Promover la separación de desechos en recipientes diferentes de acuerdo a su destino de vertimiento o uso final, reciclaje en el hogar y las empresas, y educación en sostenibilidad ambiental, es la estrategia de la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga CDMB para reducir las toneladas de desechos que llegan al relleno sanitario El Carrasco, que sirve de depositario de residuos en la capital santandereana y 15 municipios más.

A través de la campaña “Me uno al ciclo del cambio”, la Corporación hace una invitación a todos los habitantes de los 13 municipios de su jurisdicción y Santander, para unir esfuerzos y fortalecer hábitos en su vida cotidiana disminuyendo de esta forma el impacto de la contaminación del ecosistema de la región por los residuos que se producen.

Cerca de 1.100 toneladas diarias de desechos provenientes de 16 municipios de Santander entraban al relleno sanitario El Carrasco, antes de su cierre el pasado 14 de agosto, debido a una orden judicial. La mayoría de residuos los genera Bucaramanga y su área metropolitana, con más de 900 toneladas por día.

Más alarmante resulta que en la ciudad sólo se está aprovechando el 3,5 por ciento de los materiales para reciclaje, según el informe más reciente de Bucaramanga Metropolitana Cómo Vamos.

Es una campaña para educar, sensibilizar y generar cambios de hábitos, encaminados a trabajar con las 9R de la economía circular, “con lo cual se busca reducir, reciclar y reutilizar, entre otras estrategias que permiten disminuir las toneladas de residuos que son dispuestos en los rellenos sanitarios. De igual forma, se promueve el aprovechamiento de muchos materiales, acciones con las que se generan empleos y permiten recuperar elementos ya utilizados para volverlos a incorporar a los diversos procesos de los ciudadanos”, explica Juan Carlos Reyes Nova, director General de la CDMB.

“La emergencia de El Carrasco es una oportunidad para comenzar a cambiar la mentalidad de los santandereanos y para que entendamos que el problema y la solución nos compete a todos, y que desde el interior de las familias se puede trabajar por revertir esta situación”, agrega la jefe de Oficina de Gestión Social y Ambiental GESA, Mónica Paola Monsalve Monrroy.

La educación es clave en el proceso, por ello, los niños y niñas en las escuelas y colegios de la región son un eslabón fundamental. Con charlas presenciales y actividades se llega a los más pequeños del hogar para generar en ellos el compromiso con el medio ambiente, enseñarles el código de colores: blanco, negro y verde para la separación de residuos en la fuente y sobre todo las ventajas de hacerlo.

También, se pretende que los santandereanos tomen conciencia sobre el nivel de aprovechamiento de los residuos y darles vida útil hasta donde sea posible, transformarlos para poder seguirlos usando y evitar que materiales como plástico, vidrio, metales, papel y cartón, entre otros elementos reciclables, terminen en un sitio dispuesto únicamente para productos que, definitivamente, no pueden ser reutilizados.

Para la Corporación, el gran paso de revertir los efectos de la contaminación en Santander y cuidar al departamento, considerado uno de los más biodiversos del país, está en cada uno de sus ciudadanos, haciéndolos parte del ciclo del cambio.

Código de colores

La clasificación debe hacerse de la siguiente manera:

• Color blanco: Para depositar los residuos aprovechables o reciclables como plástico, vidrio, metales, papel y cartón.

• Color negro: Para depositar residuos no aprovechables como el papel higiénico; servilletas, papeles y cartones contaminados con comida; papeles metalizados y residuos Covid – 19.

• Color verde: Para depositar residuos orgánicos aprovechables como los restos de comida y desechos agrícolas.