Desde sus numerosos observatorios, dotados con los telescopios ópticos, infrarrojos o radioscopios más sofisticados y más grandes del mundo, como los de Paranal, Las Campanas, Gemini o ALMA, Chile responde actualmente por cerca del 40% de la observación terrestre del universo.Para la próxima década se espera que dicha capacidad de observación aumente al 70%, con la puesta en marcha del Telescopio Gigante de Magallanes (GMT), el Gran Telescopio para Rastreos Sipnóticos (LSST) o el Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT).Esto le ha valido al país convertirse en "los ojos del mundo" o la "capital mundial de la astronomía".A sus condiciones climáticas y geográficas como la baja humedad, las altas cumbres y las planicies, se suma la capacidad ilimitada para expandir la instalación de observatorios, lo que le diferencia de otros centros privilegiados de observación como Hawai, en el Pacífico, o las islas Canarias en España.Esas condiciones, junto a la seguridad jurídica, han convertido al país en el territorio con mayor concentración de instrumentos para la contemplación de los cielos. Los científicos chilenos tienen el 10% del tiempo de observación de todos estos telescopios, lo que ha contribuido a mejorar considerablemente su presencia en la astronomía."Los astrónomos chilenos son los que más acceso per cápita tienen a las observaciones. Eso nos pone en una posición privilegiada, porque nos permite hacer avances y contribuir" a enriquecer el estudio de la astronomía, dice a la AFP Mario Hamuy, astrónomo y actual presidente de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile (Conicyt).La implicación de los chilenos en las observaciones ha supuesto un salto exponencial para el desarrollo de esta rama de la ciencia en las universidades en los últimos años.De los 20 astrónomos que había en dos universidades de Santiago en 1984, ahora son más de 100 en diez universidades del país, y si a ellos se suman los estudiantes de posgrado y doctorados, se llega a los 300, recuerda el astrónomo, que ha organizado esta semana en isla de Pascua el primer encuentro de especialistas en supernovas.Hamuy fue uno de los fundadores del proyecto Calán/Tololo, investigación liderada desde el departamento de Astronomía de la Universidad de Chile y el Observatorio Interamericano de Cerro Tololo, en Coquimbo, al sur de Atacama.Este proyecto permitió contar con una herramienta inédita para la medición de distancias en el universo, mediante el uso de supernovas, las estrellas que estallan y liberan sus químicos en el universo, esenciales para la formación de los planetas.Estos datos fueron el antecedente que en 1998 permitió descubrir la expansión acelerada del universo y que en 2011 le valió el premio Nobel de Física a Brian Schmidt.En total, 150 científicos chilenos participan en el estudio de las supernovas, que esta semana son objeto de una conferencia de especialistas en la isla de Pascua para coordinar esfuerzos y formular nuevos proyectos de investigación para entender su origen, su rol como fábrica de elementos químicos y como instrumentos para medir las distancias del Universo.