Desde hace meses en los más cerrados y exclusivos círculos sociales de Bogotá solo se habla de una cosa al momento de hacer rumbas o reuniones: el 2CB o Tu-si-bí (en inglés, ni más faltaba), una poderosa droga sintética que ha desbancado a la cocaína, el éxtasis y la heroína y se ha vuelto la más apetecida. El gramo puede costar 130.000 pesos, diez o 15 veces lo que vale uno de cocaína.

Son pocos los que han escuchado hablar de ella, incluidas las autoridades. Por su precio no es una droga al alcance de cualquiera. Fuera de que su valor limita su masificación y lo hace accesible solo a personas con dinero, la otra razón por la que el 2CB es desconocido es que conseguirlo no es nada fácil si no se está en el cerrado y exclusivo mundo en donde se consume. En un par de reconocidas discotecas del norte es posible comprar algunos gramos, siempre y cuando se tenga el contacto. De lo contrario, hay que acudir a una compleja red de distribuidores que por lo general solo venden el producto a clientes VIP regulares. SEMANA conoció algunas de las listas de esos clientes, en las que hay reconocidas modelos, comisionistas de bolsa, reinas, actores y un par de políticos. El 2CB hace parte de las llamadas drogas de diseño o sintéticas. Su origen se remonta a fines de los años setenta en Alemania. A Latinoamérica llegó por México, hace ocho años, de la mano del auge del éxtasis. El 2CB viene en pastillas, cápsulas o polvo de diferentes colores. "Si se consume por vía oral, los efectos comienzan a los 15 o 20 minutos y  se prolonga de dos a cuatro horas. Inhalada el efecto es más rápido. En pequeñas dosis es un amplificador sensorial, intensifica los colores, los sonidos", contó a SEMANA un consumidor. "Realmente donde es muy popular  es entre las mujeres porque produce un aumento increíble de sensaciones eróticas. Todas en las fiestas piden 2CB. Por eso también la llaman la droga de las modelos y reinas", explicó. La droga se empezó a distribuir en Medellín hace seis años. Un hombre conocido en el bajo mundo como Alejo Tusibí fabricó la versión criolla. Los narcos tradicionales lo desplazaron de la capital paisa y él se instaló en el Eje Cafetero y el Valle, pero fue desterrado por las mafias locales. Llegó a Bogotá hace dos años, apadrinado por Maquinita, un narco valluno al que le pagaba por protección. El negocio era extremadamente rentable. Un solo kilo de esa sustancia cuesta 80 millones de pesos (el de cocaína en la capital vale 2,5 millones). Tusibí producía semanalmente entre cinco y ocho kilos para su exclusiva clientela, pero su padrino fue arrestado en marzo pasado y otro mafioso del Valle, Chicho Urdinola, lo secuestró a él. Tusibí fue obligado a revelar la fórmula de la exitosa droga y expulsado del negocio, hoy Urdinola es quien fabrica y distribuye el 2CB. Por el alto perfil de sus consumidores, la mafia del 2CB prospera en Bogotá. "Cualquiera de los clientes puede resolver cualquier problema de ellos y nuestro con una sola llamada. Son intocables", se jactó a SEMANA uno de los que la comercian. Más allá de si esto es o no verdad, el hecho es que individuos de lo más selecto y privilegiado de la sociedad acaban conectados con lo peor del bajo mundo. Todo por cuenta de disfrutar de una ‘traba‘ de élite.