Por verlos tantas veces como parte del paisaje a veces olvidamos la importancia de los árboles. Ellos, independientemente del lugar donde estén, son nuestros pulmones; los pulmones del barrio, de la casa, de los valles, de los llanos, de las cuencas hídricas, lagos, mesetas, montañas y páramos. Ellos, algunos centenarios y otros más jóvenes, nos acompañan y nos protegen al canalizar la contaminación. ¡Nos dan vida!

Los colombianos tenemos una oportunidad histórica para recuperar, conservar y educar en materia ambiental, uniendo a las comunidades con la restauración ecológica y los sistemas sostenibles para la conservación. No es solo una responsabilidad de las autoridades, sino de todos, porque los árboles son más que plantas de tronco leñoso y elevado que se ramifican a cierta altura del suelo: son parte fundamental de la humanidad, vestigios sanos de un planeta que necesita recuperarse.

Conviene recordar que un árbol también es esperanza, trabajo, oxígeno y ecosistema, y que Colombia es el segundo país más biodiverso del mundo, con más de 53.000 especies registradas, de las cuales 27.167 corresponden a fauna, y 26.232, a flora. Esta realidad nos pone en un contexto exigente para la protección y restauración de nuestros recursos naturales.

En la nación nos hemos propuesto implementar 701.900 hectáreas de sistemas sostenibles de conservación, dentro de las cuales 301.900 están enmarcadas en procesos de restauración ecológica hasta 2022.

Como consecuencia, el Gobierno nacional tiene como objetivo sembrar 180 millones de árboles en diferentes regiones, de manera coordinada con las especies que correspondan a las características de cada lugar: nativos en zonas identificadas, teniendo en cuenta la localización; el cambio climático, rareza, representatividad, probabilidad de transformación; el plan nacional de restauración, incluyendo restauración ecológica, rehabilitación y recuperación de áreas disturbadas, huella humana y disponibilidad de material vegetal.

De los 54 millones de árboles plantados hasta la fecha, el arrayán es el que más se ha reportado en el contador de la campaña, debido a sus características como fruto comestible, alimento para fauna, restauración ecológica, recuperación de suelos y/o áreas degradadas.

Carlos Eduardo Correa, ministro de Ambiente, afirmó que con esta estrategia de siembra, Colombia reduce el CO2 del aire y contrarresta los efectos del cambio climático. “Los árboles reducen la temperatura del aire entre 2 y 8 grados, y filtran los contaminantes urbanos. Con ellos mejoramos nuestra relación con la naturaleza”, dijo.

La idea de sembrar 180 millones de árboles vincula a la gente con el medioambiente y el desarrollo sostenible. Aunque falta, los colombianos ya estamos comprendiendo qué es la restauración; entendemos que cuando se lleva a cabo este proceso, restauramos la vida, el agua, el oxígeno, la conectividad funcional, estructural y socioecológica. El árbol es un símbolo de reconciliación con la naturaleza.

“Es satisfactorio ver en las regiones a los ciudadanos, a las comunidades, alcaldes, gobernadores, corporaciones autónomas, entidades del Estado y sector privado, entre otros, unidos en la construcción de la cultura de la restauración para volver a esos ecosistemas de antaño. Unámonos como país en pro del medioambiente, sumémonos todos a la siembra de 180 millones de árboles”, puntualizCorrea.

Vivir con la naturaleza y no de espaldas a ella es un compromiso del Gobierno nacional y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Oxigenar las ciudades y los campos significa sembrar vida. ¡Sembrémosla juntos!