Este contenido institucional surge de una alianza entre ARCADIA y el Ministerio de Cultura El gobierno de Iván Duque ya completa su primer año, y entre lo más destacable de este primer año de gestión está la priorización inédita del sector cultural. Nunca antes en la historia de Colombia un gobierno había puesto el acento de forma tan amplia y determinada en temas relacionados con las artes, el patrimonio y la creatividad. El impulso que el presidente le ha dado a la Economía Naranja ha servido para convertir a la cultura en un protagonista de la discusión nacional. También ha llevado a que el Estado formule, destine recursos, ejecute y mida con precisión el impacto que tiene la creatividad en el desarrollo social y económico del país. En este proyecto de impulsar la creatividad de los colombianos y construir equidad en los territorios mediante la promoción de la cultura ya participan de manera articulada veintiún agencias del orden nacional, mediante setenta programas distintos.Tras un año de recorrer el país, empieza a quedar claro que, con voluntad política y diálogo, es posible hacer del talento nacional el pilar de la Colombia del tercer centenario, y así lograr estar a la altura de los vertiginosos cambios de la era del conocimiento. “Estamos asumiendo un compromiso sin precedentes”: habla el viceministro de Economía Naranja Queremos construir un país más dinámico y competitivo que comprenda su riqueza multicultural y su diversidad étnica. Buscamos una nación que conozca y sepa exaltar sus saberes y tradiciones, que pueda enorgullecerse de ellos, y que a partir de ahí se proyecte ante el mundo como un epicentro de creación e innovación, y como un destino cultural, académico, turístico y de inversión. Anhelamos una Colombia de oportunidades basadas en la legalidad y la capacidad de emprendimiento. Las estrategias de la Economía Naranja ya están conectándose con las aspiraciones que la comunidad artística y creativa ha tenido desde siempre. Lo está logrando mediante una política que consolida al Estado en torno a la cultura y el ejercicio de los derechos culturales, la libre expresión del pensamiento, las ideas y la creatividad; a la integración de los territorios y a la participación ciudadana en la toma de decisiones.