Estas firmas no solo protegen a las empresas de sanciones legales, sino que les permiten sacar el máximo provecho a las oportunidades de crecimiento que ofrecen estas tecnologías, posicionándolas competitivamente en el mercado.
Las implicaciones legales de adoptar y utilizar tecnología dentro de las compañías no son triviales. Requieren un enfoque profesional y meticuloso que permita encontrar un equilibrio entre el uso responsable de estas herramientas en beneficio del bien común y la prevención de riesgos que podrían amenazar derechos y libertades individuales.
“La tecnología ya no es opcional, es una necesidad. Sin embargo, junto con sus ventajas, trae retos significativos. Desde una perspectiva legal y práctica, es crucial que las empresas seleccionen cuidadosamente la tecnología que desean utilizar, comprendiendo para qué la necesitan y cómo la implementarán. Estas decisiones pueden generar grandes beneficios, pero también conllevan riesgos importantes”, explica Carolina Pardo, socia de Competencia y Antimonopolio en Baker McKenzie y representante de Colombia en el Comité Directivo para América Latina del grupo de industria TMT de la firma.
La clave, según Pardo, no radica en temer a la innovación o a soluciones como la inteligencia artificial o la nube, sino en buscar una asesoría integral que permita mitigar riesgos y evitar crisis reputacionales. Esta asesoría protege a las compañías de sanciones legales y, asimismo, les da la confianza necesaria para innovar, fortaleciendo así su capacidad de competir y crecer en un entorno digital.
Esto implica una evaluación detallada del uso específico de cada herramienta tecnológica, una verificación de los posibles riesgos y la consideración de la seguridad, tanto técnica como de la información, en un entorno regulatorio en constante evolución.
Angélica Navarro, también socia de Competencia y Antimonopolio en Baker McKenzie, destaca la importancia de la protección de datos personales como un tema neurálgico, especialmente para empresas multinacionales. Colombia sigue un modelo basado en el consentimiento del titular de los datos, por lo que es fundamental tener procesos claros y bien definidos. “Es esencial entender cómo se obtiene la información, para qué se va a utilizar y evitar prácticas como la perfilación. El desconocimiento no es excusa. Incumplir con las normativas puede resultar extremadamente costoso, no solo por las multas, sino también por el impacto negativo en la reputación”, advierte Navarro.
Para enfrentar estos desafíos, Baker McKenzie ofrece un departamento especializado en asesoría integral. Este servicio no solo evita la necesidad de contratar múltiples asesores independientes, sino que garantiza que las compañías puedan implementar las tecnologías más avanzadas con la tranquilidad de estar cumpliendo con todas las normativas legales.
“Contamos con un equipo robusto en temas de cumplimiento, lo que elimina la necesidad de contratar múltiples asesores independientes. Nuestra experiencia y conocimiento en este campo nos permiten brindar un apoyo completo”, asegura Carolina Pardo.
En resumen, protegerse contra los riesgos asociados a las nuevas tecnologías es vital. Aunque no es una tarea fácil, es completamente alcanzable con el aliado legal adecuado, lo que permite a las empresas incorporar la tecnología de manera orgánica y segura en sus operaciones. Esto protege su reputación y les proporciona una ventaja competitiva en un mercado cada vez más tecnológico.