La nueva alcaldesa de Bogotá, Claudia López, anunció que su gabinete será escogido por meritocracia, o sea, en función del mérito de los candidatos. Siendo la lucha anticorrupción su principal bastión, es obvio que con esta decisión busca ser coherente y marcar distancia de las prácticas clientelares tradicionales que han primado en la escogencia de los altos funcionarios del estado. Cabe esperar, entonces, que también le cierre el paso al amiguismo, que es la mendigante expresión de la corrupción amparada en el cariño. Activistas y colectivos de diversos sectores estamos a la expectativa de conocer los nombres de quienes, según la promesa de la alcaldesa, habrán de sumar los mayores méritos en lo técnico, lo político y lo social. En otras palabras, de quienes habrán de conjugar lo mejor del conocimiento, la preparación académica y la experiencia en cada uno de los temas, con un elemento, a mi juicio, fundamental: la confianza para construir y concertar con los sectores sociales. Pues si algo deja el gobierno saliente, entre sus malas prácticas, es un saldo de exclusión. De allí su cínica consigna: “impopulares pero eficientes”. Los defensores de animales somos, sin duda, uno de los sectores más expectantes. Los graves problemas de gestión que tuvo el Instituto de Protección Animal van desde escándalos por corrupción –que condujeron a la renuncia de su primera directora–, hasta hallazgos fiscales sobre excesos en gastos de funcionamiento o, en términos coloquiales, derroches de dinero en asuntos como la publicidad. También hacen ruido las denuncias periodísticas de Ariel Ávila sobre una posible toma de la entidad por un grupo cristiano. Y uno muy sentido por nosotras, las proteccionistas, que fue la exclusión de nuestra participación. En suma, un coctel explosivo con ingredientes de arrogancia y malos manejos que no estamos dispuestas a beber de nuevo. Por eso tenemos una enorme expectativa sobre quién llegará a dirigir los rumbos del Instituto en los próximos cuatro años. Confiamos en que el headhunter de la alcaldesa pondrá el ojo en una persona que conozca los problemas de los animales en terreno y no solo en las redes sociales, que tenga experiencia administrativa, que no genere resistencias de entrada, que sea capaz de construir con un movimiento ciudadano diverso y complejo, y que no tenga tacha ni contratos raros a cuestas, aunque estos sean de menor cuantía. En suma, un funcionario con las mismas altas calidades que, confiamos, tendrán las cabezas de las demás entidades. No alguien puesto en el cargo solo por creer que la protección animal es un tema “de nicho” o, peor aún, por ser “cercano a la causa”. Nada sería más equivocado. El triunfo que obtuvieron los animales el 27 de octubre en las urnas, con un respaldo de 23.749 ciudadanos (la cuarta votación más alta del partido verde) para quienes la agenda animalista es un tema de primer orden en la ciudad, llega con un doble mandato. Primero, gestionar y materializar cambios favorables en las vidas de miles de animales. Segundo, hacer valer el voto mediante el debido control político y un intenso trabajo normativo. Pero hay, además, un tercer elemento clave en todo esto, que reitero: la confianza. Ese valor que si no está presente, nos hundirá en un lodazal de malestares. (*) Vocera en Colombia de AnimaNaturalis Internacional | PhD en Derecho | @andreanimalidad