Una sucesión de hechos desafortunados enlazan esta historia. El 27 de mayo un niño fue alcanzado por una bala mientras jugaba en un parque de Suba. Tras el impacto fue trasladado herido al hospital de la localidad y pese a los esfuerzos murió a las 9 de la noche, informó la Policía. La temprana muerte del menor está siendo investigada por la Fiscalía. Sin embargo, el caso va teniendo forma y para eso hay que devolverse un poco en el tiempo, al 27 de mayo. Cuando eran las ocho de la noche, un escolta que hacía parte del esquema de seguridad de Pastor Alape, uno de los líderes de las Farc, fue dejado cerca de su casa en Suba después de terminar su servicio. Según cuenta Diego Mora, director de la Unidad Nacional de Protección, cuando el escolta caminaba hacia su residencia “fue presuntamente abordado por unos sujetos que trataron de atracarlo, en esas circunstancias él saca el arma y hay un forcejeo con los asaltantes y se hace un tiro”. Tras el disparo, los delincuentes al parecer huyeron. Consulte: Tristes historias de las balas perdidas Según el director de la UNP, el escolta se dirigió a un CAI cercano para informar lo sucedido. La Policía revisó el sitio e hizo las respectivas verificaciones preliminares. Después de informar el hecho, el escolta se dirigió a su casa y a los 20 minutos llegó un reporte a la Policía para informar sobre “un niño herido por un proyectil en un parque que queda más o menos a tres o cuatro cuadras de donde sucedieron los hechos”, cuenta Mora. En esos momentos las autoridades se dirigieron a la casa del escolta y lo condujeron a Paloquemao, donde fue puesto a disposición de la Fiscalía. Allí fue presentado ante un juez de garantías, quien no ordenó medida de aseguramiento, por tanto, el hombre se encuentra en libertad y la investigación continúa. La Fiscalía trata de determinar si la bala que impactó al menor y le causó la muerte es la misma que salió del arma del escolta. Por el momento, se sabe que el hombre fue temporalmente desvinculado al servicio por parte de la UNP, mientras se establece su responsabilidad en los hechos. Lea: Balance de seguridad positivo, balas perdidas disminuyeron El escolta tiene más de cuatro años de experiencia y para entrar a la unidad de protección debió presentar pruebas psicológicas y poligráficas de confidencialidad. El caso, además de su gravedad, ha suscitado interés por tratarse del esquema de seguridad de Pastor Alape. Han sugerido que el escolta es guerrillero, lo cual fue desmentido por el director de la UNP. Lea: La estela de sangre de una bala perdida “Es independiente al esquema al que pertenecía el escolta, le hubiera podido suceder a cualquier escolta de cualquier protegido”, explicó Mora. En cuanto al uso de las armas el director aseguró que en caso de que los escoltas terminen el servicio muy tarde pueden llevarlas a su casa, e incluso las “pueden usar en defensa”.