Ya no tumba ni una mata. Tampoco tiene vacas. Entre los 15 años que estuvo sembrando coca y los dos que lleva cuidando la selva, Olmes Rodríguez prefiere hablar de lo segundo y, como si fuera un mantra, dice “la tala salió de mí”. Arborizó su “fincho”, como llama a las 20 hectáreas de tierra que tiene en la vereda El Paraíso, donde vive con su mujer y sus tres hijos, porque su proyecto de vida consiste ahora en vivir del bosque, en defenderlo.  El Paraíso hace parte de las 28 veredas que conforman el corregimiento El Capricho, en San José del Guaviare, ubicado en la zona de amortiguación entre el Parque Nacional Natural Chiribiquete y la serranía de La Lindosa, territorio donde la deforestación creció desmesuradamente este año. Le puede interesar: Más de 2.300 puntos de minería ilegal despedazan la Amazonia Por su trabajo como presidente de la Asociación de Juntas de Acción Comunal del Capricho (Asocapricho), cargo que preside desde septiembre de 2016, Rodríguez no recibe un solo peso. Vende pescados y paletas en las trochas de las veredas del corregimiento, lo que le permite sacar adelante a su familia. Pero a partir de 2019 vivirá del bosque, actividad que piensa convertir en su único oficio.  Las paletas las vende en su moto, en la que lleva una nevera de icopor. Los pescados los negocia con los pescadores del río Guaviare para luego revenderlos. Conos y helados los ofrece a 2.000 y 1.500 pesos respectivamente, y también los adquiere de otro proveedor local. Rodríguez se ve en su futuro como una especie de administrador del bosque. Es decir, sacando determinada cantidad de madera sin afectar el funcionamiento de los ecosistemas. Además, planea cultivar especies como asaí, seje, cumare, zancona y moriche: flora amazónica de la cual se sacan productos comestibles como jugos, helados o mermeladas; cosméticos como aceites naturales; colorantes tanto para comestibles como para productos de belleza y medicinales. Le sugerimos: Bosques del Guaviare, los más apetecidos por mafias come tierra durante tercer trimestre de 2018 Desde hace un año, Asocapricho trabaja con el gobierno echando a andar la forestería comunitaria en el corregimiento, programa que consiste en cambiar la tumba de la selva para meter vacas por un manejo sostenible de los bosques que aún quedan de pie, en el que se aprovechen resinas y frutos para comercializarlos.  El programa lo lidera el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y participan entidades como la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), el Instituto Sinchi, Visión Amazonía, Parques Nacionales Naturales y la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Norte y del Oriente Amazónico (CDA). Todas las entidades aportan recursos y personal para llevarlo a cabo, y tiene una proyección a largo plazo de más de diez años.

Campesinos del corregimiento El Capricho, en San José del Guaviare, buscan conservar y aprovechar el potencial del bosque. Con el apoyo del gobierno nacional, en el futuro esperan comercializar freutos, aceites, fibras y madera. Foto: FCDS Actualmente, 168 familias campesinas de El Capricho han manifestado su compromiso y disposición de apostarle a la forestería comunitaria. “Hemos avanzado bastante. Los expertos nos han contado qué productos podrían aprovecharse en los bosques y selvas en la mayoría de las fincas de la comunidad, como maderables, resinas y frutos como el asaí. A su vez, le apostamos a reforestar los predios para que los bosques no desaparezcan. Porque si solo sacamos y sacamos, tarde o temprano todo el verde desaparecerá”, dice Olmes, campesino de 40 años, que solo estudió hasta quinto de primaria y que llegó hace 20 años al Guaviare a sembrar coca.  Aunque el presidente de Asocapricho continuará difundiendo su mensaje ambiental en el corregimiento, tiene algo atravesado entre pecho y espalda.  “Haré todos los esfuerzos para que más gente haga parte de la forestería comunitaria y diga no más a la deforestación. Pero me da tristeza que el pobre campesino deje de talar en su finca y de la nada llegue una nueva persona a tumbar árboles en más de 200 hectáreas. Eso desmotiva los proyectos que queremos adelantar”. En cuanto a los protagonistas de la gran deforestación, Olmes dice “no somos los campesinos. Acá llega gente con plata a talar 100, 200 o 300 hectáreas. No tengo conocimiento sobre quiénes son, y así lo supiera no lo podría decir, porque peligraría mi vida”. No más tala  La forestería comunitaria consiste en conservar y aprovechar sosteniblemente todo el potencial del bosque, lo que incluye sus frutos, aceites, fibras, agua, fauna, leña, madera y hasta la belleza escénica para el turismo. Con las comunidades de Asocapricho, el proyecto del gobierno nacional tiene como fin mejorar la calidad de vida de los campesinos y el estado de conservación de los ecosistemas estratégicos del Guaviare, a través del aprovechamiento de algunas especies no maderables como cumare, asaí, seje, zancona y canangucho.

