En diciembre de 2019 el resumen anual del Banco Mundial destacó en 14 gráficos los mayores avances globales de la década que terminaba. La reducción de la pobreza en 15 países –especialmente africanos–, el impacto del cambio climático y las mejoras en los indicadores sociales hicieron parte de este informe con las transformaciones más relevantes. Uno de estos gráficos destacó el comportamiento de las remesas. En una década estas se habían convertido en una de las mayores fuentes de divisas de países en desarrollo y en un ingreso vital para miles de familias. Esos dineros que envían desde el exterior los trabajadores migrantes "se han convertido en un engranaje fundamental de muchas economías en todo el mundo", destacaba el informe. Y mostraba un resultado histórico: en 2019 esos giros alcanzaron US$551.000 millones, superando la cifra de 2018, que ya había marcado un récord con US$529.000 millones.
El presidente del Banco Mundial, David Malpass, lamenta que la recesión provocada por la pandemia afecte a los hogares vulnerables en varios países del mundo. Según la entidad multilateral, desde la década de los noventa y hasta diciembre del año pasado las remesas habían superado el valor de la ayuda oficial en una proporción de 3 a 1. Incluso la entidad anticipó que también las remesas podrían superar la inversión extranjera directa (IED) dirigida a los países de ingreso medio y bajo. Pero quizás el mundo celebró demasiado pronto. La semana pasada un nuevo informe del Banco Mundial anticipó que en 2020 las remesas podrían bajar al menos 20%, la caída más pronunciada en la historia. Eso significa que podrían descender a US$445.000 millones.
Una pésima noticia para el mundo, y especialmente para las familias que dependen de estos giros, justo en medio de cuarentenas obligatorias y caída en los ingresos. Este desplome obedece a los estragos de la pandemia sobre los ingresos de los trabajadores del mundo. Y se ha ensañado con los migrantes, que en muchos casos trabajan ilegalmente. Poco para celebrar Hasta febrero las remesas eran consideradas la "actividad más importante en materia de financiamiento del desarrollo”, según Dilip Ratha, el economista principal de Macroeconomía y Gestión Fiscal del Banco Mundial y director de Knomad. Este experto calculó en ese momento que en un futuro cercano las remesas podrían llegar a US$1 billón. Hasta ese momento los astros parecían alineados y todo apuntaba a que en los próximos cinco años las remesas probablemente superarían "a la asistencia para el desarrollo y la IED en conjunto”, como señaló Ratha, tras advertir que algunos ‘factores subyacentes‘ que impulsan las remesas seguirían fortaleciéndose.
A la caída del PIB en América Latina se suman ahora los menores ingresos de remesas. Pero en cuestión de semanas el panorama cambió. El informe del Banco Mundial de finales de abril ya advirtió una caída sin precedentes de casi un 20%, porque la crisis por el coronavirus pone a los trabajadores extranjeros en situación de gran vulnerabilidad. Los países que reciben más recursos de sus trabajadores en el exterior sentirán los mayores impactos. En 2018 India encabezaba la lista pues recibía US$78.600 millones, seguida de China, con US$67.400 millones; México con US$35.700 millones, Filipinas con US$33.800 millones y Egipto, con US$28.900 millones. David Malpass, el presidente del Grupo Banco Mundial, aseguró al presentar el informe que “la recesión económica actual provocada por la covid-19 afecta gravemente la capacidad de enviar dinero a los hogares de origen y, por eso, es aún más urgente que acortemos el tiempo que llevará la recuperación para las economías avanzadas”.
Según el Banco Mundial: la caída más pronunciada se verá en países de Europa y Asia central (27,5 %), África al sur del Sahara (23,1 %), Asia meridional (22,1 %), Oriente Medio y Norte de África (19,6 %), América Latina y el Caribe (19,3 %) y Asia oriental y el Pacífico (13 %). De mal en peor En las semanas recientes América Latina no solo ha recibido el duro golpe del desplome en las remesas. El Banco Mundial prevé que los giros de los migrantes a la región caerían este año al menos 19,3%, pero tampoco ayudan mucho las proyecciones sobre comportamiento de la economía. De acuerdo con la Cepal, "la crisis que sufre la región este año 2020, con una caída del PIB de 5,3%, será la peor en toda su historia. Para encontrar una contracción de magnitud comparable hace falta retroceder hasta la Gran Depresión de 1930 (-5%) o más aún hasta 1914 (-4,9%)". Para Colombia, este retroceso en las remesas significa una noticia muy mala. El año pasado el país rompió récords al recibir US$6.743 millones, equivalentes a 2% del PIB. Incluso al cierre del primer trimestre de 2020 las cifras permanecieron positivas, con US$1.706 millones, superior en 16,25% a la del mismo periodo del año pasado. Pero el Banco de la República ya advirtió que en abril los giros van en caída. El Banco Mundial hace pronósticos pesimistas, pero en el caso colombiano la Asobancaria, el gremio del sector financiero, hace proyecciones peores. Prevé un desplome en las remesas entre 30% y 45%. Por ahora, mientras no pase la crisis, la economía seguirá golpeada. Y la austeridad manda.