El mejor regalo que el rey Hussein pudo darle a su esposa el día de su matrimonio fue llamarla Noor, que en árabe significa luz. Ella no sólo se convirtió en la luz del rey de Jordania sino en la de muchos, pues dedicó su vida a las causas humanitarias y especialmente a ayudar a las víctimas del conflicto árabe-israelí. Un poco de esa luz llegó a Colombia la semana pasada, cuando la reina Noor visitó el país. Vino a ser testigo de la destrucción de cerca de 7.000 minas antipersonales, pues es una de las abanderadas de esta causa en el mundo. También llegó a hablar de educación como presidenta del movimiento educativo Colegios del Mundo Unido, un organismo con presencia en 140 países, cuyo objetivo es formar líderes de diferentes culturas como mecanismo de paz.Pero antes de ser la carismática reina jordana que a sus 53 años es considerada una de las damas más bellas y elegantes, fue una sencilla arquitecta norteamericana llamada Lisa Halaby. Nació en Washington, pero sangre árabe corre por sus venas y tiene parientes en Colombia. Alrededor de 1890 su abuelo paterno, Najeeb Halaby, partió desde Siria con sus hermanos y su madre hacia Nueva York. "Salieron sin un centavo. Eran árabes cristianos que emigraron por la persecución del Imperio Otomano", contó a SEMANA Rodrigo Arboleda, primo colombiano de la reina. A los 18 años Najeeb dejó Brooklyn y se radicó en Texas, pero uno de sus hermanos de nombre Camile prefirió un destino más exótico. Leyó en el periódico The New York Times un anuncio en el que ofrecían una recompensa a quien recuperara una draga llena de oro de una compañía minera que se había hundido en el río Atrato, "en plena jungla tropical, en un remoto país llamado Colombia", relata Noor en su autobiografía Memorias de una vida inesperada. El joven llegó en un vapor hasta Barranquilla y cuando se disponía a realizar la hazaña naufragó cerca de Coveñas. A pesar de los inconvenientes logró sacar el oro y quedarse con la recompensa, que invirtió en una mina. Como las fundiciones quedaban en Medellín se radicó en esta ciudad, donde no sólo se convirtió en un próspero representante de empresas textiles y propietario de fábricas de tejidos sino que se casó con una mujer llamada Carolina Mejía. De ahí la relación de Noor con Colombia. Mientras Camile se adaptaba al mundo paisa, su hermano Najeeb se casó con Laura Wilkins y juntos fundaron las Galerías Halaby. Su único hijo también llamado Najeeb nació en Dallas, estudió en la Escuela de Derecho de Yale, fue director de la Administración Federal de Aviación durante el gobierno de John Kennedy y presidente de la Pan American Airways. En el hogar que formó con Doris Carlquist, una mujer de ascendencia sueca, nacieron Lisa y sus hermanos Christian y Alexa. La vida no siempre fue fácil. Lisa, hoy Noor, recuerda que las peleas entre sus padres eran constantes, por lo que se divorciaron años más tarde. Además pasaron por algunos períodos de estrechez económica. Sin embargo, ella pudo ingresar a la Universidad de Princeton, donde formó parte de la primera promoción de mujeres. Pero después de un tiempo decidió abandonar sus estudios y viajó a Colorado en busca de su independencia, época en el que la futura reina se dedicó a limpiar habitaciones de hotel y a trabajar de mesera en una pizzería para ganar dinero. Un año más tarde regresó a la universidad y se especializó en arquitectura. Entonces Lisa fue contratada para trabajar en un proyecto de planificación urbanística en Teherán, Irán. La situación que vivían los países islámicos hizo que se entusiasmara con la idea de estudiar periodismo en la Universidad de Columbia. "Quería contribuir a la comprensión de las culturas", cuenta. Pero un rey apareció en su camino.La primera vez que Lisa vio a Hussein fue a través del lente de una cámara en el aeropuerto de Ammán, Jordania, en 1976. Estaba acompañando a su papá, que era presidente del Consejo Consultivo Internacional de la Compañía Aérea Nacional de Jordania, a un viaje de negocios invitado por el rey. Su sorpresa fue mayúscula cuando se dio cuenta de que el propio monarca se acercaba para darles la bienvenida con su esposa la reina Alia. "Sácame una foto con el rey", le pidió Najeeb a su hija. Tiempo después Lisa se radicó en Jordania para trabajar en la empresa de consultoría aérea que su padre tenía allí. En la siguiente audiencia privada de éste con el rey, Hussein extrañamente solicitó la presencia de la joven. Cuando estaban reunidos, el monarca le pidió a Lisa que lo acompañara al palacio real para mostrarle algunos problemas que tenía con unas obras de ampliación. Ella aceptó. Para ese momento lo único que sabía de él, por los periódicos, era que descendía de Mahoma, que era un panarabista y que unos meses atrás se había convertido en el soltero más cotizado de Oriente Próximo al morir la reina Alia en un accidente de helicóptero. Como relata en su libro, con Hussein muchas soñaban en convertirse en la siguiente Grace Kelly. Desde aquel momento las invitaciones empezaron a ser más frecuentes, pero siempre en secreto. "Era evidente que le gustaba crear un ambiente festivo y relajado (...). Habría sido fácil olvidar que era uno de los monarcas más respetados del mundo y con más años en el trono". Hussein era rey desde los 17 años, desde cuando su abuelo, el rey Abdullah, fue asesinado frente a él por un palestino. Fue una represalia por los esfuerzos que el monarca hacía para solucionar el conflicto con Israel. Hussein se convirtió en príncipe heredero, pero por la esquizofrenia de su padre asumió el trono a los pocos meses. Solo tres semanas después de la audiencia, un encendedor y un anillo con incrustaciones de diamantes se convirtieron en el primer síntoma de una petición de mano. Aunque se sentía halagada, asegura que no fue fácil tomar la decisión. El rey tenía fama de mujeriego, se había divorciado dos veces, luego enviudado y tenía ocho hijos. Además, ella tenía 26 años y él, 42. Finalmente, 18 días después de la propuesta ella dijo sí. La boda tuvo lugar en junio de 1978 y su vida cambió. Se convirtió en la cuarta esposa del rey, dejó de ser Lisa Halaby para llamarse Noor Al Hussein y se convirtió al islamismo. Además se encargó de la crianza de los hijos más pequeños del rey, junto con los cuatro que tuvo con él. Durante sus 20 años de matrimonio, ella fue su mano derecha en la inagotable lucha del rey por buscar la paz entre los países árabes e Israel. A pesar de ser norteamericana se hizo crítica de la "falta de comprensión de Occidente, especialmente de Estados Unidos, hacia la cultura de Oriente Próximo", cuenta Noor. El 7 de febrero de 1999 murió el rey Hussein en Ammán. Lo sucedió en el trono su hijo Abdullah junto con su esposa Rania. Hoy Noor no es sólo reconocida por haber sido la esposa de un monarca, sino por su compromiso con los refugiados palestinos y las mujeres y niños víctimas de la guerra a quienes ha ayudado liderando proyectos productivos y educativos principalmente. Este ha sido el camino que ha seguido para cumplir con el sueño que siempre compartió con su rey.