La llegada de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos en 2009 se convirtió en una poderosa señal de que la locomotora del mundo caminaba hacia la igualdad racial. No obstante, 8 años después, la elección de Donald Trump demostró que el país no había avanzado como muchos creían, al punto de que hoy está incendiado por las protestas contra el racismo persistente. Este mantiene dividida a una población de 331 millones de personas y causa un elevado costo económico. La muerte de George Floyd a manos de un policía blanco rebosó la copa de un largo historial de maltratos y de discriminación de la que no se han salvado ni exitosas celebridades. Lea también: Michael Jordan donará US$100 millones en favor de igualdad racial

El menor acceso a servicios de salud ha hecho que los afroamericanos sean los más afectados por el coronavirus. El mismo racismo sistémico, que resulta en una fuerza policial excesiva contra los negros, también es evidente en una atención médica insuficiente para esta población, que ha frenado su progreso económico desde que llegaron esclavizados a ayudar a fundar el país. "Incidentes como arrasar vecindarios negros cuando se volvían demasiado exitosos económicamente, negarles a los veteranos negros los beneficios posteriores a la Segunda Guerra Mundial —ayudas que impulsaron el crecimiento de la clase media de Estados Unidos— o la continua discriminación a la hora de entregar préstamos hipotecarios han impedido que los afros se hayan podido beneficiar de los motores de la prosperidad estadounidense", sostiene un artículo del Foro Económico Mundial. Lea también: Los gigantes tecnológicos también protestan contra el racismo en EE. UU.

Esto, por supuesto, ha impulsado la creciente desigualdad que vive el Tío Sam. Según el Centro de Investigaciones Pew, en 1968, el 20% más rico tenía en sus manos 43% de los ingresos de la Nación, y en 2018 habían alcanzado el 52%. Como resultado, la inequidad por ingresos de Estados Unidos es la mayor entre los países del G7. Su coeficiente de Gini —de 0 a 1, donde 1 indica la mayor desigualdad— se ubicaba en 2017 en 0,434, frente a un rango de entre 0,326 y 0,392 en el resto del G7. Así mismo, la brecha entre blancos y negros solo crece. Según Pew, aumentó de aproximadamente US$23.800 anuales en 1970 a unos US$33.000 en 2018. Es más, los hogares negros tuvieron un ingreso medio 61% menor que el de los hogares blancos en 2018, lo que implica un aumento frente al 56% de 1970, pero ligeramente inferior al 63% registrado en 2007, antes de la gran recesión de 2008. Lea también: Manifestantes derrumban estatua de traficante de esclavos Una carga para todos La sociedad estadounidense, pero también su economía, cargan con el costo de la brecha de ingresos entre blancos y negros. Un estudio de la consultora McKinsey, realizado en 2019, intentó estimar esas pérdidas. En primer lugar, considera que la población afroamericana vive principalmente en 16 estados, los cuales están muy por debajo de los promedios nacionales en oportunidades económicas, empleo, acceso y calidad de la atención médica y acceso a banda ancha. Las familias negras tienen hasta 4,6 veces más probabilidades que las blancas y las hispanas de vivir en áreas pobres. Esta desventaja tiene raíces históricas, como la Ley Nacional de Vivienda de 1934, que limitaba las opciones de techo propio de muchas familias negras a barrios con calificación D, es decir, aquellos para residentes de bajos ingresos. La mayoría de las familias negras se quedaron en esos lugares, lo que a menudo dificultó que acumularan riqueza de una generación a otra. Esto demostraría que el gran logro de Estados Unidos de crear una gran sociedad de clase media no ha abarcado a toda su población. Y que su potencia de consumo sería aún mayor si lograra que todos los hogares tuvieran una alta capacidad de compra. Según McKinsey, la inequidad racial le costará a la economía estadounidense un menor consumo e inversión entre US$1 billón y US$1,5 billones entre 2019 y 2028. Eso implica que, si pudiera cerrar esa brecha en 2028, el PIB del país podría crecer entre 4% y 6% más. Bases del capitalismo La revista dominical del diario The New York Times ganó el premio Premio Pulitzer con el proyecto 1619, en el cual intentó escribir la historia más completa de los 400 años de la esclavitud en Estados Unidos. Allí sostiene que el legado de esa tragedia afecta la estructura del capitalismo estadounidense, que arrancó con plantaciones basadas en mano de obra esclava. También las condiciones de las cárceles, que replican la idea de castigar severamente a los esclavos rebeldes. Y curiosamente las condiciones de vida de las ciudades, en especial en los estados del sur, donde tras el fin de la esclavitud los negros se vieron obligados a vivir en los barrios más alejados. Eso llevó a que hoy muchos trabajadores vivan lejos de sus oficinas y pasen demasiado tiempo manejando a su trabajo.

Pese a lo anterior, los afroamericanos se sienten orgullosos del país que construyeron y de la democracia que ayudaron a perfeccionar, lo cual se ve en las manifestaciones. En el Foro Económico Mundial advierten, sin embargo, que no hay que creer que el racismo, junto con la violencia y la desigualdad que engendra, es un fenómeno limitado a Estados Unidos. Brasil, Francia y Colombia son pruebas de que es un flagelo vivo y resistente El mundo sostenible, inclusivo y próspero al que aspira la humanidad en la era pandemia debe abarcar a todos, sin distinciones por el color de la piel.