia, que sean excelentes seres humanos y profesionales en su ramo. Ellos van a poder abordar el tren de todo lo que viene y estarán en capacidad de adaptarse a los cambios y a la vanguardia”, reflexionó.
José Leonardo es de los que piensa que cuando se tiene la posibilidad de experimentar, es cuando también se da la posibilidad de apropiarse de las cosas y de poner manos a la obra. En otras palabras, tomar una fuente de inspiración, como lo fue para él Martín Seligman, padre de la psicología positiva, y quien en la Universidad de Georgetown, donde realizaba su maestría y MBA en la escuela de negocios, le enseñó la importancia de la felicidad empresarial y “a ser una persona positiva y feliz”.
Y estos ya no son temas individuales, “las organizaciones han comenzado a trabajar estos conceptos de felicidad y las empresas empiezan a hacer una apuesta en este sentido, y hoy se ve reflejado en los rankings mundiales de Great Place to Work. Nosotros, en este escalafón, que es liderado por el Banco de Occidente, somos el número tres y nuestra apuesta es permanente para crear espacios laborales que generen bienestar”, explicó el directivo.
Además agregó que el objetivo es entregar herramientas que les permitan a las personas tener una vida con propósito y equilibrio. “No hay que olvidar que la vida es como una montaña rusa, en la que uno se sube y baja de manera continua; lo importante es aprender que esas caídas se pueden superar, y es lo que se amarra al concepto de resiliencia. No se trata de que vamos a tener una vida eterna de felicidad, significa que vamos a aprender a tener un espacio de bienestar, una vida con objetivos, con propósito y con equilibrio”.
Lo anterior se puede obtener a través de la educación, y en la Fundación Universitaria del Áreandina “la ética y las competencias del ser son muy importantes. En los últimos tiempos nos hemos deshumanizado, no sabemos utilizar la tecnología de manera constructiva y positiva. Y la educación es el instrumento para potenciar en los niños y en los jóvenes esa parte humana que hemos perdido, y volver a rescatar muchos de los conceptos que a veces no son tan claros. Hablar del ser humano es muy importante porque estamos frente a un mundo digital, en el que todos los días nos hablan de que los empleos se van a automatizar, que cada vez va a haber más robots haciendo más cosas, pero no del ser humano, que está detrás de todo, y quien es el que va a permitir que eso se dé”.
Como líder, tiene claro que la felicidad se construye de manera colectiva. “Eso lo hemos venido haciendo, retomando muchos conceptos y construyendo una política de trabajo. En Colombia y Latinoamérica somos líderes, ocupando el primer lugar como la universidad más feliz en el Great Place to Work, un mérito que obedece al esfuerzo por formar personas íntegras, con ética y valores”.
En la Fundación Universitaria del Áreandina, el individualismo pasa a un segundo plano y el liderazgo es colectivo. “Lo que prima es la inteligencia de grupo y el propósito común, en el que todos ganan cuando se gana y rodeamos a quien tiene dificultades para ayudarlo a levantarse y seguir adelante. Hay que desaprender y volver a aprender. Buscamos que nuestros docentes y equipos administrativos sean ejemplos de vida, buenos miembros de familia, buenos hijos y padres. Y con nuestros alumnos nos salimos de las evaluaciones tradicionales y nos enfocamos en los retos, en los proyectos y en el trabajo en equipo”.
Esa filosofía es la base del trabajo de esta institución, que hoy busca mantenerse como la universidad más feliz de Colombia y la región.
*Contenido elaborado con apoyo de la Fundación Universitaria del Áreandina