Nuestro planeta está sufriendo un cambio geológico drástico. El impacto global de las actividades humanas sobre los ecosistemas ha relegado al pasado su desarrollo independiente. Antiguamente, nuestro planeta evolucionaba solo, la selva se extendía y los paisajes eran formados por ríos, volcanes, movimientos terrestres y cambios climáticos naturales. Hoy en día, el ser humano interviene drásticamente en este proceso natural. Al actual período geológico formado por el hombre se le conoce con el nombre de antropoceno.     Nuestra idea de la naturaleza es anticuada. La teoría del antropoceno supone que ya no existe una naturaleza que se desarrolla por sí sola y contrasta con la cultura humana. Este concepto conmueve los cimientos de nuestra forma de interpretar el mundo, explica el geólogo Reinhold Leinfelder, de la Universidad Libre de Berlín: “Hasta ahora, por lo general, diferenciamos la naturaleza buena del hombre malo con su técnica. Pero, entretanto, el hombre ha transformado su entorno natural de tal forma, que ya no podemos hablar de la existencia de una naturaleza en su antiguo sentido. Somos parte del todo y, si queremos salir adelante, tenemos que entender que formamos parte de la naturaleza, de una naturaleza nueva”. El 75 por ciento de la superficie terrestre ha sido modificada En el antropoceno el ser humano y la naturaleza conforman una entidad. Así, desaparece la oposición entre el medio ambiente, que se desarrolla de manera natural, y una sociedad de alta tecnología. En efecto, los argumentos teóricos son muy convincentes. Hasta la fecha, el ser humano ha transformado alrededor de un 75 por ciento de la superficie terrestre. “Por medio de la agricultura, proyectos de construcción y la explotación minera estamos modificando la Tierra. Hoy en día, trasladamos treinta veces más material terrestre de lo que corresponde a procesos naturales. La tasa de extinción de los animales es cien veces mayor, algunos hasta afirman que mil veces mayor, que la que se registraría en forma natural. Estamos remodelando drásticamente el planeta. Los sedimentos geológicos del futuro llevarán claramente nuestro sello”, señala Reinhold Leinfelder.  Un experimento a escala mundial En el futuro, se encontrarán restos de nuestros animales útiles en los sedimentos al igual que huellas de plantas de cultivo y partículas de plástico. Depósitos sedimentarios de este tipo dan testimonio de las eras geológicas. A la época geológica más reciente se la conoce como holoceno. Este empezó hace 11.000 años, al final de la última era glacial. A más tardar desde la industrialización en el siglo XVIII, el antropoceno pasó a sustituir el holoceno. Hasta hoy, por ejemplo, se pueden comprobar restos de plomo en el suelo. Desde entonces, la influencia del hombre en la naturaleza aumenta continuamente: la explotación minera a cielo abierto mueve montañas, la agricultura transforma paisajes enteros, así como la rectificación de ríos. A esto se suman las tierras ganadas al mar. No hay regreso al holoceno Por ello, el historiador técnico Helmuth Trischler está convencido de que el hombre y su técnica son inseparables: “Nosotros cargamos con la culpa y no podemos vivir sin la técnica. No podemos regresar a un estado primitivo. Nosotros hemos iniciado estos cambios profundos por largos espacios de tiempo y ahora tenemos que lidiar con ellos. No podemos regresar al holoceno.” Las nuevas técnicas tienen el reto de mejorar los problemas conocidos. Para encontrar una solución no es suficiente despedirse de la sociedad industrial. En el antropoceno, el ser humano y su técnica se definen como parte de la naturaleza. Esto agudiza la conciencia de que vivimos en una época geológica formada por el hombre y que tenemos que remodelar nuestro planeta de forma responsable y sostenible.