De acuerdo con estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo, una persona produce en promedio un kilogramo de residuos sólidos al día, lo que representa más de una tonelada anual de desperdicios en una familia de cuatro miembros. Esta cifra puede variar dependiendo de factores demográficos como la edad de las personas, su género, la ubicación de su vivienda (rural o urbana) y, quizás lo más determinante, los hábitos de consumo.
El impacto de hábitos indaecueado de consumo ha desencadenado una gran problemática ambiental en toda la cadena productiva de un producto o servicio lo que genera un conjunto de desperdicios que requieren ser dispuestos adecuadamente para evitar perjuicios al medio ambiente. Un ejemplo de ello es la alta demanda y uso generalizado de plástico en los que se comercializan alimentos, productos de aseo y de cuidado personal. Consumo que se refleja en las más de 400 millones de toneladas de plásticos de un solo uso que se producen anualmente y que terminan saturando los rellenos sanitarios de un material no biodegradable, que tarda más de un siglo en desaparecer y que podría ser 100% reutilizable, si se dispone adecuadamente.
Precisamente, generar una cultura ambiental que permita disminuir el consumo de plásticos de un solo uso e incentivar su reciclaje, así como el de otros residuos aprovechables, es prioridad en la tarea de educación ambiental que adelanta la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR). Por ello adelanta diversas estrategias para coadyuvar en la gestión adecuada de estos residuos. A través de su programa ‘Ciclo Re Ciclo’, una estrategia de educación y cultura ambiental que impulsa desde el año 2012 en los 104 municipios de su jurisdicción, la entidad promueve la gestión adecuada de los residuos sólidos aplicando las tres “R”: Reducir, Reciclar y Rechazar.
Otra de las acciones adelantadas por la Corporación en concordancia con dicha gestión, es la prohibición de plásticos de un solo uso en los seis parques ecoturísticos que administra en la sabana de Bogotá y el departamento de Boyacá, la cual entró en vigor en septiembre de 2021. Gracias a esta medida la entidad ha contribuido en la disminución de este material en el territorio. Anualmente en estos sitios ecoturísticos se generaban, en promedio, más de una tonelada y media de estos residuos, cifra que se redujo, luego de un año de vigencia de la medida, en 25%.
Así mismo, 98 municipios de Cundinamarca, seis de Boyacá y la zona rural de Bogotá, cuentan en sus puntos estratégicos como plazas de mercado, parques e instituciones educativas, con contenedores instalados por la CAR para la disposición de botellas de plástico PET y baterías tipo pila. Solo el año pasado, gracias a estos contenedores, denominada PET CAR, 800 en total, permitieron la recuperación de más 19 toneladas de residuos que fueron reintroducidos a la cadena productiva, gracias a un trabajo articulado con recuperadores de oficio de los mismos municipios. Residuos de tratamiento especial. Desde hace ocho años la entidad adelanta anualmente una jornada de reciclaje simultánea denominada RECICAR, a través de la cual promueve la recolección de residuos posconsumo en alianza con el grupo Retorna, que agrupa gestores autorizados de residuos que requieren una disposición especial para evitar contaminar los recursos naturales como llantas, pesticidas, luminarias, baterías, dispositivos electrónicos, medicamentos o aceite usado de cocina. Frente a este último, la entidad busca generar conciencia entre la comunidad y establecimientos expendedores de comestibles, respecto a la necesidad de no regarlo por el sifón del lavaplatos, desagües o en las cañerías, para evitar la contaminación de las fuentes hídricas.
Luis Fernando Sanabria Martínez, director general de la CAR, afirma que uno de los grandes retos de descontaminación de las Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTARes) de los municipios y de la PTAR Salitre de Bogotá es el tratamiento de aguas con presencia de aceites domésticos y grasas. “La descontaminación del río Bogotá y de cualquier fuente hídrica es responsabilidad de todos los actores sociales del territorio, por eso debemos evitar contaminarlas con aceite de cocina o residuos contaminantes como colillas de cigarrillo”, anota el funcionario.
Otra aspecto que preocupa a la entidad es que humedales y lechos de quebradas y ríos aún son vistos como “escombreras” o “botaderos” de elementos que no son recogidos por las empresas de servicios públicos municipales ni aceptados por los rellenos sanitarios, como los generados por unidades productivas sin permisos ambientales que abandonan residuos de construcción y demolición, o RCDs, como lo son pinturas, solventes, ladrillos o cemento usado.
Por ello, la CAR trabaja junto a administraciones municipales y generadores para hacer una disposición adecuada y separada de estos residuos, asegurándose de contar con gestores especializados y autorizados que puedan disponer adecuadamente este tipo de desechos sin perjudicar el ambiente y poder reintegrar a la cadena productiva aquellos que puedan ser nuevamente utilizados. La entidad también impulsa la economía circular o el reaprovechamiento de materiales que cuentan con potencial de ser utilizados después de un primer uso para prolongar su vida útil. Lo hace junto a emprendedores, empresarios y agremiaciones vinculadas a su programa de Producción Más Limpia y Sostenible, que impulsa la adopción de criterios de impacto ambiental positivo como el uso de empaques biodegradables o reutilizables, la separación de residuos y su reincorporación en el proceso de producción.
Es así como el compromiso de la Corporación está encaminado a la adopción de hábitos sostenibles en los hogares, instituciones educativas, sectores productivos y administraciones municipales, un trabajo que busca disminuir la carga de los rellenos sanitarios y recuperar ecosistemas que perdieron su vocación natural por una inadecuada gestión de residuos.
*Contenido elaborado con el apoyo de la CAR.