En gran parte de su historia, la economía colombiana se ha caracterizado por una sorprendente estabilidad. A lo largo del último siglo, Colombia ha experimentado solo tres episodios recesivos, a diferencia de otros países latinoamericanos donde las crisis económicas han sido recurrentes. Argentina, por ejemplo, ha pasado aproximadamente un tercio del tiempo en recesión durante las últimas cinco décadas.
La estabilidad de la economía colombiana es, sin lugar a duda, un gran activo. No obstante, el país ha atravesado varios episodios turbulentos en los últimos años. Después de más de una década en expansión, impulsada de manera importante por los altos precios de las materias primas, Colombia experimentó un súbito ajuste en sus cuentas externas en 2015, debido a un colapso en los precios del petróleo y una fuerte devaluación de su moneda.
Un lustro después, justo cuando la economía estaba en proceso de recuperación y lista para crecer a un ritmo mayor, llegó la pandemia, y con ella, la peor caída en actividad económica de la que se tenga registro en la historia del país. Los confinamientos y la vertiginosa caída en los ingresos de muchos hogares colombianos expusieron varias grietas de la economía colombiana y desencadenaron una ola imprevista de protestas, bloqueos y conflictividad, que paralizaron al país en buena parte de 2021.
En lo que va de 2023, después de una exitosa recuperación poscovid, el choque inflacionario, las altas tasas de interés y la incertidumbre asociada a la agenda regulatoria y de reformas económicas tienen a la economía navegando nuevamente en aguas tempestuosas.
Considerando la historia de baja volatilidad del último siglo, las turbulentas aguas de los últimos años podrían haber encontrado a un empresariado complaciente, inerme y poco preparado para enfrentar los desafíos de un contexto económico adverso. Sin embargo, ha sido todo lo contrario. Los empresarios colombianos han sido un ejemplo de resiliencia. En medio de la tormenta económica, el empresariado ha mostrado su capacidad de capitanear los proyectos productivos del país.
Colombia es el país de la región con mayor crecimiento pospandemia, al alcanzar un nivel de actividad un 10 por ciento superior al observado en 2019. Le sigue Chile, con una recuperación del 7 por ciento, Brasil con el 6 por ciento y Perú con el 3 por ciento. En materia de empleo, Colombia también exhibe mejores cifras, con un crecimiento en el número de ocupados del 6 por ciento frente a los niveles prepandemia. Los empresarios colombianos le apostaron decididamente a la reactivación y la creación del empleo.
Los destacados resultados de la economía colombiana en comparación con sus pares son resultado de una combinación de factores. La política de reactivación liderada por el Gobierno, un contexto externo favorable, y la capacidad de las empresas colombianas para adaptarse a las condiciones cambiantes creadas por la pandemia y al posterior retorno a la normalidad explican estos buenos resultados.
Durante la pandemia, el sector privado demostró una notable capacidad de adaptación. La implementación de los protocolos de bioseguridad y tecnologías que permitieron el trabajo remoto, así como el rápido regreso de algunos sectores a la normalidad, son solo algunos de los ejemplos de la expedita respuesta de los empresarios, en coordinación con las autoridades nacionales y locales, al inédito choque del covid-19.
Adicionalmente, la adopción de herramientas digitales y del comercio electrónico contribuyeron a una sólida recuperación de la actividad y el empleo formal en el sector servicios. Casi el 80 por ciento de los puestos de trabajo creados en la fase de recuperación desde 2021 son formales. Todo esto en un contexto donde las empresas colombianas continúan mejorando en sus estándares de gobierno corporativo, compromiso con las comunidades y metas relacionadas con el cambio climático.
No obstante, la coyuntura no está exenta de retos. La inversión se encuentra 6 por ciento por debajo de sus niveles prepandemia, y como porcentaje del PIB cayó a un nivel del 17 por ciento durante el tercer trimestre de 2023, frente al 22 por ciento observado a finales de 2022. Los empresarios se enfrentan a costos financieros altos, una mayor carga fiscal, debido a las reformas tributarias de 2021 y 2022, un aumento de la inseguridad física y una mayor incertidumbre legal y regulatoria.
El contexto actual exige una mayor articulación entre lo público y lo privado. A medida que varias fuentes de incertidumbre se disipen, se espera que el empresariado colombiano retome la senda de inversión, reafirmando así su compromiso permanente con el desarrollo del país.
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