Es necesario que comprendamos como sociedad que estos ciclos y la polarización nos impiden avanzar, que la sociedad civil ha estado dividida por múltiples y largos conflictos, que debemos avanzar en la construcción de una nación que cimente sus pilares en la educación, la cultura y la paz. El fin es lograr equidad territorial.

En la Cumbre de Transformación de la Educación, un foro enmarcado en la Asamblea de la ONU, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, resaltó el papel de la educación en la construcción de un camino hacia la paz total. Igualmente, el ministro de educación, Alejandro Gaviria, invitó a crear un espacio de conversación alrededor del informe final de la Comisión de la Verdad. Un ejercicio inicial de la construcción de un relato plural, en el que han participado más de 30.000 víctimas directas.

La invitación es para que las Escuelas Abracen la Verdad, para que las instituciones educativas trabajen en la convivencia y la reconciliación. En esa escuela, que en nuestra ciudad la concebimos como un Entorno Escolar Protector, donde los estudiantes disfrutan de un espacio de pluralidad y convivencia, trabajamos por el buen vivir pensado desde la política pública. Y se piensa también desde la salud emocional de la comunidad educativa, fundamental en nuestra Transformación Educativa.

Estamos ante un contexto de transformación y como país debemos reconocer que es tiempo de unión de nuestra sociedad civil, la cual, estoy convencida, debe iniciar desde la institucionalidad. Nuestros colegios han sido espacios de convivencia, lugares donde los valores democráticos se respiran y se viven día a día, donde surgen los liderazgos jóvenes de nuestro país.

Hay que avanzar en la construcción de una cultura de paz desde la educación, que promueva el rechazo de cualquier tipo de violencia, en particular, hacia niños y adolescentes; donde las personas aprendan a manifestar su generosidad, que contribuyan al desarrollo de la comunidad; que preserven el planeta y promuevan un consumo responsable.

Para romper los ciclos de violencia se debe formar una generación que imagine una realidad diferente, que conciba la paz como un derecho inalienable y no como un privilegio o utopía. Esa realidad debe construirse desde la cultura y la educación.

Una sociedad que fundamenta su desarrollo en una educación basada en el conocimiento, garantiza no solo oportunidades, tanto a nivel formativo como de empleabilidad, también aprovecha el talento de sus ciudadanos para ponerlo al servicio de cada territorio, una manera de generar equidad.

En nuestro país son muchos los retos que deben enfrentar todos los actores del Estado frente a la paz, especialmente el sector educativo. Generar una cultura implica transformar procesos, establecer políticas públicas basadas en políticas éticas, valores y saberes orientados al cambio y a la calidad de los mismos procesos. Asimismo, es necesario generar hábitos y cambiar visiones, no desde el adoctrinamiento sino desde el diálogo.

Esta educación para la paz no tiene que ver sólo con la socialización de diferentes puntos de vista, también con educar desde todo lo que rodea la cotidianidad, un saber vivir con actitudes de cada momento y circunstancia, y buscar la mejor vida humana y planetaria posible, como decía Carlos Aldana en un artículo de 2004 sobre la Educación para la paz.

En Colombia, desde el 2014 , hay una cátedra de paz obligatoria en todas las instituciones para generar una convivencia democrática, respetuosa de los Derechos Humanos. No obstante, no será suficiente. La educación sobre la paz o educación política debe ser un proceso transversal, es decir, para todos los espacios de la vida cotidiana.

La escuela debe buscar valores que alienten el cambio social y personal; el principal actor del cambio es el alumno. Igualmente, establecer programas y campañas contra la violencia simbólica y estructural en la Escuela. En este punto las redes sociales nos obligan a crear una pedagogía relacionada con esta violencia simbólica teniendo en cuenta el derecho de la privacidad.

En esta pedagogía es fundamental insistir en la resolución no violenta de los conflictos, en el diálogo como vía para el saber vivir y en la comprensión del error. Retos que no sólo se deben afrontar en la escuela sino en la sociedad.

En la escuela se deben crear procesos para crear una nueva sensibilidad, empatía para la comprensión y aceptación del otro. En otras palabras, saber vivir con el otro, respetar y cuidar del mundo.

Finalmente, hay que hablar de la cultura escolar: todas las normas, valores, hábitos y disposiciones deben conducir a la tolerancia, la empatía, la justicia, la solidaridad y actitudes que hagan de la escuela un verdadero territorio de paz.

Ahora bien, si educación y la cultura son el camino para lo lograr la paz, entendida como equidad territorial, es necesario que todos los actores de la quíntuple hélice (sociedad, estado, educación, empresa y cooperación internacional) orienten la educación para la paz, creen nuevos escenarios de diálogo, oportunidades de mejorar la vida de los ciudadanos y discutan sobre la necesidad de que toda la sociedad aprenda a pensar y actuar de otra manera.

Superar un conflicto no es la única manera de concebir la paz, pues la verdadera es la equidad en el territorio, que se logra reemplazando la desigualdad con igualdad, la injusticia con la justicia, la indiferencia con la empatía.

Esta es una primera reflexión que busca modelar en la educación y la cultura el cambio de un mejor país, y trazar el camino del desarrollo de la sociedad en una educación basada en el conocimiento.

*Secretaria de Educación de la Alcaldía de Medellín.