En uno de los ventanales del Colegio Corazonista, en Bogotá, llaman la atención tres grandes carteleras. En la primera están las fotos de los estudiantes sobresalientes en las Pruebas Saber 11, en otra, las de quienes se destacaron en los exámenes internacionales de inglés y en la tercera, las de los 73 bachilleres que pasaron a la Universidad Nacional. “En la última promoción se graduaron cerca de 160 alumnos y el 90 por ciento superaron la prueba de ingreso a la Nacional”, recordó un profesor señalando la pancarta.
Al preguntarles a alumnos, profesores que se han graduado de la institución y colaboradores que tienen a sus hijos estudiando aquí sobre cuál es el mayor orgullo de pertenecer a la comunidad corazonista, todos coinciden en la calidad académica. “Tengo un hijo en bachillerato y otro ya se graduó, pasó a la Nacional y obtuvo un excelente puntaje en las pruebas de Estado, tan bueno que los Andes y la Javeriana le ofrecieron un descuento. Imagínese, al salir de acá tenía la oportunidad de estudiar en las mejores universidades con algún tipo de beca. Eso se lo debo a este colegio que los prepara tan bien”, aseguró un padre orgulloso.
La fama que tiene el colegio por su excelencia académica no es fortuita. El Colegio Corazonista es regentado por los Hermanos del Sagrado Corazón, una congregación católica fundada en 1821 en Lyon, Francia, por el padre André Coindre con el fin de educar a los jóvenes de esa ciudad. En dos siglos se han expandido por todo el mundo y a Colombia llegaron hacia la década de 1950. En Bogotá abrieron un colegio en el barrio Chapinero y en los años 90 comenzaron la construcción de una sede en el norte, a las afueras de la ciudad.
Esta sede es bastante amplia y permite brindar una oferta educativa integral que incluye la parte académica, desarrollo físico y deportivo y crecimiento espiritual. El rector, Hermano Francisco Javier Ibáñez, un corazonista español que llegó a Colombia en 1968, explicó que el éxito del colegio es la integralidad: “A la educación hay que meterle mucho corazón, no solamente cabeza. Los alumnos requieren de una preparación completa para que puedan enfrentar los antivalores. Hay que preparar a los estudiantes para que caminen con libertad solos en la vida”.
Para el Hermano “Pacho”, como le conocen los corazonistas, la filosofía del colegio es abierta, si bien es una institución confesional católica, respetan el libre credo y creen que los estudiantes deben tener una formación abierta. Por eso su infraestructura cuenta con un gran campus deportivo en el que se encuentra una piscina, varias canchas de fútbol y de otros deportes, un velódromo, un dojo, en total se forman en 13 disciplinas deportivas, en una riqueza de espacios inigualable. “Hicimos un colegio abierto con un plan deportivo grande, hay 22 profesores de educación física. Tenemos un ambiente de artes culturales, de bailes, de música, sin dejar de luchar por ser un colegio bueno académicamente”, precisó el hermano Ibáñez.
La comunidad corazonista sabe que tiene fama por su excelencia académica, ahora quiere que los colombianos, en especial los capitalinos, la conozcan por otro tipo de habilidades y fortalezas. En especial, quieren destacarse por su campus deportivo. Por eso, exhiben con orgullo su piscina semiolímpica climatizada y otra piscina donde los niños y niñas de prejardín, jardín y preescolar pueden aprender natación y los hermanos pequeños de los estudiantes pueden tomar cursos de matronatación (desarrollo de actividades acuáticas con bebés). También se sienten orgullosos del patinódromo que fue inaugurado por la Chechi Baena.
Esta amplia oferta deportiva también les sirve para fortalecer una de sus principales filosofías: que los padres se involucren en la educación y formación deportiva y cultural de los estudiantes. Por eso todos los fines de semana el campus se convierte en una especie de club deportivo en el que los alumnos y sus padres pueden practicar deportes. Adicionalmente, se ofrecen distintos cursos, como inglés, robótica o cerámica, para papás y mamás.
Los Hermanos Corazonistas también creen que es fundamental la educación en valores y en la fe. Sin esta no hay educación integral, dicen. De hecho, uno de los principios rectores de la comunidad dictado por sus fundadores reza: “librar a los jóvenes de la ignorancia, prepararlos para la vida y darles el conocimiento y el amor de la religión”.
Pero en este tema surge una pregunta: ¿por qué en pleno siglo XXI, en el que la religión pierde peso, hay que insistir en una educación confesional? El hermano Ibáñez responde que ellos respetan cualquier credo y que sus alumnos no tienen la obligación de recibir la doctrina católica, pero aun así considera que es de vital importancia que ellos reciban educación en la fe.
“El que cree en un Dios bueno, tiene ventajas en la vida para caminar más sólido. Si los alumnos salen bien estructurados, salen sin miedos. Hoy día alguien que no tiene credo, no tiene fe, se llena de supersticiones, de miedos. Creemos que la fe católica es buena para un ser humano porque sin ella queda incompleto”, aseguró el hermano Ibáñez.
De esta manera, con corazón y con integralidad, el Colegio Corazonista quiere ayudar a construir una mejor sociedad colombiana donde el conocimiento y la excelencia sean la regla.
Estos son los estudiantes que destacaron en los exámenes internacionales de inglés y la de los 73 bachilleres que pasaron a la Universidad Nacional:
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