La periodista y escritora Mariángela Urbina llegó un diciembre a la clínica del sistema nervioso Monserrat, en Bogotá, porque se “quería morir un poquito”. Cuando entró al sitio, la decisión de los médicos fue hospitalizarla. Pasó allí los días que los médicos consideraron necesarios para que su depresión tomara otro rumbo.

Muchas personas llegan a los hospitales psiquiátricos cuando sienten que están atravesando una crisis emocional y según Alexie Vallejo Silva, médico psiquiatra, jefe del departamento de psiquiatría de la Universidad del Rosario, miembro de la junta directiva de la Asociación Colombiana de Psiquiatría y director médico de la Clínica Nuestra Señora de la Paz de Bogotá, “la mayoría de estas consultas en urgencias se resuelven en una consulta externa, otros pacientes van a modalidades ambulatorias y solo un grupo muy pequeño termina en hospitalización. En estos casos los pacientes y las familias son informados de todo lo que pasa en la clínica y en la actualidad hacemos hospitalizaciones muy cortas”.

Hace algunos años las estadías en estos sitios eran más largas. Sin embargo, eso cambió porque, según el experto, “nos dimos cuenta desde hace ya varias décadas que las hospitalizaciones largas ni ayudaban en la recuperación de los pacientes ni daban ganancias extras en los procesos, además, han llegado nuevos medicamentos y hemos aprendido a integrar otro tipo de terapias”.

Urbina recordó que lo más duro de su experiencia “fue la sensación que compartía con varios pacientes de que estás cediendo por completo el control de tu vida, de tu cuidado, de tu bienestar, al cuerpo médico y de enfermería. Yo he vivido hospitalizaciones por otras razones, como una apendicitis, por ejemplo, y nunca me había sentido tan desposeída. Yo me entregué y creo que por eso sobreviví”. Esta experiencia dio origen a su libro Mi Navidad en un psiquiátrico.

¿Cuándo es el momento adecuado?

Una hospitalización no siempre es fácil para los pacientes, pero los médicos la pueden considerar necesaria cuando las personas se pueden hacer daño a sí misma o a otros, no se pueden controlar en casa, están alucinando o hay una manía, es decir, que la persona esté salida de la realidad. También es necesaria cuando la persona no cuenta con una red de apoyo en su hogar ni acudientes que la puedan acompañar.

Vallejo Silva, por su parte, sostiene que “en las hospitalizaciones de pacientes agudos de trastorno mental se atienden las crisis a través de equipos interdisciplinarios, se intenta estabilizarlos muy rápido y que sigan su recuperación en sus entornos”.

A pesar de esto las personas les tienen miedo a las clínicas psiquiátricas. Pérez explica que las razones son muchas: las películas han mostrado lugares espantosos que han generado una imagen equivocada, hace años eran centros donde la gente estaba mucho tiempo e incluso algunos se quedaban para siempre, le tienen miedo a lo que puedan encontrar en otros pacientes, no están separados por diagnósticos y, finalmente, porque existe el estigma de lo que piensen los demás.

Cuando una persona no tiene un diagnóstico y tiene una crisis de la cual no se conoce la causa, lo mejor, según Pérez, es ir a urgencias generales. Pero si ya se tiene un diagnóstico lo ideal es buscar ayuda en un hospital que atienda psiquiatría. En todos los casos, la idea es evitar al máximo las hospitalizaciones.

Un modelo intermedio son las ‘clínicas día’: los pacientes duermen en sus casas y en el día están en el hospital, donde también hay terapias de grupo, de familia y charlas de psicoeducación.

¿Qué esperar?

Al llegar a una clínica psiquiátrica es importante preguntar todo, además de tener presente que las instalaciones de estas clínicas suelen ser diferentes, porque, explica Pérez, “tienen requerimientos para que el paciente no se haga daño, para administrar la medicación y para observarlo. Son sitios funcionales”.

Aunque no todos los casos necesitan hospitalización, sí requieren atención y, como explica Vallejo Silva, a pesar de que en el país se han construido más centros de atención de salud mental, todavía hay un déficit de infraestructura y de especialistas, sobre todo en las regiones.

“Por momentos en el año vivimos un desborde en la demanda, y las necesidades de las personas en los territorios son muchísimo más marcadas, porque la mayoría de los centros especializados y de psiquiatras están concentrados en las ciudades principales. La pandemia nos trajo tal vez una ventaja y es el uso de la tecnología para la teleconsulta, entonces podemos llevar la atención de una manera un poco más eficiente. Pero sí hay que decirlo: existen todavía muchas dificultades para brindar atención especializada en trastornos mentales”.