El fin de semana Di Stefano, nacido el 4 de julio de 1926 en Barracas, un barrio de Buenos Aires, había sido internado tras sufrir un paro cardíaco mientras almorzaba en un restaurante cerca del estadio Santiago Bernabeu, la sede del club madridista. Al informar sobre la muerte de su presidente honorario, el Real Madrid lo calificó en su comunicado como "el mejor jugador de todos los tiempos". Los anales del fútbol reconocen a Di Stéfano como el principal inspirador de la mayor hazaña colectiva realizada a nivel de clubes. La llamada "saeta rubia" logró con el Real Madrid cinco Copa de Clubes Campeones Europeos entre 1956 y 1960, la conocida Copa de Europa que ahora es la Liga de Campeones. Además de esas cinco finales, en las que siempre marcó goles -tres de ellos en la de 1960-, Di Stéfano jugó otras dos y recibió dos veces como jugador en actividad el Balón de Oro que otorgaba la revista France Football: 1957, 1959; y otro más, honorífico, al cumplirse 30 años de vigencia de la Copa de Europa. Su carrera es una verdadera reliquia para el fútbol internacional y en particular para el Real Madrid, del que fue presidente de honor desde el año 2000. La FIFA lo nombró oficialmente entre los cinco mejores futbolistas del siglo XX, junto con Pelé, Maradona, Cruyff y Beckenbauer. Tenía 27 años cuando llegó a Madrid, tras pasar por River Plate (1944/45 y 1947-49) y Huracán (1946) en Argentina; y Millonarios (1949/52) en Colombia. En el Madrid estuvo entre 1953 y 1964; jugó allí 396 partidos y convirtió 307 goles. Se retiró como futbolista del Espanyol en 1966, poco antes de cumplir 40 años. En total, contando todas las citas de clubes y equipos nacionales durante su prolongada carrera, jugó 897 partidos, convirtiendo 694 goles (0,78 por partido). "El gran mérito de Di Stéfano, más allá de sus triunfos deportivos, consistió en dar placer a millones de personas y de inspirarles una nueva fe, una pasión por un juego que antes de su esplendor personal todavía no era universal". Tras su retiro como jugador fue director técnico, entre 1967 y 1991, de diversos equipos españoles y argentinos, entre ellos Boca Juniors, Valencia, River Plate y Real Madrid. Sus aportes Su principal contribución como futbolista fue en el ámbito de clubes, ya que por diversos motivos no pudo jugar en campeonatos mundiales: Argentina no participó por razones políticas en los de 1950 y 1954; luego España no se clasificó para el de 1958 y Di Stéfano estuvo lesionado en 1962. Se ha señalado su aporte en todos los sectores del campo de juego. Tenía la elegancia de un artista y la capacidad de trabajo de un jornalero. Hombre orquesta, podía defender, organizar, pasar, trasladar, tocar, regatear y golear. El legendario Bobby Charlton quedó impresionado tras un Madrid-Manchester United, en 1957: "¿Quién es ese? Recibe la pelota del portero; les dice qué hacer a los zagueros; vaya donde vaya está en posición de recibir la pelota; se ve su influencia en todo… Nunca he visto a un futbolista tan completo. Es tan fuerte como sutil y hábil. Su combinación de cualidades es hipnótica". Johan Cruyff ha reconocido que Di Stéfano hacía un "fútbol total" avant la lettre, cuando la noción todavía no existía en la imaginación de Rinus Mitchel. Dice Alfredo Relaño, director del diario deportivo español As y coautor de "Gracias Vieja", el libro de memorias de Di Stéfano: "Cuando llegó, el Madrid no tenía más que dos Ligas, ambas durante la República. Desde entonces ha ganado tantas como todos los demás equipos juntos (…). La leyenda universal del Madrid nace de esos años". Pero no sólo fue el principal forjador de la grandeza del club que la FIFA considera "el mejor del siglo XX": también, a juicio del respetado comentarista inglés Tim Vickery, columnista de la BBC, dio su impronta, directa o indirectamente, a las dos principales