La cuenca del Amazonas conserva la mayor biodiversidad de peces de agua dulce en el planeta. Dos mil cuatrocientas especies se han encontrado desde que Louis Agassiz emprendió la expedición de Thayer en Brasil, hacia 1865. Ciento cincuenta y cuatro años después, quien había logrado completar la base de datos pública más extensa y detallada de esta región, por lo menos en representación de Colombia, era Javier Alejandro Maldonado Ocampo, el ecólogo cuyo cuerpo fue encontrado en el río Mitú tres días después de haber desaparecido. Javier había dedicado su vida a una sola pasión: los peces. Después de graduarse en la Universidad Javeriana en el año 2000 y hacer un doctorado en zoología en la Universidad Federal de Río de Janeiro; Javier tuvo una trayectoria profesional enmarcada en el propósito de transmitir qué tan importantes son los peces para la reafirmación de la identidad colombiana. El hijo de Nora Ocampo y Germán Maldonado aprendió de ictiología -la rama que describe a profundidad las características de estos animales- para poder dedicarse, de lleno, a divulgar su conocimiento a las comunidades más alejadas y con gran diversidad en nuestro territorio. “Colombia es un país de agua y por ende de peces”, escribió el ecólogo en su blog personal, donde relata los acontecimientos investigativos que lleva a cabo. Y justamente bajo esa convicción, se embarcó en una expedición por el río Vaupés -entre Mitú, Yavaraté y la frontera con Brasil- para seguir estudiando los ejemplares acuáticos que habitan en este caudal. En contexto: Angustiosa búsqueda de científico de la Universidad Javeriana en el río Vaupés Desde que se vinculó a la academia como docente, director y posterior investigador del Departamento de Biología de la Universidad Javeriana (un camino académico que inició en 2012), ha hecho múltiples expediciones y por eso este viaje sería uno más para agregar a la lista. El 23 de febrero Javier anunció desde su cuenta de Twitter que emprendía esta hazaña junto a nueve personas. Entre ellas, Mariana Moscoso, la mujer que abraza en esta fotografía y quien es comunicadora social del Externado, amante de la etnografía y su novia.
El trayecto sería largo. Matapí es una población indígena al sur del departamento amazónico que no tiene acceso por vía terrestre. Llegar desde Mitú, la capital de Vaupés, implica navegar varios días por el río en alguna canoa que los habitantes del lugar se ofrecen a prestar. El sábado 2 de marzo, a una semana de haber llegado a Matapí, Javier y dos investigadores más cruzaron el afluente en una embarcación para recolectar muestras de pescados y a su regreso, parece ser que la lancha en la que iban no soportó la fuerza voraz de un rápido y se volcó. Dejando a los tres investigadores y a dos indígenas que los acompañaban, a merced de la corriente del río. Javier dedicó toda su vida a los peces, conoció los ríos de Perú, Brasil y la Amazonia. "Además es un excelente deportista y por eso yo sé que está bien, está vivo”, dijo Nelson Maldonado, su hermano, dos días antes de que se conociera la noticia de su fallecimiento. Todos guardaron la esperanza hasta el último momento. De los cinco ocupantes de la embarcación, cuatro salieron ilesos del incidente a excepción de Javier. ¿Sabe nadar bien? Aunque suene un poco ilógico, esto fue lo primero que se preguntaron los integrantes de la revista Pesquisa Javeriana al saber que el ecólogo no llegó a la orilla del río Vaupés junto a sus colegas. La noticia de su desaparición se conoció hasta el domingo cuando Sandra Correa, docente de la Universidad de Misisipi, y quien también viajó en el grupo de nueve expedicionarios, se comunicó con Nelson a las 3:45 de la tarde para contarle lo ocurrido. Le puede interesar: “Necesitamos un helicóptero”: el ruego que hace el hermano del expedicionario perdido en el Vaupés La señora Nora habló con su hijo por última vez el 23 de febrero y si la comunicación era