Guaviare perdió 38.221 hectáreas de bosque en 2017, lo que indica que concentró 17,3% de la deforestación nacional. Foto: FCDS.  Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible, dijo que este proyecto plantea un manejo de los bosques remanentes que aún quedan en las fincas ubicadas en la zona amortiguadora, entre el límite de Chiribiquete y La Lindosa. “Buscamos darles una solución económica distinta a las familias de esta área, dedicadas por muchos años a la ganadería. Queremos que tengan medios de vida con un uso sostenible del bosque, en especial mediante especies no maderables”. Según Botero, los jóvenes campesinos del corregimiento ven la necesidad de cambiar su mentalidad frente a sus formas de producción. “Las nuevas generaciones tienen conciencia frente al cambio climático, la deforestación y la degradación del suelo, y han participado en la caracterización del bosque y la planeación de manejo en las fincas de El Capricho”. En 2019, el proyecto de forestería comunitaria en El Capricho pretende arrancar con los procesos de extracción y negociación de productos no maderables. “Esperamos que el año entrante las comunidades logren comercializar los productos del bosque silvestre. Además, que los que quedan en la zona amortiguadora de Chiribiquete tengan un manejo comunitario”, puntualizó Botero.  Gran alianza contra la deforestación  Colombia es uno de los diez países más deforestados del planeta. En los últimos 25 años, cerca de 6,4 millones de hectáreas de bosque desaparecieron del territorio por factores como acaparamiento de tierras, ganadería extensiva, minería y comercio ilegal de madera, principalmente en hervideros de biodiversidad como la Amazonía y el Pacífico. Con el propósito de hacer visible este problema e involucrar activamente a los colombianos en la búsqueda de alternativas frente a la pérdida de sus bosques, Semana, el gobierno de Noruega y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible unieron esfuerzos y crearon la Gran Alianza contra la Deforestación. Desde septiembre este proyecto promueve el interés y el seguimiento de actores clave, líderes de opinión y público en general sobre la deforestación y las acciones para su control y disminución.

Cincuenta entidades y medios de comunicación ya hacen parte del más grande esfuerzo informativo para alertar acerca del peor problema ambiental del país: la pérdida del bosque. Semana, el gobierno de Noruega y el Ministerio de Ambiente lideran esta iniciativa. Foto: FCDS.  Con el apoyo de medios, entidades y organizaciones ambientales y de control, que a la fecha suman más de 50, la Alianza espera que los colombianos entiendan las nefastas consecuencias de perder sus bosques.  El proyecto utiliza todas las herramientas tecnológicas para entregar productos informativos especiales que combinarán periodismo de investigación con reportaje, multimedia y minidocumentales. Por medio de una plataforma digital recopila la información de acciones gubernamentales y no gubernamentales para controlar y disminuir la deforestación, que medirá el nivel de compromiso a nivel departamental y local.  Es la primera vez que un medio de comunicación establece una alianza con un país cooperante y una autoridad ambiental con la idea de hacer efectivo el control ciudadano sobre un problema de trascendencia planetaria. Noruega es uno de los grandes aliados del gobierno y de las organizaciones colombianas que luchan contra la deforestación y buscan mitigar las consecuencias del cambio climático. Héroes de los bosques  Todos los grupos comunitarios u organizaciones de la sociedad civil podrán postular sus iniciativas para frenar el deterioro de la superficie forestal en la página de la Alianza (www.gadeforestacion.com). Las tres mejores recibirán un reconocimiento en un evento que se hará en Bogotá en enero de 2019. La Alianza tiene previsto realizar talleres de sensibilización y tres foros con actores regionales en los departamentos más afectados por la deforestación, los cuales priorizarán el intercambio de buenas prácticas.  La última fase generará alianzas regionales y un mapa de los actores comprometidos con mantener el foco de atención y monitoreo sobre la deforestación, de la mano de los gobiernos locales. Estas sinergias buscarán que los medios regionales mantengan el seguimiento sobre las tasas de deforestación y las iniciativas, y que la información generada tenga réplica a nivel nacional.  Culminado el proyecto, la Alianza realizará un evento nacional para informarle al país los resultados alcanzados y la importancia de mantener un seguimiento sobre el problema, que no sea solo técnico.