Sentada en una mecedora frente a su casa en Nueva Vista –un corregimiento de río Chagüi, en la zona rural de Tumaco, Nariño– Andrea recuerda los oscuros días en que tuvo que huir para salvar su vida. “Me tuve que ir por la violencia y me fui con mucha tristeza, porque dejé el lugar en donde podía mantener a mis hijos y a mi familia”, dice.Habla y mira a la distancia, como si no quisiera recordar ese triste periodo.Con la misma entereza, Nidia, otra mujer víctima de desplazamiento por el conflicto armado y que también debió abandonar su finca en Las Piedras, en Tolú Viejo, Sucre, recuerda esa época terrible. “Una nunca pensaba que esa violencia iba a pasar por aquí”, explica.“Cuando yo me tuve que desplazar de San Rafael a la ciudad fue el caos”, dice a su vez Nelsy, una paisa que vive en ese municipio antioqueño. “La nostalgia fue tan grande, que no pude durar mucho tiempo”, agrega.Las tres rememoran esos días difíciles con amargura, pero hoy sonríen sin preocupaciones en sus casas. Las tres mujeres, como muchas en Colombia, tuvieron que abandonar sus tierras pero la vida les dio otra oportunidad para reconstruir sus sueños.Regresaron a sus lugares y se encontraron con una comunidad desorganizada y con muchas problemáticas sin salida. Andrea soñaba con una finca y con que los campesinos de Nueva Vista pudieran vender sus cosechas. Nidia quería que sus vecinos de Las Piedras no tuvieran que ir a buscar el agua para sus casas, como lo han hecho durante años, a puro lomo de mula. Y Nelsy deseaba que los agricultores de San Rafael dejaran de perder sus siembras por los precios bajos.Las tres mujeres regresaron y tuvieron que empezar una vez más.Pero gracias al programa Tiendas de Paz, de Bavaria, ahora cuentan con las herramientas y el apoyo para solucionar estos problemas.“En Buena Vista vivimos unas 300 familias, todas muy unidas. Yo me devolví con la meta de que nos organizáramos y ahora trabajamos todas juntas”, dice Andrea. “Soñaba con una finca y ahora tenemos 7.000 plántulas de cacao que están produciendo”. La Tienda de Paz Río Chagüí, construida por Bavaria, es ahora el lugar en donde los campesinos se concentran para ofrecer su producto, y a veces lo permutan por artículos de primera necesidad. Desde la llegada de la Tienda de Paz, un programa de Bavaria, los habitantes de Río Chagüí reciben capacitación y los agricultores locales han hecho sustentable su producción.En Las Piedras, Sucre, por otra parte, la comunidad no estaba preparada para enfrentar problemáticas como la falta de suministro de agua potable, pero ahora cuentan con apoyo pues el programa ‘Tiendas de Paz’ creó condiciones y les dio la fuerza necesaria a las mujeres para resolver sus problemas. “Los sueños se cumplen cuando logramos organizarnos como grupo”, señala Nidia.Esa misma organización la lograron varias familias en San Rafael, donde Nelsy encontró un grave problema social. “Nosotros vivimos de la agricultura, pero como hay tanta abundancia, los precios son muy bajos”, dice ella. Pero ahora los agricultores se organizaron para dedicarse a los cultivos orgánicos, que llevan a la Tienda de Paz Acomproagros, en donde se venden los productos. “La tienda es un lugar de encuentro. Ahí llegan todos los campesinos y ahí nos reunimos”, explica Nelsy.Alimentos de origen orgánico se distribuyen ahora en las vitrinas del local, que poco a poco se vuelve un referente en la región por sus objetivos sostenibles. “El sueño de nosotros era tener una tienda en donde pudiéramos vender nuestros productos a precios justos”, concluye Nelsy.