Después de un proceso de años para aceptar su pérdida auditiva, María Antonia Jaramillo decidió ponerse un implante coclear a los 25 años. El aislamiento social y las dificultades de comunicación que encontró en el ambiente laboral fueron los detonantes para tomar esta decisión. “Para mí era la muerte cuando sonaba el teléfono de la oficina. Era un sufrimiento impresionante porque no sabía si iba a entender lo que me decían”, reconoce.
Según la Organización Mundial de la Salud, el caso de María Antonia es más común de lo que se cree. Aproximadamente, 430 millones de personas sufren de pérdida auditiva incapacitante. Un importante porcentaje de esta población podría beneficiarse de un implante coclear, pero en el mundo únicamente el 5 por ciento de los pacientes que requieren uno de estos dispositivos lo han recibido.
Jorge Almario, médico otólogo con más de 20 años de experiencia en el manejo de implantes auditivos, explica que el uso del implante coclear contribuye a que los pacientes puedan retomar su vida social y laboral, dos factores fundamentales para la calidad de vida y la salud mental. “Es importante pensar que hoy los colombianos tenemos una expectativa de vida superior a los 77 años, por lo cual atender la pérdida auditiva en adultos y adultos mayores se hace urgente para asegurar más años con mejor calidad de vida”.
Ahora, estos implantes cuentan con una tecnología tan avanzada que permiten realizar prácticamente cualquier actividad. María Piedad Núñez, audióloga y gerente clínica de Cochlear Colombia, precisa que los usuarios se sienten más seguros al momento de socializar y cumplir con sus responsabilidades laborales.
“Con el paso de los años, los componentes externos del implante coclear se han miniaturizado, por lo que son discretos y cómodos. Adicionalmente, pueden ser controlados desde aplicaciones disponibles para teléfonos inteligentes y cuentan con tecnología de transmisión directa de audio, lo cual facilita las actividades diarias, como tener conversaciones telefónicas, participar en clases o videollamadas, y disfrutar de música o películas”, agrega Núñez. Los avances en el procesamiento de la señal auditiva también han permitido un mejor desempeño en ambientes ruidosos, como oficinas, aulas escolares o restaurantes.
Doce años después de recibir su implante coclear, lo que más agradece María Antonia es poder escuchar a sus hijos. “Uno de los recuerdos más especiales que tengo fue durante mi segundo parto. Gracias a la conectividad, pude transmitir música directamente desde el celular al procesador de sonido del implante. Fue algo muy bonito e íntimo porque mi bebé y yo estábamos conectados, la música se convirtió en la oxitocina durante el trabajo de parto”, concluye María Antonia.