Antes de publicarse Freedom, de Jonathan Franzen, el presidente Obama, que se encontraba de vacaciones en Cape Cod, llamó en agosto de 2010 a su librero de cabecera para encargarle el primer ejemplar de la novela por la que habían estado esperando los norteamericanos desde hacía varios años. La noticia, por supuesto, aumentó las expectativas. Con los problemas de Afganistán, Oriente Medio, con el retiro de las tropas de Irak y el derrame de petróleo en el Golfo de México, el presidente de Estados Unidos le iba a dedicar largas horas de su escaso tiempo –y sus cortas vacaciones– a leer una voluminosa obra de 562 páginas (en español, traducida con el título de Libertad, tiene 672). Algo valioso habría de contener. O muy revelador: la explicación del arribo a la Casa Blanca del primer afrodescendiente. La expectativa se debía a la anterior novela de Franzen, Las correcciones (2001), que, no obstante haber sido publicada días antes del 11 de septiembre, tuvo una gran acogida por parte de la crítica y los lectores (vendió tres millones de ejemplares y obtuvo el National Book Award) y puso a su autor en el mapa de los escritores importantes. “Es una poderosa novela”, dijo Don DeLillo en su momento. Las correcciones contaba prolijamente la vida de los Lambert, una familia media norteamericana. Con acidez –y con ternura– Franzen hacía una radiografía de la institución familiar y también mostraba los agujeros negros de la sociedad: la soledad de las ciudades, el de-sasosiego por la crisis del consumismo, la sensación de fracaso y el miedo a envejecer. La gran novela americanaDesde El gran Gatsby, de Scott Fitzgerald, los norteamericanos siempre están esperando la aparición de ‘la gran novela americana’, la que contenga eso que los alemanes llaman el zeitgeist y que significa el espíritu de los tiempos, el clima intelectual y cultural de una época. Por lo pronto, la revista Time se apresuró a proclamar a Jonathan Franzen como “el gran novelista americano” en su portada de agosto 23 de 2010. Una portada reservada solo a figuras de la talla de William Faulkner, Vladimir Nabokov, James Joyce, J.D. Salinger y Tom Wolfe. Y lo cierto es que, con Libertad, Franzen fue más allá de Las correcciones. Con la misma premisa, el ascenso y caída de una familia típica (los Berglund), Libertad explora la vida cotidiana durante el oscuro periodo neoconservador de G. W. Bush. Es una representación de la primera década del siglo XXI, luego del trauma del 11-S. Sam Tanehaus, en el Book Review, dijo lo siguiente: “Libertad es un trabajo todavía más rico y profundo. Menos brillante en su superficie pero más confiable en su método”. En fin, una gran novela, sin más adjetivos, como lo han podido comprobar los hispanolectores que desde agosto de 2011 (finales de diciembre en Colombia) tienen a su disposición la versión en español de la editorial Salamandra. Dice el crítico Luis Matías López: “Al volver la última página, queda la sensación de haber tenido entre manos algo tan simple como difícil de lograr: una ‘buena historia’. ¿Sus ingredientes? Además de un accesorio alegato ecologista, el retrato de un triángulo amoroso, la infidelidad, la comprensión, la frustración, el arrepentimiento y el perdón, las complejas relaciones entre padres e hijos, el contraste entre ideales e intereses materiales, la dificultad de ser honrado con uno mismo, la coherencia y la ausencia de la misma. La sustancia de la vida. Eso es lo que convertirá la obra de Franzen en un clásico”. El autorJonathan Franzen nació en Chicago en 1959 y creció en un suburbio de Saint Louis, Missouri. Actualmente vive entre su apartamento de Nueva York y su casa de Santa Cruz, California. Fue un adolescente nerd con “gafas de pasta, brazos débiles y una vergonzosa devoción por la obra de J. R. R. Tolkien”. Empezó a escribir a los 22 años y le prometió a su padre, un inmigrante sueco, que si a los 25 años no publicaba su primer libro se dedicaría al Derecho. Finalmente lo publicó (La ciudad 27, 1988) a los 29 años y no pasó nada. Lo mismo ocurrió con su segunda novela, (Movimiento fuerte, 1992): la crítica fue favorable pero nadie la leyó. Y él no quería escribir libros para complacer a los críticos sino para que gente como su padre pudiera leerlos. Solo hasta Las correcciones descubriría su propio estilo, que le da la mayor importancia a la construcción de los personajes a partir de sus conflictos y seduce por igual a un público literario y a un público masivo. “Me llevó mucho tiempo darme cuenta qué era lo que le faltaba a mi literatura”. Llegó la consagración y la fama que no le cambiaron la vida salvo por el hecho de jugar más al tenis y tomar clases de guitarra: “He hecho mucho dinero en forma inesperada, pero no soy una persona rica, sino una persona pobre con dinero. He sido pobre durante tanto tiempo que siempre lo seré”, le confesó al periodista Carlos Reviriego de elcultural.es Es legendario su rechazo a participar en el programa de la presentadora Oprah Winfrey, quien escogió Las correcciones como “El libro del mes” de su popular club de lectura. Ningún escritor –ni siquiera el misántropo Cormac McCarthy– había rechazado esa invitación que en Estados Unidos significa vender automáticamente medio millón de ejemplares. Visita a Colombia Jonathan Franzen, invitado por la revista Arcadia, vendrá a Colombia a participar en el próximo Hay Festival de Cartagena a finales de enero de 2012, donde conversará con el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, quien lo entrevistó para El País de España a propósito de la publicación en español de Libertad. Pero no es la primera vez que visita nuestro país, según le contó a Vásquez en su casa de California. Hace poco tiempo estuvo cerca de la Sierra Nevada de Santa Marta, en la reserva natural El Dorado, de la American Bird Conservancy, una organización a la que pertenece: “Trabajamos con Pro Aves, un grupo conservacionista muy dinámico de Colombia. Una de las razones por las que hemos podido comprar el terreno que tenemos allí, en la selva tropical, es que en un tiempo hubo tantos combates que los campesinos abandonaron sus tierras”. Por eso, no es gratuito que Walter Berglund, el personaje de Libertad, viaje cada mes a Colombia a comprar terrenos, proteger especies en vías de extinción y apoyar a ONG locales que le ayudan a los campesinos a sustituir las estufas de leña por otras de calefacción solar o eléctrica. Ya vino en su faceta de ecologista y apasionado de las aves. Ahora lo hará como escritor. De cualquier manera, una persona que dan ganas de conocer.Seis eventos para tener en cuenta: Matemáticos, psicólogos, fotógrafos, bailarines, periodistas, escritores: más de noventa invitados estarán entre el 26 y el 29 de enero en el séptimo Hay Festival Cartagena 2012  • El actor Diego Luna leyendo el poema Aullido de Allen Ginsberg• La escritora danesa Janne Teller hablando de su novela Nada• El concierto Hypnotic Brass Ensemble, mezcla de jazz, funk y hip-hop al estilo de una big band de Nueva Orleans• El matemático Marcos Du Sautoy hablando de simetría, arte y música• Carlos Fuentes hablando de literatura• Felipe González presentando su propuesta de desarrollo sostenido y cambio climáticoVea la programación completa y compra de boletería en www.hayfestival.com/cartagena