La escuela como un lugar para la enseñanza, con profesores enfocados en la transmisión de conocimientos, es una herencia de la Revolución Industrial, proceso marcado por el objetivo de seguir un patrón de repetición. Un modelo pedagógico que aún perdura.
Al consolidar los saberes en estándares, se fue ampliando el número de estudiantes por salón. Hoy es común encontrar aulas de clase con 30 o 50 niños que comparten un solo profesor. Y de ahí surgen análisis del por qué los resultados deficientes en las pruebas internacionales o por qué los estudiantes bajan su promedio en las Pruebas Saber y, al mismo tiempo, aumentan los casos de depresión, ansiedad y deserción escolar. Educar a los niños y las niñas como ocurrió con nuestros padres y abuelos es dejarlos sin herramientas para enfrentar los desafíos que las generaciones actuales les heredarán. El fracaso escolar es hoy la pandemia silenciosa que afecta a la escuela.
Esa forma de aprender ya no sirve. Hubo una fractura, una disrupción. Los descubrimientos acerca de cómo funciona el cerebro y el aprendizaje socioemocional han abierto el camino para crear cuestionamientos y replantear lo que ocurre dentro del aula de clase.
Así, la educación personalizada es una de las posibilidades que pueden cambiar el rumbo de cómo se aprende, un modelo que permita que los niños y las niñas desarrollen su mejor versión mientras crecen. Que sientan el éxito escolar a partir de su creatividad y no de sus notas.
Hay muchas más ventajas que desventajas en este tipo de educación. La más relevante es la identificación temprana de las necesidades específicas que tiene cada niño o niña. Además, facilita que los estudiantes se sientan más valorados, involucrados y que puedan en forma espontánea participar directamente de su aprendizaje.
La importancia de la enseñanza personalizada está en el día a día de la escuela. Permite vincular la alfabetización de las emociones, derribar la medición del cociente intelectual como única rúbrica de clasificación para los estudiantes y disminuir la frustración por los resultados, enfocar el desempeño desde las habilidades y los talentos.
Lo que pasa por el camino del aprendizaje da sentido a la rutina escolar: son su esencia las experiencias, las incertidumbres y las dudas. Las escuelas seguirán siendo fábricas que ordenan a las personas y, como lo decía el escritor y experto en educación británico Sir Ken Robinson, ‘matan la creatividad’, si continúan elevando sus muros y evitando que los niños y las niñas aprendan con sentido.
Hace 12 años, el Colegio Personalizado Renfort transforma vidas a partir de la educación disruptiva. Los niños, las niñas y los adolescentes que llegan a la institución son personas que buscan aprender en grupos pequeños, estar en un lugar seguro sin bullying, vivir una experiencia de aprendizaje alternativa que los apoye a descubrir sus talentos, y al desarrollo de sus habilidades.