Nunca había tenido más mascotas que un par de tortugas en un acuario. Eran de esos animales fáciles de mantener y que cuando tu mamá decía “Pero usted se encarga de limpiarlos y alimentarlos” pensabas en que sería una tarea fácil, y así lo era, pero de todas maneras mi madre fue la que se terminó encargando de ellas. No sé qué pasó al fin con esas tortugas, nunca las extrañe y menos tuve algún vinculo sentimental con ellas. 30 años, esa es la cantidad de tiempo que viví sin tener algún animal de compañía real, uno de esos que puedes llamar por su nombre y viene hacia ti, un animal “calientico” con el cual arruncharte o contarle sus problemas en tardes amargas. Hasta que un día descubrí lo que es tener un gato en casa. Una gata, ‘Miaw’, fue mi primera compañía y la historia de por que llegó a mi vida no viene al caso en estos momentos, solamente les contaré que me convertí en padre soltero de una hermosa felina. Te puede interesar: ¿Por qué mi gato es agresivo? ‘Miaw’ fue adoptada en una veterinaria. Al entrar pregunté al encargado que si tenía algún gato en adopción, y después de darme una respuesta afirmativa, salió por la única puerta que tenía la veterinaria. No fue larga la espera, hasta que volvió a presentarse con una pequeña bola de pelos color carey, orejas puntiagudas y una cara dividida en dos colores: un amarillo quemado y un negro grisáceo. No tenía ni la menor idea de cómo hablarle a un gato, menos de cómo agarrarlo, cuidarlo, sostenerlo, mirarlo o cualquier tema referente a ellos. Pero mágicamente esa gata sí sabía cómo hablar conmigo e instintivamente escaló rápidamente por mi chaqueta clavando sus pequeñas uñas y dejando algunos agujeros hasta mi hombro. Un pequeño chillido y se había ganado mi corazón. “vámonos a casa le dije” y esa fue mi primera noche con una fiera en la cama. Ese día fue el primer día del resto de mi vida, nunca nada me había marcado tanto, ni siquiera la muerte de mi padre. Después de 30 años de ignorar el sentimiento de tener una mascota de repente me encontraba a cargo de un ser vivo, peluda, cariñosa, juguetona, que dependía de mí para que la alimentara y cuidara, que necesitaba de mí y sin darme cuenta yo de ella. Lee también: Las razones del porqué a tu gato le gusta dormir encima de ti En ese momento empecé a pensar como gato, a investigar cómo piensan, cómo funcionan, a tratar de descifrar qué me quería decir con cada maullido y mirada. Retomé todos mis conocimientos de diseño, materiales y estructuras y empecé a crearle un mundo felino donde pudiera saltar, cazar, acechar, mejor dicho donde pudiera ser gato. Quería sentirme gato, me daba envidia cuando daba unos saltos hasta la nevera o cuando se quedaba viendo un zancudo diminuto que a duras penas yo podía ver, estando en mi nariz. Me daban celos sus sentidos, su agilidad, su capacidad de vivir el día a día sin importarle su futuro. Desde ese momento me apasioné por ellos, y me dediqué a conocerlos, estudiarlos, trabajar con ellos y para ellos. Estos últimos años he tenido más de 200 clientes y asimismo más de 200 gatos conocidos, cada uno tan diferente del otro, con sus propios miedos, sus propios ambientes, su propia forma de ver la vida y por supuesto su propio humano, y esto me ha dado una nueva perspectiva de lo que es tener un animal de compañía, y de enamorarse de algo, que no es humano. Ahora cada vez que voy por la calle, y veo una pequeña sombra que corre, salta y se esconde para mirarme desde un arbusto, me hace conectarme con el felino que llevo dentro, busco  contacto visual con esos ojos brillantes y decididamente voy a saludarlo para hacerle saber que también pienso como gato. Al igual que ese día, en el que mi gata y yo empezamos una relación sin saber en qué iba a terminar, ustedes y yo estamos creando una relación de la nada, empezaremos a conocernos poco a poco, me leerán desconfiadamente e iré abriendo mi corazón lentamente para que, al igual que los gatos, pueda acercarme a ustedes. Por: Juan David AgudeloFundador de GatificandoEncuéntralos en Facebook y en InstagramNo dejes de ver: Los 6 motivos por los cuales tu gato no usa el arenero