Aunque llevar una alimentación saludable es indispensable en todas las etapas de la vida, en el caso de los niños y jóvenes estos buenos hábitos son determinantes para su bienestar y rendimiento académico. Hoy, el reto como sociedad es garantizar una alimentación balanceada, baja en azúcares, grasas y sodio.
Una de las estrategias más efectivas para incorporar alimentos nutritivos en los niños de 6 a 12 años son las loncheras y meriendas que se preparan en casa para llevar al colegio. De acuerdo con Lilibet Cuello, nutricionista, dietista y miembro de la red de especialistas DoctorAkí, “las loncheras aportan entre el 10 y el 20 por ciento del requerimiento energético diario. La idea es hacerlas más atractivas y nutritivas, recordando además que muchos menores no tienen un desayuno equilibrado en casa”. La clave, asegura la experta, es planear el menú con ellos.
Otro punto importante es recordar que las loncheras no reemplazan una comida principal (desayuno, almuerzo o cena). La recomendación es que incluyan alimentos energéticos como galletas, cereales o frutos secos; alimentos constructores que contribuyen al desarrollo y crecimiento como los lácteos (queso o yogurt); y alimentos reguladores como las frutas y verduras, que aportan vitaminas y minerales.
Cuello sugiere optar por alimentos naturales, es decir, evitar paquetes, productos artificiales, bebidas azucaradas o con colorantes. Según la Organización Panamericana de la Salud, estos productos industriales, en su mayoría, tienen un alto contenido calórico y un bajo valor nutricional; y se caracterizan por ser grasosos, salados o azucarados, y bajos en fibra, proteínas y micronutrientes.
Familias comprometidas
Alexandra Parra, rectora del Colegio Personalizado Renfort y del Jardín Infantil Petiné, menciona que aunque algunas de las causas de la desatención y la desmotivación académica incluyen el uso excesivo de dispositivos electrónicos, también influye la alimentación.
“El exceso y la omisión de algunos alimentos ha profundizado las dificultades de aprendizaje. Al presentar menos defensas, los niños suelen enfermarse más seguido, ausentarse de clase y quedar atrás de los conocimientos experimentados en el aula, lo que termina en un agotamiento intelectual, físico y emocional”, menciona Parra.
Aunque en algunos colegios se han promovido iniciativas como eliminar las gaseosas o disminuir la venta de dulces, el desafío continúa debido a que “los estilos de vida de las familias y la falta de dominio del tema en las escuelas ocasiona que se sigan incluyendo alimentos procesados, bebidas azucaradas, exceso de harinas refinadas y ausencia de alimentos saludables”, advierte Parra.
En el Colegio Personalizado Renfort, por ejemplo, diseñaron un programa de loncheras saludables a través del cual las familias aprenden a elegir alimentos variados en sabores y colores, además de utilizar recipientes adecuados y fáciles de manejar.
El reto de los universitarios
El ingreso a la universidad supone un cambio importante en la cotidianidad de los estudiantes que repercute directamente en su estilo de vida. Entre otras cosas varían el tiempo que ahora tienen disponible para comer, el acceso a los alimentos, y los factores económicos.
Paola Carolina Cortés, nutricionista del área de salud de Bienestar Universitario de la Universidad El Bosque, asegura que durante el regreso a clases se perciben modificaciones en la elección de alimentos, la preferencia de productos altos en grasas saturadas y azúcares, el bajo consumo de fibra, frutas y verduras, y la omisión de algunos tiempos de comida.
Por eso Cortés recomienda a los universitarios evitar saltarse el desayuno, establecer horarios de alimentación, decirle no a la comida chatarra e “hidratarse correctamente, preferiblemente con agua o bebidas sin azúcar”.
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