Cinco años después de la crisis desatada por una burbuja inmobiliaria y préstamos riesgosos (subprimes), el sistema financiero estadounidense sigue dependiendo de la inyección de liquidez del banco central. La Fed no sólo conservó su tasa directriz cerca de cero desde fines de 2008 sino que además gasta 85.000 millones de dólares cada mes en bonos del Tesoro y títulos hipotecarios, una medida adicional para hacer presión, que las tasas bajen e impulsar la actividad económica. Como resultado, esto llevó a la entidad a un territorio desconocido, con la inmovilización de 3 billones de dólares de activos, contra menos de 0,9 billones hace seis años. Esta política también favoreció Wall Street, que volvió a alcanzar valores altos pero que vacila apenas Bernanke menciona reducir la circulación de dinero fácil. En este contexto, el presidente de la Fed tiene que negociar su salida de manera hábil, iniciando una reforma en la política monetaria que implique una reducción del apoyo extraordinario del que se benefició la economía del país. "El mejor regalo que Bernanke podría entregarlea su sucesor sería empezar a reducir la compra de activos", consideró Diane Swonk, economista en jefe de la empresa de servicios financieros Mesirow Financial en el Washington Post. "Esto establecería condiciones para una continuación", aseguró. A Bernanke sólo le quedan tres reuniones en el Comité de política monetaria (FOMC) para implementarlo: el 18 de septiembre, el 30 de octubre y el 4 de diciembre. Luego de siete años en la presidencia de la entidad, Bernanke, de 59 años, tiene previsto dejar su puesto el 31 de enero. La Casa Blanca prometió por su parte designarle un sucesor durante el otoño boreal. Nombrado por el entonces presidente George W. Bush, reconducido por Barack Obama, Bernanke podría haber seguido ejerciendo sus funciones pero la idea no pareció entusiasmarlo. El mandatario estadounidense declaró a mediados de junio que el jefe de la Fed había realizado un trabajo "excepcional", pero que ya se había "quedado más tiempo de lo que deseaba y de lo que se suponía en el cargo". Moderada o pro Wall Street La campaña para encontrarle un sucesor arde y Obama, encargado de designar a quien reemplace al que calificó como "uno de los más importantes dirigentes políticos del mundo", duda entre dos candidatos: Janet Yellen, número dos de la Reserva Federal, y su exconsejero financiero, Larry Summers. El nombre de un tercer candidato, Donald Kohn, de 70 años y exvicepresidente de la Fed, también fue evocado. En caso de ser nombrada, Yellen, de 67 años, sería la primera mujer presidenta de la Fed, que conoce bien puesto que un tercio de su carrera transcurrió en ella. Demócrata, Yellen es más bien vista como una moderada, más preocupada por el desempleo que por la inflación. Por otro lado, el exsecretario del Tesoro de Bill Clinton y exconsejero financiero de Barack Obama, Lawrence Summers, de 58 años, parece contar con el aval de la Casa Blanca, pero afronta críticas y oposición. Aunque todo el mundo salude su intelecto brillante, muchos se preocupan por su cercanía con Wall Street, su carácter abrupto y su rechazo, en el pasado, a regular los mercados financieros. El tema de quién retomará la presidencia del banco central más poderoso del mundo se convirtió en campaña política. A fines de julio, varios senadores demócratas firmaron una carta pidiendo el nombramiento de Yellen. El viernes, al ver que la popularidad de Summers ganaba terreno en la prensa, los legisladores demócratas de la comisión de Asuntos bancarios del Senado adelantaron que no avalarían el nombramiento del exsecretario del Tesoro. Una decisión que anuncia un arduo proceso de confirmación en el Congreso. Afp/D.com