Han pasado cerca de dos años y medio desde que la Universidad de la Sabana fue golpeada por uno de los peores inviernos que ha sufrido el país, dejando pérdidas por $35.525 millones. Sin embargo, el establecimiento educativo logró levantarse, emprendiendo desde el primer momento estrategias para evitar traumatismos en su operación que incluyeron las reclamaciones ante sus empresas aseguradoras. Precisamente, el fenómeno de La Niña entre 2010 y 2011 se constituyó, según Fasecolda, en uno de los grandes eventos donde el sector asegurador cumplió a cabalidad con sus obligaciones. En el caso de la Unisabana, cliente de Chartis y Colpatria, recibió US$26.012 millones, recuperando gran porcentaje de las pérdidas, con la fortuna de que poco antes de la inundación la Universidad había renovado y actualizado recientemente los valores de asegurabilidad, por lo que las condiciones de las pólizas eran óptimas. El rector de la Universidad, Obdulio Velásquez, explica que tenían contrato de seguros con Colseguros, hoy alianza Chartis, Colpatria y el corredor, Delima. Destaca que Delima se puso en contacto con la institución desde el primer momento de la inundación e, inmediatamente, las directivas adelantaron el protocolo de informar oficialmente  a las compañías de seguros para la reclamación. Luego del proceso de inventarios, que tomó hasta finales del 2011, el rector afirma que recibió el pago por parte de los aseguradores, quienes resaltaron la manera en que la Unisabana llevó a cabo el procedimiento de reclamación. Recuerda que en el proceso hubo mucha transparencia. Todo el inventario estuvo bien soportado, pues se trataba de “6.400 páginas documentando 200.000 cosas. Tuvimos que documentar desde una planta eléctrica de $250 millones nueva, sin estrenar, o equipos de laboratorio que aún no estaban instalados de US$100.000, hasta la comida  que había ese día en la cafetería”, dice Velásquez. Explica que, de esa manera, había que reclamar cosas de $13.000 la unidad hasta unidades de $250 millones o miles de millones de pesos. Sin embargo, la penetración del seguro en Colombia contra desastres naturales todavía es baja por ser fenómenos, supuestamente, de baja frecuencia. Así lo expone Fasecolda, que señala que la penetración es tan baja que en aquella ola invernal se registraron pérdidas cercanas a los US$ 4.000 millones, de las cuales solamente US$400 millones fueron asumidos por la industria aseguradora. Los colombianos olvidan fácilmente sismos como el de Popayán en 1983 y el de Armenia en 1999, igualmente sucede con eventos de los últimos años como los de Haití, Chile y Japón, que ocasionan un interés temporal en el aseguramiento, sin embargo, una vez transcurrida la noticia se olvida en la mayoría de los clientes la importancia de contar con este tipo de protección.