La información salida en la prensa italiana de que el estadounidense JP Morgan cerraba su cuenta en el llamado banco del Vaticano por "dudas" acerca de la naturaleza de otros clientes de la institución reactivó las sospechas que tienen algunos sobre supuestas prácticas non sanctas de los banqueros católicos. Según el periódico italiano especializado en finanzas, Il Sole 24, el pasado 15 de febrero JP Morgan envió una carta al Istituto per le Operedi Religione (IOR) –nombre oficial del banco vaticano- anunciándoles que cerrarían la cuenta de su filial de Milán el 30 de marzo. La razón: supuestamente el IOR nunca aclaró a la institución estadounidense la naturaleza de los negocios de algunos clientes del banco vaticano y la potencial violación de normas internacional que previenen el lavado de dinero. Recientemente el Departamento de Estado de EE.UU. incluyó al Vaticano en la lista de estados en lo que hay alguna preocupación sobre actividades de lavado de dinero que pudieran financiar actividades terroristas o del narcotráfico. Esta conjunción podría significar un problema de imagen para la Santa Sede, sobre todo por la nunca bien aclarada actuación del IOR en la quiebra del Banco Ambrosiano en 1982, un episodio marcado por la misteriosa muerte de Roberto Calvi ("el banquero de Dios") quien apareció ahorcado en un céntrico puente de Londres. Lista Blanca El IOR fue fundado en 1942 por orden del Papa Pío XII para manejar las actividades financieras del Vaticano y algunas órdenes religiosas católicas con cierta garantía de discreción, aunque en los últimos años se ha abierto a otro tipo de clientes. "Ha habido historias recientemente que algunos sacerdotes, sobre todo en el sur de Italia, han ayudado a empresas supuestamente relacionadas con la Mafia a abrir cuentas bajo nombres de terceros", dijo el corresponsal de BBC en Roma, David Willey. En septiembre de 2010 el director del banco Ettore Tedeschi fue puesto bajo investigación por las autoridades financieras italianas por el supuesto lavado de dinero de unos US$50 millones, sobre las que el IOR no informó previamente como exige la ley. Aunque el Vaticano se dijo "perplejo y asombrado" y expresó su confianza en Tedeschi, el episodio motivó una invitación a la agencia de supervisión de la Asociación Bancaria Internacional para establecer mecanismos de comunicación y control. El periodista Jason Berry, autor de un libro titulado "La vida secreta del dinero en la iglesia católica", una investigación sobre las finanzas vaticanas asegura que hay "dudas razonables" sobre algunos negocios bancarios vaticanos. "Desde hace años ha habido acusaciones y señalamientos de que el banco del Vaticano, IOR, sirve como paraíso impositivo para algunos de sus clientes, casi como si fuera un banco costa afuera" dijo Berry a la BBC. En medio de esos señalamientos, la Santa Sede adoptó nuevas leyes para cumplir con los estándares internacionales y estableció una Autoridad de Información Financiera para vincularse con los organismos de monitoreo mundial. Pero Perry desestima el impacto de las nuevas normas, ya que considera que "el hecho de que el banco nunca ha estado en los registros de los estados fiscales anuales del Estado Vaticano indica que ellos no quieren ese tipo de divulgación". De acuerdo con lo publicado en la prensa italiana, JP Morgan pidió información al IOR sobre movimientos en una de sus cuentas que fueron considerados "extraños" por las autoridades financieras italianas, pero los banqueros vaticanos no habrían respondido satisfactoriamente por lo que decidió suspender sus negocios con el banco. Ni el Vaticano ni la filial italiana de JP Morgan quisieron hacer comentarios a la BBC sobre este tema. "El Vaticano tiene un culto al secreto. Es muy difícil hallar alguna información allí" dice David Willey explicando al mismo tiempo la política informativa de la Santa Sede y el celo con el que maneja sus temas financieros. Recuerdos del Ambrosiano No es la primera vez que el IOR se ve envuelto en polémicas sobre la corrección de sus manejos financieros. En 1982, cuando colapsó el Banco Ambrosiano, el IOR, entonces su mayor accionista, estuvo bajo la mirada de los investigadores por los vínculos con la que era la principal institución financiera católica e italiana. El escándalo del Ambrosiano se aderezó con varias muertes sospechosas, entre ellas la de su presidente, Roberto Calvi, quien el 17 de junio de 1982 apareció colgado del puente de Blackfriars, en el centro de Londres, en lo que la policía calificó originalmente como suicidio, aunque en 2007 un tribunal de Roma no pudo determinar la culpabilidad de cinco personas vinculadas a la mafia acusadas de matar al banquero. Aunque durante la investigación de la quiebra del Ambrosiano el juez del caso citó a los directores del IOR por "grave responsabilidad" en el descalabró ninguno compareció, amparado en el estatus de inmunidad diplomática que les daba ser miembros del Vaticano. El banco vaticano nunca reconoció responsabilidad y se creó una comisión de la iglesia y el estado italiano para aclarar el caso, pero no logró una conclusión unánime sobre la responsabilidad jurídica del IOR. Sin embargo, se le adjudicó una responsabilidad "moral" que los banqueros vaticanos saldaron aportando voluntariamente unos US$406 millones al fondo de liquidación del Ambrosiano.