En los pisos 19 y 20 de un centrico hotel de Buenos Aires, ubicado a escasos metros del Obelisco, se está fraguando una nueva etapa en la política argentina: la cohabitación en el poder de aliancistas y peronistas. En ello trabajan, desde la semana pasada, los equipos encargados de diseñar los programas para una transición notraumática con el 'menemismo' que gobierna al país desde hace más de 10 años.Por primera vez en los 16 años que lleva la restauración de la democracia el poder no será responsabilidad de un solo partido. La Alianza ganó la presidencia con Fernando de la Rúa, pero el Partido Justicialista (peronismo) tiene la mayoría en al Senado, en la Corte Suprema y en las provincias argentinas. El nuevo mandatario _que asumirá el poder el 10 de diciembre_ recibe un país con un alto déficit fiscal (7.500 millones de dólares), lo que obligará al nuevo mandatario a establecer un ajuste en materia de gastos y aumento en las recaudaciones. A los argentinos les espera una nueva etapa de austeridad y el propio Presidente está dispuesto a dar ejemplo (ver recuadro).A escasas seis semanas de instalarse en la Casa Rosada _para un pe-ríodo de cuatro años_ De la Rúa trabaja de sol a sol con los miembros de su equipo y sabe que su gobierno debe basarse en consensos y diálogos constructivos. El presidente electo es un convencido de que la búsqueda de acuerdos entre la Alianza y el Partido Justicialista es una necesidad mutua. Por eso el tono de las conversaciones entre los diferentes partidos cambió radicalmente. Todos quieren una transición ordenada y civilizada. Y eso es lo que se está manejando, por ahora, en el Hotel Panamericano, la Casa Rosada paralela, en donde se cambiaron las camas por escritorios para forjar un nuevo país. Un vicepresidente con protagonismoCarlos 'Chacho' Alvarez, vicepresidente electo de Argentina, tiene una arrolladora simpatía. Siempre lleva una sonrisa pícara en su rostro y durante la campaña de la Alianza complementó la figura fría y acartonada del nuevo presidente, Fernando de la Rúa.La Alianza sólo tiene dos años y medio de vida, muy poca historia para encontrar respuestas a su crecimiento dentro del electorado y a la expectativas de ese 50 por ciento que lo respalda. Una joven existencia de la alianza entre la Unión Cívica Radical y el Frepaso (Frente País Solidario), con dos líderes de rasgos y caracteres diferentes, que se unieron para subsistir como partidos y llegar al poder desplazando al justicialismo.Alvarez afirmó su liderazgo en el Frepaso y en él recae la responsabilidad de buscar el protagonismo que su partido podría perder si el radicalismo logra imponer su peso estructural.'Chacho', de 50 años de edad, hijo de un obrero gráfico y un ama de casa, casado y con cuatro hijos, será sin lugar a dudas una pieza clave en el poder y el punto de equilibrio en la coalición del gobierno cuyo primer objetivo fue desplazar al Partido Justicialista del poder.El Frepaso nació en 1990 con un bloque de diputados liderado por Alvarez, que dio un paso al costado del peronismo cuando Menem dictó los indultos para los militares del proceso. Sobre esta base comenzó a rasguñar votos de aquí y de allá. El problema para 'Chacho' es que el Frepaso quedó debilitado por la derrota que sufrió en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, que aporta el 37 por ciento del padrón electoral. No obstante se le asignó un papel importante en las relaciones con los peronistas en el Senado por su capacidad de diálogo.Políticamente es un hombre de centro izquierda con origen peronista que expresa el sector más progresista con un discurso muy fuerte contra la corrupción menemista. Históricamente los vicepresidentes en Argentina han estado en un segundo plano pero 'Chacho' Alvarez va a tener un gran protagonismo.