Stephen Hawking, el físico teórico y divulgador científico británico, quien la mayor parte de su vida lo acompañó una enfermedad motor neuronal, que no solo le impedía mover su cuerpo, incluyendo mano y pies, sino también hablar, pero que gracias a su gran inteligencia y su profesionalismo recibió muchos reconocimientos y el título de ‘la mente más brillante del último medio siglo’, dijo algo que vale la pena tener en cuenta siempre, pero en especial en diciembre, cuando se conmemora El Día Internacional de la Discapacidad, declarado por la Asamblea de las Naciones Unidas, en 1992.
Enfáticamente, el físico sostuvo que no era posible que los gobiernos del mundo siguieran pasando por alto a los cientos de millones de personas con discapacidad, a quienes se les niega el acceso a la salud, la rehabilitación, el apoyo, la educación y el empleo, y a los que nunca se les ofrece la oportunidad de brillar. “Tenemos el deber moral de eliminar los obstáculos a la participación y de invertir fondos y conocimientos suficientes para liberar el inmenso potencial de esta población”, aseguró Hawking.
Este llamado cada vez se convierte en un grito, cuando se tienen en cuenta las cifras del Banco Mundial, que muestran que el 15 por ciento de la población del mundo, es decir, 1.000 millones de habitantes experimentan algún tipo de limitación, de las cuales entre 110 y 190 millones se ven afectadas por discapacidades importantes.
De ese número, 3′065.361 son colombianos, con base en el censo poblacional hecho en 2018 por el Dane, lo que representa el 7,1 por ciento, y cuyo resultado muestra que el 58,5 por ciento de esta población está en su edad más productiva o entre los 15 y 64 años.
Lo triste es que en medio de la falta de oportunidades laborales que afronta el país, este grupo de personas termina siendo uno de los más afectados, ya que con base en el estudio del Dane, solo el 29,1 por ciento ha recibido alguna vez un salario, por su trabajo.
Es hora de la inclusión
El Banco Mundial dice que la gente con discapacidades tiene más probabilidades de sufrir resultados socioeconómicos adversos. “Los obstáculos a la inclusión social y económica plena de estas personas son la inaccesibilidad de los entornos físicos y al transporte, la falta de disponibilidad de dispositivos y tecnologías de apoyo, medios de comunicación no adaptados, las deficiencias en la prestación de servicios y los prejuicios y estigmas sociales discriminatorios”, subraya la entidad.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) promueve la inclusión. Justamente en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se establece que la discapacidad no puede ser motivo para privar a las personas de acceso a programas de desarrollo y al ejercicio de los derechos humanos. Es así como en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) hay siete metas que se refieren a este grupo poblacional.
António Guterres, Secretario General de la ONU aconseja que, a medida que el mundo se recupera de la pandemia, “debemos asegurarnos de que las aspiraciones y los derechos de las personas con discapacidad se incluyan y se tengan en cuenta en un mundo que sea inclusivo, accesible y sostenible”.
¡Mayores oportunidades!
Famisanar, una de las Entidades Promotoras de Salud (EPS) más comprometidas con la atención a este segmento de la población, exalta que: “una persona con discapacidad es como cualquier otra, es decir, que por encima de sus limitaciones físicas o cognitivas, siempre estará su condición como ser humano”.
Desde ese punto de partida, esta EPS ha logrado impactar con su política del modelo de apropiación del enfoque biopsicosocial en discapacidad, el cual comprende que el bienestar del hombre depende de la integración de los factores biológicos, psicológicos y sociales para su tratamiento, por medio de los lineamientos de atención para este tipo de afiliados a Famisanar, en el marco de las líneas de intervención y acción del Modelo de Atención y Gestión del Riesgo en salud, y con enfoque diferencial, promoviendo la comprensión de las diversas categorías de la discapacidad, pero no solo para comprender las limitaciones de cada quien y darle una atención mucho más exhaustiva o casi a la medida, sino también para interactuar correctamente con ellas.
Y es que antes que la enfermedad o la limitación física que tengan, estos afiliados se afectan más por el rechazo o por no ser incluidos como fuerza activa de la sociedad. Para evitar ese estigma, hay que conocer sus potenciales, sus talentos y sus limitaciones para empoderarlos; así mismo, es necesario romper las barreras comunicativas, actitudinales y de espacios físicos que se presentan en el desempeño de las actividades de participación, para que puedan gozar de una inclusión plena.
Una atención completa
Famisanar tiene muy claro que discapacidad no es incapacidad. “Es la deficiencia que presentan las personas, ya sea física, mental, intelectual o sensorial -a largo plazo- para interactuar y participar, de forma plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás. Pero tienen habilidades, que vale la pena potenciar”.
El enfoque de discapacidad está fundamentado en identificar las necesidades de las personas auto-reconocidas y caracterizadas con discapacidad, acorde con las políticas gubernamentales mundiales y nacionales; al igual que sus factores contextuales, con el fin de reconocer las relaciones con su entorno y contribuir en la visualización de la población, con el fin de generar acciones orientadas a la inclusión y garantía de sus derechos de salud.
Justamente para hacer una atención profesional de calidad y ofrecer servicios de salud adecuados a este tipo de afiliados, la EPS Famisanar adopta el manual técnico de la certificación de discapacidad que plantea tres clases, como nivel de dificultad en el desempeño que presentan al realizar actividades de la vida diaria o de participación: Moderada, cuyos síntomas, signos o secuelas causan disminución importante o imposibilidad de la persona para realizar algunas actividades diarias, aunque hace todas las del autocuidado. Profunda, cuando hay imposibilidad para la realización de acciones de la vida diaria; y Severa, cuando los síntomas, signos o secuelas causan una disminución importante o imposibilidad de realizar la mayoría de las actividades diarias, incluyendo algunas del auto cuidado.
A esto se suman las categorías, que son: auditiva (deficiencia en la percepción de sonidos y su localización, tono, volumen y calidad; por tanto, se les dificulta la comunicación oral); visual (incluye a las personas ciegas o de baja visión -en uno o ambos ojos-, pese a usar gafas, lentes de contacto o haberse hecho cirugía), Física (cuando presentan deficiencias corporales funcionales a nivel músculo esquelético, neurológico, tegumentario de origen congénito o adquirido, pérdida u ausencia de alguna parte); mental y/o psicosocial (exponen alteraciones en el pensamiento, percepciones, emociones, sentimientos, comportamientos y relaciones); múltiple (tienen dos o más problemas asociados de orden físico, sensorial, mental o intelectual) y sordoceguera (deficiencia visual y auditiva).
Estas características técnicas se encuentran en el nuevo certificado de discapacidad acorde con la resolución 113 del 2020 y el RLCPD o registro de localización y caracterización de las personas con esta condición, al que la EPS se integra de manera transversal con los actores involucrados en la ruta certificadora.
En el Plan de Beneficios de Salud (PBS), Famisanar cuenta con atención integral y de calidad para personas con discapacidad; además de promover acciones enfocadas para interactuar correctamente con ellas, garantizando los ajustes razonables necesarios para ofrecerles un servicio incluyente y efectivo.
“Fomentar la inclusión de las personas con discapacidad es una responsabilidad de todos y un aspecto necesario para contribuir con su autoestima y calidad de vida”, culmina la EPS.