Después de ejercer diversos roles, tanto en el sector público como privado, hace cinco años Juan Camilo Nariño asumió el reto de liderar el gremio minero en Colombia. El desafío es mayor, por supuesto, debido a la relevancia económica de esta industria para el país, en el marco de la necesidad de una profunda transformación operativa. Hoy el sector sigue trabajando para consolidar una industria moderna y preparada para afrontar todos los retos asociados a la transición energética.
¿Cuál fue el mayor desafío que encontró?
JUAN CAMILO NARIÑO: El desafío más grande ha sido trabajar para transformar la percepción pública sobre la minería. Existe una idea errónea de que esta actividad es incompatible con la sostenibilidad y el desarrollo social. Lograr que las comunidades, los líderes de opinión y los tomadores de decisiones comprendan que la minería puede ser una actividad respetuosa y una aliada para el desarrollo, ha requerido un esfuerzo constante de diálogo, transparencia y educación. Ha sido un reto demostrar que la minería moderna, regida por estándares internacionales, no solo es viable, sino indispensable para la transición energética y el desarrollo del país. Otro gran desafío ha sido enfrentar la sobrecarga regulatoria y fiscal que afecta la competitividad del sector. La minería no puede operar en un ambiente de incertidumbre. Hemos trabajado arduamente para garantizar que las políticas públicas sean claras, coherentes y promuevan una minería sostenible, en lugar de obstaculizarla. Este esfuerzo no solo busca proteger a las empresas, sino también a las comunidades que dependen de la minería y a los pequeños mineros que hoy son protagonistas.
Usted tiene una tarea muy importante: liderar la transformación de la industria para la transición energética, ¿cuál ha sido la clave?
J.C.N.: La clave ha sido entender que la transición energética no puede lograrse sin los minerales que produce la minería. Todos necesitamos minerales para vivir. Desde el cobre para los sistemas eléctricos hasta el níquel y el carbón metalúrgico necesarios para la producción de acero en infraestructuras renovables. Nuestra industria está en el corazón de esta transformación. Hemos trabajado para que se reconozca esta realidad en las políticas públicas y para posicionar a Colombia como un proveedor estratégico de estos recursos esenciales. Además, hemos promovido la implementación de estándares internacionales como TSM (Towards Sustainable Mining), que permiten garantizar que la minería en Colombia sea sostenible y responsable.
¿Cómo deberá ser la industria minera en el futuro próximo?
J.C.N.: La industria minera del presente y el futuro debe ser un ejemplo de sostenibilidad, innovación y equidad. Esto significa operar con tecnologías de vanguardia que reduzcan los impactos ambientales y que mantenga un diálogo abierto con las comunidades para garantizar que los beneficios lleguen directamente a quienes más los necesitan. La minería no debe ser vista como un problema, sino como una solución para muchos de los desafíos sociales y económicos que hoy enfrenta el país. Para lograrlo, necesitamos políticas públicas que equilibren el desarrollo económico con la protección ambiental. También es clave agilizar los procesos de permisos, garantizar la seguridad jurídica para las inversiones y trabajar de la mano con las comunidades en programas de educación, salud e infraestructura.
¿Cómo poner de acuerdo a toda una industria en un solo propósito?
J.C.N.: La clave está en encontrar un propósito común que trascienda los intereses individuales. En el caso del sector minero, este propósito ha sido el desarrollo sostenible del país. Cuando las empresas, las comunidades y las instituciones públicas comprenden que sus objetivos están alineados en la búsqueda de un impacto positivo, es más fácil construir consensos y avanzar en una dirección compartida. Otro elemento crucial es la comunicación abierta y transparente. Hemos trabajado para generar espacios de diálogo entre todos los actores del sector. Esto incluye a los pequeños mineros, las grandes empresas, las comunidades locales y el Gobierno.
Las crisis son naturales y suceden en cualquier sector, organización o país… ¿Cree que está enfrentando el momento más crítico de la industria?
J.C.N.: Sin duda este es uno de los momentos más complejos que ha enfrentado la industria minera en Colombia. La incertidumbre regulatoria, las altas cargas fiscales y el aumento de la extracción ilícita han creado un entorno desafiante. Además, el retraso en los permisos y la falta de seguridad jurídica han desincentivando la inversión extranjera y han generado inestabilidad en las regiones mineras. Este conjunto de factores ha llevado a una caída en la producción y un impacto negativo en las economías locales. Estamos afrontando esta situación con un enfoque estratégico que incluye diálogo con el Gobierno, promoción de la minería bien hecha y fortalecimiento de la relación con las comunidades. También estamos impulsando la adopción de tecnologías sostenibles y estándares internacionales. La unidad y el compromiso del sector serán claves para superar esta crisis.
¿Cuál es el legado que le gustaría dejar?
J.C.N.: Me gustaría dejar un sector más unido, con un propósito claro y reconocido por su contribución al desarrollo sostenible del país. Quiero que la minería en Colombia sea un ejemplo para la región de cómo una industria tradicional puede transformarse para responder a las demandas globales, tanto en términos ambientales, sociales y económicos. Además, quisiera que la ACM siga siendo un referente de liderazgo y diálogo constructivo, un puente entre las empresas, las comunidades y el Gobierno.
¿Qué consejo les daría a las nuevas generaciones de líderes?
J.C.N.: Los nuevos líderes en la administración pública son fundamentales para Colombia. A ellos les digo que lo más importante es entender las realidades del país. De empresarios y trabajadores, de todos los sectores económicos, para poder tomar las decisiones más adecuadas.
*Contenido elaborado con el apoyo de ACM.