El 65 por ciento de los estudiantes que hoy están en el colegio trabajarán en ocupaciones que aún no conocemos. Según el Foro Económico Mundial, en 2030 el 77 por ciento de los trabajos serán mediados por la tecnología. La digitalización acelerada de la economía ha cambiado el mundo del trabajo -cada vez más híbrido, flexible y digital-y los impactos de esta nueva realidad sobre la educación son más palpables.
La demanda por talento digital y habilidades de la Cuarta Revolución Industrial aumenta velozmente, y solamente el 33 por ciento de la oferta de empleo en tecnología se satisface a nivel mundial. En Colombia se calcula que el déficit de talento en tecnología está entre 90.000 y 150.000 profesionales. Según datos de la plataforma LinkedIn, la demanda en competencias tecnológicas fue la que más creció en el último año (57 por ciento). Se destacan las habilidades de blockchain, diseño de video, computación en la nube, analítica, inteligencia artificial, ciberseguridad y ventas en línea.
Al mismo tiempo, los niveles de desempleo en el país continúan siendo elevados, en particular entre los jóvenes. “Vemos una desarticulación entre la demanda de talento y la formación. Existe una brecha entre la oferta y la demanda y no podemos esperar 5 años a formar los profesionales que el país requiere”, explica Natalia Jaramillo, directora de Educación de Microsoft Colombia.
Jaramillo advierte que las cifras revelan una tendencia clara acerca de los trabajos que serán los más apetecidos a corto, mediano y largo plazo, y que estas nuevas realidades están cambiando y dinamizando los modelos educativos. Hoy en día, las universidades están combinando la presencialidad y la virtualidad, generando modelos más personalizados y modulares, y apalancándose en la tecnología para generar una nueva propuesta educativa.
“Se está produciendo un cambio de paradigma: las formaciones clásicas, de 4 o 5 años de carrera con currículos fijos y rígidos, no están preparando adecuadamente a los estudiantes para el futuro y las nuevas realidades. Pero la formación superior ha reaccionado ágilmente e integrado propuestas innovadoras”, precisa Jaramillo.
A pesar de que la educación sea cada vez más mediada por la tecnología y más personalizada, el papel de la universidad sigue siendo fundamental en la formación. “Las universidades forman seres integrales. Las competencias socioemocionales y habilidades blandas como la resiliencia, la flexibilidad y la colaboración son imperativas para navegar en un mundo cada vez más digital y automatizado”, concluye Jaramillo.
*Contenido elaborado con el apoyo de Microsoft