Por primera vez en la historia, el presidente de Estados Unidos, buscará poner límites a las emisiones de carbono. La batalla que enfrenta Obama puede ser el más grande triunfo de su gobierno en materia ambiental o puede terminar en un fracaso de talla mundial. “A los seres humanos nos incomoda hablar de problemas cuya solución no entendemos. Siempre ha sido más fácil hablar de algo que tiene una solución más palpable”, dijo Yvo de Broer, exsecretario ejecutivo de la Convención Marco de Cambio Climático de la Organización de Naciones Unidas, en una entrevista con Semana Sostenible en noviembre de 2012. ¿Quién es Noé? Y ¿Cómo así que hubo un diluvio? Para quienes creen y conocen el relato bíblico, Dios prometió nunca volver a inundar completamente la tierra, sin embargo las recientes inundaciones en Alemania y las sequías en diferentes zonas de Asia, han llevado a que varios reflexionen, no sobre si el Dios de los cielos volverá a inundar el mundo, sino sobre cuál es el futuro de la tierra y qué les espera a las generaciones futuras. “Me niego a dejar a nuestra generación y a las generaciones venideras un planeta sin solución”, con esta frase, Barack Obama, presidente de Estados Unidos, anunció su plan para la reducción de la emisión de gases contaminantes y para la paulatina reconversión de la industria norteamericana hacia las energías alternativas. Una tarea titánica, irrisoria incluso, si se tiene en cuenta que en los debates de calentamiento global y cambio climático este país ha jugado un rol en gran medida, indiferente. El proyecto incluye la fijación por primera vez de límites a la industria contaminante y la promoción, mediante ayuda financiera y otros beneficios, para la producción de energía eólica y solar. Así, ha pedido a la Agencia para la Protección del Medio Ambiente (EPA) el establecimiento, en coordinación con las autoridades de los estados y de la industria afectada, de estrictos límites para la emisión de CO2 y otros gases contaminantes que se aplicarán a partir de junio del próximo año y, como máximo, en junio de 2015 para las empresas productoras de energía que se encuentran funcionando. Lo que se pensaba era una promesa de campaña para atraer los votos de los ambientalistas es una clara intención de cambiar el cómo se están haciendo las cosas. Al punto que Al Gore en su blog dijo que el discurso de Obama era el mejor que un presidente había realizado sobre cambio climático en toda la historia. Durante su primer mandato, Obama había propuesto un proyecto de ley, el Cap and Trade Act, que instauraba un sistema de mercado de emisiones de gases de efecto invernadero, el cual llevaría a un plan aún más ambicioso de reducción de emisiones penalizando a los que contaminaran más. Pero el texto fue abandonado en julio de 2010, al no ser adoptado por el Senado ante la presión de los republicanos. Esta vez, el presidente decidió utilizar todos los instrumentos a su disposición y las instituciones existentes para avanzar pese a todo en este punto. Usó la única herramienta actualmente disponible, la Ley sobre la pureza del aire (Clean Air Act), adoptada en 1970 para luchar contra las contaminaciones atmosféricas tradicionales y cuya aplicación depende de EPA. Pero la historia del cambio climático no es una historia de héroes que vencen el mal o los cataclismos que se aproximen. La bancada republicana del Congreso no se ha quedado atrás en el proyecto. Los senadores de este partido señalan que medidas como estas afectarán la producción y que modernizar las plantas perjudicará los beneficios de las empresas y generará mayor desempleo. Estos argumentos, sin embargo, parecen vacíos frente a las consecuencias que anuncia el último informe sobre cambio climático de la IEA, International Energy Agency, que sacudió a todos los gobiernos del mundo. Con el revelador título de Redrawing the Energy Climate Map (Reformulando el mapa de la energía climática en español), la IEA reveló que ningún país, si sigue por el camino que va, va a poder limitar la elevación de la temperatura a menos de 2°Celsius, como se había acordado y, aparte de eso, en mayo de este año los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera superaron las 400 partes por millón. Todo esto quiere decir que, a largo plazo, la temperatura mundial subirá entre 3,6 y 5,3°C. Si esto sucede los polos se derretirían y superficies enteras de tierra, incluyendo gran parte de los países del sur del continente americano, quedarían sumergidos. Frente a esta realidad, posiciones activas como la Obama resultan decisivas, no solo para el futuro de Estados Unidos, sino de todos los países. La batalla apenas empieza. Este proyecto exige que los estados cumplan con normas impuestas desde Washington, y algunos de ellos, en manos de los republicanos, podrían desafiar ante los jueces la autoridad del Gobierno federal para asumir ese papel.