El mismo año en el que la Organización Mundial de la Salud empezó a colaborar en programas generales de lucha contra enfermedades cardiovasculares se produjo en Colombia un hecho que durante 50 años ha transformado la cardiología en el país. Era el año 1973 cuando los hermanos Reinaldo y Camilo Cabrera Polanía, médicos de profesión nacidos en el Huila, materializaron el sueño de crear una institución de la más alta calidad científica y humana que brindara atención, diagnóstico y tratamiento gratuito a la población infantil más vulnerable con enfermedades del corazón.
Hoy, cuando la institución cumple sus bodas de oro, se ha convertido en un referente en medicina cardiovascular que anualmente le brinda tratamiento gratuito a cerca de 500 niños en todo el territorio nacional. Se destaca no solo por la calidez del los más de 3.000 colaboradores que la integran, sino por la experticia y excelencia clínica.
Juan Gabriel Cendales, director ejecutivo de la Fundación, asegura que los principales aportes de la institución están alineados con la visión de los fundadores. “La operación gira alrededor de varios ejes. El primero es que el país cuente con una institución de la más alta calidad científica y humana en todo el tema cardiovascular, que ha ido trascendiendo a otras áreas, como trasplantes de órganos. El segundo es la responsabilidad y el compromiso social, un factor representativo de la Fundación desde sus inicios. Y el tercero es generar y compartir conocimiento científico”, explica.
En cuanto a los trasplantes, la Fundación Cardioinfantil se ha convertido en la líder nacional. Este programa se inició en 2005 y a la fecha ha realizado más de 1.000 trasplantes de hígado, 700 de riñón, más de 50 de pulmón y más de 100 de corazón. Además, es referente en trasplante hepático pediátrico con donante vivo.
En el ámbito social, la institución creó el programa Regale una Vida como emblema de la Fundación, el cual ha permitido la valoración de más de 58.000 niños y la intervención de 17.000 menores en el país. Con una inversión anual de 8.000 millones de pesos, realiza cada año 12 brigadas de salud en más de 350 municipios.
Adicionalmente, entendiendo que la atención integral va más allá de una consulta, se han instaurado programas que complementan la atención de los más pequeños y sus familias, como Comer con Alegría, en el que más de 5.000 niños y familias de la localidad de Usaquén han recibido educación en hábitos nutricionales. Pedagogía Hospitalaria es un espacio donde se fortalecen los procesos de aprendizaje en más de 19.000 niños, que han continuado sus estudios a pesar de encontrarse en circunstancias como hospitalización o tratamientos médicos.
Y en el campo del conocimiento, los avances y aportes de LaCardio son excepcionales. Si bien es una misión que comenzó en 1973, formalmente la Cardioinfantil funciona como hospital universitario desde el 2015 y hoy cuenta con un portafolio de 26 programas académicos de especialidades médico-quirúrgicas, con más de 332 docentes clínicos en todas las áreas, y un hospital simulado dentro de la institución. “El equipo humano que tenemos en las áreas médicas, enfermería y administrativa es uno de los mejores. Esa combinación de cultura y personas con una misión clara marca la diferencia”, dice Juan Gabriel Cendales.
La vocación de servicio es el principal atributo que hace de la Fundación Cardioinfantil una de las 100 empresas que más le aportan al país. Por eso, para ellos el mayor desafío a futuro es la investigación y el desarrollo de la medicina cardiovascular y de trasplantes en adultos y niños.
*Contenido elaborado con apoyo de la Fundación Cardioinfantil - LaCardio