Luego de los alegatos de apertura, Anders Behring Breivik habrá de testificar por cinco días para explicar por qué detonó una bomba en el centro de Oslo, que causó la muerte a ocho personas, y luego mató a tiros a otras 69, la mayoría de ellas adolescentes, en un campamento del Partido del Trabajo en la isla de Utoya. Dado que Breivik ha confesado los ataques del 22 de julio, el tema que sigue sin definirse es su salud mental. Si se le califica como apto mentalmente, enfrentaría una pena máxima de 21 años de cárcel o un arreglo de custodia alterno en el que la sentencia se prolongue mientras el presidiario sea considerado un peligro para la sociedad. AP