competiciones internacionales de clubes, la Copa de Europa y la Copa Libertadores sudamericana. Vickery, corresponsal en Brasil, considera a Di Stéfano "más grande" que Pelé y Maradona. Dice que además de animar al Madrid, "también fue el principal responsable del rápido éxito de la Copa de Campeones Europeos; todos querían ver a ese equipo, con un nivel jamás visto en el continente." El fútbol en Sudamérica Esto tuvo como consecuencia la gestación en Sudamérica de la Copa Libertadores, cuyo impulso inicial cobró fuerza cuando la UEFA propuso un enfrentamiento entre los campeones de Europa y Sudamérica. Vickery le reconoce a Di Stéfano una influencia indirecta en este resultado, debido al entusiasmo popular y deseo de emulación que provocaron sus actuaciones. También contribuyó en forma destacada al desarrollo y consolidación del fútbol colombiano, donde jugó entre 1949 y 1952 para el club Millonarios. Di Stéfano y otros jugadores argentinos, entre ellos el gran Adolfo Pedernera, fueron a Colombia debido a una huelga de futbolistas en Argentina, donde los clubes tenían un poder dictatorial, absoluto, sobre los jugadores. "Las hazañas de Di Stefano engendraron fe en el Real Madrid y en el fútbol alrededor del mundo, una fe casi religiosa que se consolidó en lugares donde la liturgia no es precisamente española ni argentina”. Contaba Di Stéfano que él y Néstor "Pipo" Rossi, otra gran figura de River, fueron a ver al presidente del club; le dijeron que tenían pasajes para Bogotá y que se irían si no les mejoraba el contrato. La respuesta del presidente fue tajante: "Se pueden ir y si se quieren morir allí, se mueren allí." Se fueron. En una semblanza de Alfredo Di Stéfano que publicamos en BBC Mundo el 31 de diciembre de 2005, cuando su salud era precaria, dijimos que su trayectoria era un milagro en el sentido que George Bernard Shaw daba a esa palabra: "Milagro es cualquier cosa que engendre fe”. Las hazañas de Di Stefano engendraron fe en el Real Madrid y en el fútbol alrededor del mundo, una fe casi religiosa que se consolidó en lugares donde la liturgia no es precisamente española ni argentina. Di Stéfano y Pelé fueron los principales jugadores del fútbol en todo el mundo, adelantados del espectáculo global, del deporte universal y más democrático. El brasileño fue más conocido que el hispano argentino porque, al ser más joven, la televisión pudo recoger más imágenes de mejor calidad. La popularidad universal fue el factor determinante de uno de los episodios más rocambolescos de su carrera, en agosto de 1963, cuando fue secuestrado en Caracas por miembros del Frente de Liberación Nacional de Venezuela, que lo dejaron en libertad tras un cautiverio de dos días durante los cuales aprovecharon para publicitar su causa, como años antes, en 1958, había hecho el Movimiento 26 de Julio, al secuestrar en La Habana a Juan Manuel Fangio. La Saeta Rubia Durante su juventud en Argentina lo llamaban La Saeta Rubia y Alemán, por el color de su pelo, que le llegó a través de su familia materna (Laulhé, el abuelo, y Dick-Guilmont la abuela), de origen francés e irlandés. Por la rama paterna, los Di Stéfano eran de Capri. Su bisabuelo, cuenta en sus memorias "Gracias, vieja", fue un general de Garibaldi: "Me ofrecieron su espadón, me lo querían regalar, porque estaban orgullosos de lo que yo había hecho. Pero no quise." A los 15 años dejó de estudiar; ya era un buen jugador en los potreros del barrio. También iban a los partidos y Alfredo recuerda en sus memorias que vio con su padre los cuatro goles del primer partido que el español Isidro Lángara jugó con el San Lorenzo ante el River Plate: "Metió cuatro goles el vasco, hay una foto del partido en la que aparezco yo con mi padre”. A los 17 años ingresó en la cuarta división del River Plate (lo tomó el célebre Carlos Peucelle, maestro