Prestar atención al momento presente de forma deliberada y sin emitir juicios. Así puede definirse el mindfulness, práctica milenaria que tiene su origen, principalmente, en el budismo. En pocas palabras, de acuerdo con David Michie, escritor sudafricano, maestro de meditación y coach en esta disciplina, esto quiere decir: “centrarnos en una sola cosa”. Contemplar una vista desde la terraza o caminar por el parque apartando pensamientos, recuerdos, planes o especulaciones es posible cuando se cultiva la atención plena. Las publicaciones sobre mindfulness y su impacto positivo en el mundo han venido en aumento. En la actualidad existen alrededor de 4.500 estudios científicos sobre esta y otras prácticas contemplativas y, de acuerdo con la Asociación Americana de Investigación en Mindfulness, se destaca el trabajo publicado por el diario oficial de la Sociedad Psicosomática Americana y por la Sociedad Americana para la Neurociencia, que resalta los beneficios de esta práctica durante la adultez (ver recuadro). De acuerdo con Marco Venegas, médico neurólogo, doctor en Medicina del Sueño, certificado en yoga y mindfulness por la Universidad de California, San Diego, los beneficios de esta práctica son múltiples en las personas mayores, especialmente por la contribución en la mejora de la calidad de sueño. “Cerca de la mitad de las personas a partir de los 55 años de edad sufren algún trastorno del sueño, asociado con cambios de estado de ánimo, fatiga, depresión, en general, una disminución de su calidad de vida. El mindfulness, al ser una técnica de relajación, reduce la ansiedad, la insatisfacción y el malestar asociado a emociones negativas”. El Mindfulness y la meditación, ¿qué relación tienen? La práctica regular de la meditación apoya el desarrollo de la atención plena. Para Martín Morris, profesor de Power Yoga y fundador del centro YogaSpace, el mindfulness crea un estado de conciencia que nos aleja del habitual “piloto automático” en la vida cotidiana. “Cuando meditamos, elegimos un objeto e intentamos concentrarnos en él durante un determinado tiempo. Puede ser un objeto físico, nuestra respiración, la visualización o un mantra en concreto, o incluso los pensamientos propios; de esta manera entramos en el campo de entrenamiento del mindfulness”, asegura el experto. ¿Cómo meditar? Existen muchos métodos. Uno de los más comunes es la meditación en la respiración. Los maestros sugieren contar entre diez y veintiuna respiraciones, centrando la atención en la inhalación y exhalación del aire por las fosas nasales. Para empezar, debes sentarte con la espalda erguida, descansar las manos sobre las piernas con las palmas hacia arriba, relajar los hombros, mantener la cabeza hacia el frente, cerrar los ojos y relajar la cara. Si comienzas a dedicarle diez minutos diarios a la práctica sentirás una gran diferencia. No siempre será necesario que adoptes una postura formal de meditación, puedes simplemente sentarte con la espalda recta, mirando un punto fijo a media distancia y comenzar a respirar con atención plena. Diez beneficios Reducción del estrés y de la presión arterial Estimulación del sistema inmunitario Ralentización del envejecimiento Mejora del dolor crónico Disminución de la probabilidad de padecer depresión recurrente Gestión y prevención de la ansiedad Reducción del sentimiento de soledad Ayuda a dormir mejor Fomento de la claridad mental Mejora de la resiliencia emocional