En 2012, el biólogo Gustavo Trujillo trabajaba en el centro de atención y valoración de fauna del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, ubicado en Medellín, cargo en que recibía con frecuencia animales silvestres que habían sido víctimas del tráfico ilegal. Un día tuvo que tratar a varios loros, todos extraídos de su hábitat natural y rescatados cuando intentaban venderlos como mascotas. Al poco tiempo del contacto con las aves el biólogo empezó a sentirse enfermo. “Comencé a sufrir de dolor de cabeza, tos seca y malestar general, síntomas que empeoraron con el paso de los días. Por ejemplo, el dolor de cabeza se volvió insoportable”. Le puede interesar: ¿Por qué no siempre los animales traficados vuelven a su hábitat? Trujillo decidió ir al hospital, donde lo diagnosticaron con una tuberculosis. Fue hospitalizado y aislado en la clínica, pero él sospechaba que su diagnóstico no era el correcto. Y tenía razón. Lo que realmente sufrió fue psitacosis, transmitida por aquellos loros que había manipulado. Las aves le produjeron esa dolencia, a pesar de que había cumplido con todas las medidas de bioseguridad obligatorias exigidas en estos centros de atención de fauna.
La manipulación de la fauna silvestre puede generar enfermedades zoonóticas. Foto: CVC. El biólogo se convirtió en otro colombiano víctima de zoonosis, una palabra que reúne a todas aquellas enfermedades que son contagiadas a los humanos por animales, un problema de salud pública que según la Sociedad para la Conservación de la Fauna Silvestre (WCS) es agravado por el tráfico ilegal de especies desde todas las regiones. “La zoonosis se consolida durante el intento de muchos delincuentes por llevar ejemplares desde la selva hasta puntos estratégicos de venta ilegal situados en el país y en el exterior. La psitacosis la transmiten loros, guacamayas y pericos y generalmente ataca el sistema respiratorio; aunque no suele ser mortal, puede complicarse o escalar a una neumonía, dolencia que sí puede poner en riesgo la vida de las personas”, indica la organización. Para Trujillo, que ahora trabaja en la oficina de gestión ambiental de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), esta situación se está saliendo de control. “Solo entrar en contacto con estas especies ya es un riesgo; y extraerlas o manipularlas mucho más. Basta con analizar la pandemia que enfrenta el planeta por la influencia de la covid-19”.
Colombia es uno de los países donde más se trafican animales silvestres. Foto: CAR. Según WCS, la mayoría de las investigaciones realizadas hasta hoy muestran que el coronavirus se gestó de un patógeno que saltó a una persona desde un murciélago o un pangolín sacados de su medio natural, y que fueron llevados a un mercado de Wuhan, en China. “Podemos estar frente a una situación de cierta magnitud, pero que puede llegar a una escala mayor y significar, fácilmente, la extinción de la raza humana”, agrega Trujillo. Le puede interesar: La fauna silvestre no ha respirado durante la pandemia Leonardo Martínez, profesional de fauna silvestre de la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR), concuerda con que la crisis de salud pública global actual es un reflejo del desequilibrio en torno al vínculo entre humanos y animales. “Se habían hecho advertencias, en particular con la gripa aviar, pero en las plazas de mercado siguió la venta de fauna y alimentos en un mismo espacio. La tenencia de monos, tigrillos, tortugas o ranas, por mencionar solo algunos, debe estar prohibida en toda circunstancia”. Enfermedades nuevas La psitacosis que contrajo Trujillo no es una de las más graves. Según WCS existen otras con el mismo origen que pueden ser potencialmente letales para los humanos como la rabia, la leishmaniasis, la leptospirosis y la brucelosis, a las que se suman la influenza aviar, la enfermedad de chagas o la fiebre amarilla. “Esto sin dejar de lado otras más conocidas como el ébola y el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS, por sus siglas en inglés), este último el primer coronavirus en cobrar vidas alrededor del mundo durante el 2003”, precisa la organización ambiental.