escasa cada vez que Javier hacía una salida de campo; luego del accidente, la dificultad para hacer o recibir llamadas se convirtió en un calvario para la familia Maldonado Ocampo. —Nosotros íbamos seguros porque estábamos con él—cuenta Ximena Montaño, colega de Javier. —Cuando se apagó la lancha y la corriente nos arrastró, Javier nos dijo ‘tranquilos, disfruten del paisaje mientras arreglan el motor’— complementa Diederik Ruka, productor audiovisual de Pesquisa Javeriana. Ambos se refieren a otro incidente que afrontaron con el profe Javier durante un viaje por el Magdalena Medio; en Bocas de Carare, San Vicente de Chucurí, Barbacoas e Isla el renacer. Una expedición que terminó el 18 de febrero -cinco días antes de viajar hacia Matapí- y donde también hubo percances con la embarcación. Por esto, ellos se negaban a perder las esperanzas de que Javier estuviera sano y salvo en alguna población río abajo. Las habilidades que le conocían al investigador -dicen- les hacía creer que saldría avante del accidente. “Lo vieron nadando y consciente cuando se volcó la embarcación”, añadió Nelson durante la entrevista en momentos en los que, desesperadamente, pedía a la Defensa Civil, y a la Fuerza Aérea agilizar la búsqueda. El río Vaupés es uno de los sitios con menos estudios sobre la diversidad de peces y Javier venía adelantando proyectos orientados a la conservación de los ríos del país y a través de los peces obtuvo información del estado de conservación, contó Carlos Rivera, director del Departamento de Biología de la universidad. Los muestreos que Nano (apodo cariñoso que le puso su familia) quería recolectar en el Vaupés ayudarían a nutrir la base de datos de Amazon Fish, el proyecto que desde 2015 consolidó la lista de los 2.400 peces de agua dulce en la Amazonia.
Foto: Javier Maldonado firmando el acuerdo con el presidente Juan Manuel Santos y el ministro de Ambiente Luis Gilberto Murillo. Durante estos cuatro años el investigador, oriundo de Ubaté, Cundinamarca, fue el coordinador en Colombia de este proyecto y junto a otros socios académicos de la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac); Javier logró visibilizar la variedad de peces que posee la región. Daniela Vargas Nieto, periodista de Pesquisa, recordó a Javier como una persona sencilla, cero egoísta con su conocimiento y muy carismático. Para ella, el investigador era un referente de Colombia en cuanto a ictiología y por eso firmó un acuerdo con el presidente Juan Manuel Santos en Lagos Tarapoto, para catalogar este lugar como el primer humedal protegido de la Amazonia.
Foto: Cortesía Pesquisa Javeriana Ictiología y cultura Javier Maldonado, a sus 42 años, también realizaba trabajos de apropiación social del conocimiento a niños y jóvenes en la ciudad y la zona rural. Desde su blog, creado en compañía de su novia Mariana, se disponía a enseñar a los pescadores sobre cuándo son los tiempos de veda y cuáles son los rasgos taxonómicos que debe tener un pez al capturarlo. En septiembre de 2018 estuvo once días instaurando la primera fase de monitoreo comunitario de peces con el resguardo indígena Inga de Yunguillo y su trabajo sirvió para crear el Plan de Ordenamiento Ambiental Territorial del resguardo en Putumayo.
Le gustaba mucho el bossa nova, cuenta Diederik Ruka. Este género de música popular brasileña adornaba cada viaje de Javier en busca de peces. Se sabía todas las canciones porque hablaba portugués y en su paso por The Field Museum of Natural History en Chicago como ictiólogo, puso en práctica el inglés, el otro idioma que manejaba a cabalidad. Una noche Javier se quedó sin embarcación en otra de sus expediciones y vivió para contar la anécdota a su familia. Esta vez, después de tres lunas, Nelson, Nora, Germán y sus otras dos hermanas; Patricia y Claudia, esperaban que sucediera lo mismo. Pero no fue así. El río y la naturaleza, que era lo que más amaba Javier, se lo llevaron.