de maestros del fútbol argentino). En esa época el primer equipo era la famosa La Máquina, con una delantera integrada por Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustou, a quienes Di Stéfano solía señalar como los mejores jugadores que vio en su vida. Luego, cuando Pedernera se marchó a Colombia, se formó una nueva delantera, llamada "La Eléctrica": Reyes, Moreno, Di Stéfano, Labruna y Loustau. Y esto nos lleva por supuesto a una famosa formación del Real Madrid: Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento. Durante su tránsito por el fútbol argentino ganó dos campeonatos con River (1945 y 1947) y el Campeonato Sudamericano con la selección, en 1947. Con Millonarios ganó tres campeonatos, 1949, 1951 y 1952. Jugando para Millonarios fue cuando Di Stéfano llamó la atención de Santiago Bernabéu, el legendario presidente del Real Madrid, en un partido con motivo del 50 aniversario del Real Madrid en el que el equipo colombiano goleó 4-2. En el fútbol español Su ingreso en el fútbol español estuvo marcado por una de las controversias más enconadas del fútbol internacional, ya que fue contratado por el Real Madrid y el Barcelona FC al mismo tiempo. El Madrid realizó las gestiones correspondientes ante el Millonarios, mientras que el Barcelona lo hizo ante el River Plate. Ambos clubes se consideraban con títulos suficientes, pero la FIFA favoreció los derechos del club colombiano y por extensión del Real Madrid. Ante esto, intervino la Real Federación de Fútbol Española, que dictó un fallo aparentemente "salomónico": autorizó a Di Stéfano a jugar cuatro temporadas en España, las dos primeras en el Madrid y las otras dos en el Barcelona. El Barcelona se consideró agraviado y renunció a sus derechos sobre el jugador. El Madrid, a su vez, se hizo cargo del dinero adelantado por el Barcelona a River y del resto de la deuda con el club argentino. La pugna entre el Madrid y el Barça por la firma de Di Stéfano llevó hasta niveles nunca vistos la rivalidad entre los dos grandes del fútbol español, que a poco de andar terminaron por desplazar del primer plano al Athletic Club de Bilbao, que había sido el equipo hegemónico en España. Con el Real Madrid, Di Stéfano también ganó ocho campeonatos de Liga y una Copa Intercontinental. A pesar de haber vivido tantos años en España, Di Stéfano conservó hasta el fin un fuerte acento de los barrios porteños donde creció y vivió antes de marcharse al extranjero. Era un acento petrificado en el tiempo, ya que no acompañó el desarrollo natural de la lengua en la Argentina: él era virtualmente el único que hablaba con ese acento añejo. Sus aficiones también quedaron prendidas en los gustos populares argentinos de los años 40, con frecuentes citas de tangos, en particular Cambalache, que Enrique Santos Discépolo escribió en 1935. La letra de Cambalache reflejó el repudio popular a la llamada "Década infame", tras el derrocamiento en 1930 del presidente radical Hipólito Yrigoyen. La amargura del Cambalache donde, "herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia junto a un calefón", marcó indeleblemente a la generación de Di Stéfano. Acostumbraba a citar versos del Martín Fierro, el poema épico gauchesco de José Hernández: "Me lo leí cuarenta veces ya". Le gustaban los consejos del Viejo Vizcacha, en particular que "cada lechón en su teta es el modo de mamar", y también "hacéte amigo del juez, no le des de qué quejarse…" El gran mérito de Di Stéfano, más allá de sus triunfos deportivos, consistió en dar placer a millones de personas y de inspirarles una nueva fe, una pasión por un juego que antes de su esplendor personal todavía no era universal. Como acostumbra a decir el escritor mexicano Juan Villoro (y así tituló a uno de sus libros), "Dios es redondo". Y Di Stéfano fue uno de sus profetas. BBCMundo/D.com