Las aves lideran el listado de los animales silvestres más traficados en Colombia. Foto: CAR. De acuerdo con información de la Organización Mundial de Sanidad Animal, 75 por ciento de las enfermedades emergentes del ser humano son de origen animal. “A esto se suma que cada año aparecen cinco nuevas dolencias en el ser humano, de las cuales tres son zoonosis”, dice WCS. Así sucedió en 2012 en el centro de atención y valoración de fauna silvestre de Corpoamazonia, cuando llegaron varios monos del género Callicebus también víctimas de tráfico, primates que habían estado confinados y presentaban síntomas leves de deshidratación y una condición de salud aparentemente normal. Ximena Galindez, bióloga de la corporación y otros dos funcionarios, atendieron a los micos. Días después del primer contacto comenzaron a presentar síntomas de infección gastrointestinal, que se manifestó con diarrea, fiebre y dolor de cabeza. “El contagio fue inmediato y se esparció con rapidez. Incluso una niña de 11 años, hija de uno de los profesionales, estuvo afectada”, le dijo Galindez a WCS.
Los países amazónicos son los más impactados por el tráfico ilegal de fauna silvestre. Foto: Musuk Nolte (WCS-Perú). Semanas después, los monos murieron por un proceso infeccioso gastrointestinal severo, dolencia que se relacionó con los síntomas presentados por Galindez y sus compañeros y que evidenció el alto riesgo de entrar en contacto con especies traficadas. Le puede interesar: Así recuperaron 258 hectáreas de páramo en el Parque de Los Nevados “Ellas pueden venir con patógenos que pueden producir enfermedades mortales, que se liberan de un ambiente controlado, que es su hábitat, y pasan fácilmente a los humanos. Además, el proceso mismo del tráfico hace vulnerables a las especies a desarrollar y contraer enfermedades. Esto pasa porque bajo la situación de estrés de los animales, los agentes infecciosos aumentan su carga en el organismo y son eliminados a través de las secreciones, que en condiciones de hacinamiento son una alta fuente de infección". Galindez insiste en que lo que ocurre dentro de las cadenas de tráfico incrementa el riesgo de zoonosis para todos los involucrados: las personas que extraen los animales e incluso quienes los comercializan, que muchas veces los deben mantener cautivos en sus casas. “Y aunque el nivel de riesgo en cada caso puede ser diferente, siempre hay probabilidades de estar frente a un contagio de consecuencias fatales”. Conexiones Para WCS, si los anteriores casos se dieron incluso en medio de estrictas medidas de bioseguridad para la manipulación de estas especies, queda la incertidumbre sobre lo que puede suceder cuando se entra en contacto directo y sin patrones de higiene. Brenda Plazas, veterinaria y epidemióloga que ha trabajado con el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), llama la atención sobre las comunidades rurales más aisladas, que buscan mamíferos grandes o pequeños para alimentarse ya sea por hábitos culturales o por necesidad.
Biólogos, veterinarios y zootecnistas están ante un alto riesgo por manipular los animales víctimas del tráfico de fauna. Foto: CVC. “De esta forma se rompen los ciclos naturales y se abren espacios de interacción entre humanos y estas especies y, es allí, cuando se presentan cada vez más casos que son detonantes en la aparición de enfermedades”, le indicó Plazas a WCS. La organización ambiental considera determinante tener sistemas naturales saludables para que la vida humana sea viable, premisa que debe aplicarse a la hora de sensibilizar a las personas frente a los riesgos que representa el desequilibrio en los sistemas naturales y cuando las especies son extraídas de su hábitat por actividades de tráfico ilegal. El programa de salud de vida silvestre y tráfico de especies, que lidera WCS Colombia, iniciativa financiada por la Unión Europea y el gobierno de Estados Unidos, viene apoyando la generación de acciones para reducir el tráfico ilegal de especies, especialmente en el desarrollo de la estrategia nacional para la prevención y control del tráfico de especies silvestres y las estrategias binacionales con Ecuador y Perú.
El yaguardundí es uno de los felinos más afectados por la manipulación humana. Fotos: CRQ. “Con el Ministerio de Ambiente hemos evaluado el estado sanitario de las poblaciones del tití gris (Saguinus leucopus), uno de los primates endémicos más traficados y amenazados del país, y se ha podido establecer un plan de vigilancia de enfermedades emergentes zoonóticas como la influenza aviar”, dijo Luz Dary Acevedo, líder del programa de vida silvestre de WCS Colombia. Para Acevedo, todo está conectado. “La salud humana y animal dependen de sistemas naturales también saludables. Este es un equilibrio que viene fracturándose por las acciones humanas, por lo que es imprescindible repensar el vínculo con la vida silvestre. Es necesario frenar el tráfico ilegal en todo el planeta y en favor de la salud global”.