¡Me gusta el nuevo país!Joaquín Morales Solá es uno de los analistas políticos más importantes de Argentina. Abogado y catedrático de la facultad de ciencias políticas de la Universidad de Buenos Aires, Morales habló con SEMANA sobre el resultado de las elecciones presidenciales realizadas la semana pasada.SEMANA: A la luz de los recientes resultados electorales, ¿cómo será la Argentina del cambio de siglo?Joaquín Morales Solá: Las elecciones han dejado un país inédito. La votación ha sido muy sofisticada y ha quedado un país entramado entre las dos fuerzas políticas más importantes, obligando a la sociedad a una cohabitación permanente para poder gobernar. El gobierno del presidente De la Rúa ha tenido una fuerte legitimidad popular, con un Senado de mayoría peronista y una Cámara de Diputados bastante equilibrada. La Alianza ha perdido 15 gobernaciones de las 24 provincias que hay en Argentina, lo que constituye un 73 por ciento del total. Un porcentaje tal vez mayor del electorado argentino. Este es un panorama que obliga a la dirigencia política a una cohabitación permanente para administrar al país. Yo creo que esto va a decantar en un cambio muy profundo en los estilos de gobierno: creo que va a haber una dirigencia política de gobierno nacional austera y sobria porque así son sus dirigentes, quienes encarnan un gran concepto de la ética pública. No va a haber cambio en lo esencial: economía y relaciones internacionales. En definitiva, en la Argentina, del siglo XXI va a haber un profundo cambio en los estilos, cambios más de forma que de fondo en las políticas sociales y cohabitación en el gobierno de la administración pública.SEMANA: ¿Cómo se plantean las nuevas relaciones internacionales?J.M.S.: Va a haber más mesura en las relaciones internacionales. Las de Menem han tenido una dirección a la que él le agregó una cuota de sobreactuación. Argentina tiene el reconocimiento de Estados Unidos como un país líder indiscutido del continente. También tiene una buena relación con Gran Bretaña. Aunque históricamente fue interrumpida por la guerra de las Malvinas, con Menem mejoró sustancialmente. De la Rúa va a continuar esta relación por una vía pacífica para recuperar a las Malvinas. También va a haber contacto con la Comunidad Europea.SEMANA: ¿Cómo ve usted un gobierno de cohabitación?J.M.S.: El peronismo ha cambiado mucho. Ha demostrado en los 10 años de Menem, pese a las críticas de que ha sido objeto, que ha podido gobernar el país con relativo éxito, cosa que no había hecho en otras oportunidades. Sin violencia política y sin persecución a los adversarios. Y se prepara para entregar el país en orden, cosa que no había hecho nunca. La última asignatura del peronismo es demostrar que puede hacer una oposición constructiva y no de obstrucción.SEMANA: ¿Qué va a pasar con Menem y el peronismo?J.M.S.: Justamente esta es la oportunidad para demostrar su oposición constructiva. Reconozco que el cambio del país es muy abrupto. El país político es una especie de ínsula europea en medio de América Latina. Esta paridad en las fuerzas políticas es muy común en Europa, casos Francia y Alemania. En América Latina no es habitual, porque siempre hubo golpes militares o había una fuerza política que se llevaba todos los cargos del Estado. Es una expresión atípica pero confío en la madurez de los dirigentes argentinos. Sin embargo, como no hay experiencia de cohabita, no se puede hablar del final. SEMANA: ¿Cómo ve usted la coalición UCR y Frepaso en el poder?J.M.S.: Yo creo que la Alianza va a continuar tal como está. Creo que un triunfo de otras características, más fuerte, tal vez hubiera puesto en discusión la continuidad de la Alianza. La fragilidad obliga al radicalismo _el primer partido de la coalición_ a preservar la Alianza porque la confrontación en el peronismo va a ser mucho más dura y permanente. No puede restar un aliado porque sería un suicidio.SEMANA: ¿Cuál es el futuro del presidente Menem, quien ya piensa en la reelección de 2003?J.M.S.: Las pancartas de Menem 2003 están por las calles. Menem siempre tiene la estrategia de plantear un proyecto de poder hacia adelante para conservar el poder del presente. El lo que está diciendo es ''no me dejen que a lo mejor puedo volver''. El tiene el mandato del Partido Justicialista hasta 2001 y yo creo que se lo van a respetar por su méritos. No lo pueden desconocer porque es un hombre que le dio el poder al peronismo durante una década, pero va a tener que pelear el liderazgo con líderes provinciales como Carlos Reutemann (gobernador de Santa Fe), Carlos Ruckauf (gobernador de Buenos Aires) y José Manuel de la Sota (gobernador de Córdoba). Y aun con el propio Eduardo Duhalde (el gran derrotado), que no se da por muerto políticamente todavía. Va a tener que pelear de acá a 2001 y va a tener que luchar por esa jefatura para tener consensos internos dentro del peronismo.