La primera versión de los Juegos Bolivarianos ocurrió en Bogotá, en 1938, entre las naciones liberadas por Simón Bolívar. Con el tiempo otros países invitados se han sumado a las gestas que, este año, llegan a su versión número 19. En esta ocasión, Valledupar fue la ciudad elegida para organizar las justas que tienen a once países en competencia.
En las últimas ediciones de estos juegos, Colombia ha consolidado su poderío deportivo: ganó por primera vez en Trujillo, Perú, en 2013; repitió en Santa Marta, Colombia, 2017; y en esta oportunidad, hasta el momento, continúa con el liderato en la tabla de medallería.
Para Ciro Solano, presidente del Comité Olímpico Colombiano, esto es la muestra de que los esfuerzos realizados para el deporte colombiano en los últimos años tiene sus frutos: “Más apoyo implica más resultados. Con ayuda del Ministerio del Deporte tenemos programas para la contratación de entrenadores y apoyo a los deportistas, además de estímulos por medallas. Eso ha ayudado mucho”.
Guillermo Herrera, ministro del Deporte, concuerda con esto. “Mayor inversión nos permite cerrar brechas en lo deportivo y en el desarrollo del deporte comunitario. La Selección femenina de voleibol de Colombia es un claro ejemplo de esto. Empezamos a hacer aportes importantes de recursos que permitieron que clasificaran al Mundial de Países Bajos y Polonia”, argumenta.
Para el caso de Valledupar, ser sede de un evento de este calibre tiene gran importancia en varios aspectos. Pasa, por ejemplo, por el impulso a la reactivación de la economía, pues se estima que, durante los días de la realización de los juegos lleguen a la ciudad entre 10 mil a 12 mil personas, que beneficiará al sector hotelero y de comercio. “Se realizó una inversión grande: cerca de 190 mil millones de pesos, de los cuales alrededor de 130 mil millones de pesos se invirtieron en infraestructura, para la construcción de los escenarios, que quedan allí al servicio de las generaciones futuras”, agrega Herrera.
Para Solano, también queda una cultura alrededor del deporte en una ciudad que tradicionalmente se relaciona más con el vallenato. “Estos juegos dejarán un legado enorme de organización: quedan capacitados más jueces y entrenadores. Además se consolidó una afición. El público es el verdadero ganador de la medalla de oro. Ha sido una locura positiva. Quedan todas las herramientas para que Valledupar se convierta en un centro deportivo”, indica.
La clausura de los juegos se realizará el próximo martes en el Estadio Armando Maestre Pavajeau, en Valledupar.