Las encuestas de situación nutricional que se realizan en el país desde 2005 muestran la tendencia claramente: el sobrepeso y la obesidad están en aumento. La última, hecha en 2015 reportó un 58 por ciento de obesidad y sobrepeso. “Creemos que ya debe estar por encima de 60 por ciento”, dice Jaime Ordóñez, médico epidemiólogo experto en el tema de obesidad. Esto quiere decir que hay personas cuyo índice de masa corporal que fluctúa entre 25,1 y menos de 30 (sobrepeso) y  otro tanto por encima de 30. “Ambos son un problema, pero si solo tenemos en cuenta la obesidad estamos hablando de 20 por ciento de la población”, dice. Para tener una idea de lo que esto significa, Ordóñez señala que la población con la enfermedad más común, la hipertensión, es 10 a 11 por ciento. “Estamos diciendo que el número de obesos, no de sobrepeso, duplica el de hipertensos y la triplica en el caso de las personas con diabetes”.

Antes no se sabía qué papel jugaba la obesidad y el sobrepeso en la aparición de algunas enfermedades. Durante muchos años se pensaba que había cierta asociación, que no es lo mismo que causa y efecto. Pero según Ordóñez, ya hay datos muy claros de que estas dos condiciones generan hipertensión, infarto, enfermedad cerebro hemorrágica, cerebro vascular isquémica, diabetes, insuficiencia renal, lumbalgia y unos ocho tipos de cáncer entre los que están el de mama, esófago, riñón y útero. “Hay que aclarar que no estoy diciendo que todos los pacientes con hipertensión, obesidad y sobrepeso se hayan enfermado por causa de eso. Pero sí una proporción que suele ser muy alta. Lo grave del asunto es que cuando el paciente desarrolla la enfermedad (diabetes, infarto, cáncer) ya no se va a curar y si baja de peso ya no se le quitara la enfermedad. Por eso siempre será más fácil controlar a un paciente que no sea obeso que al obeso con diabetes.  Además de que son enfermedades que causan muertes prematuras, generan un alto costo en el sistema de salud. Ordóñez cita un estudio que estableció que este factor de riesgo representa en 14 por ciento de todo el gasto en salud, es decir 7 billones de pesos. “Una reforma tributaria”, dice el experto.  Eso es lo que el país debe invertir para tratar a los enfermos que surgen por la obesidad y el sobrepeso. En su mayoría son enfermedades crónicas que a pesar de que la persona recupere su peso nuevamente no se pueden revertir. De esta forma, el especialista dice que Colombia no sabe cuánto le cuesta tratar el sobrepeso pero “si sabemos cuánto cuesta no hacerlo”.  Cómo llegamos a esta situación tan preocupante es motivo de discusión. Para Ordóñez todo responde a un tema cultural: “Nos hemos ido acostumbrando a ella, a aumentar de peso”. Además no hay conciencia de que el sobrepeso y la obesidad sean un problema de salud porque en los certificados de defunción no los ponen como causa de muerte sino el infarto e insuficiencia renal crónica y cáncer de mama. “No hay concientización sobre el sobrepeso y lo vemos como problema estético y no de salud. Y es una enfermedad que va a llevar a otras enfermedades”.

En este sentido lo que ocurre con el sobrepeso y la obesidad es similar a lo que pasó con el tabaquismo, que era bien visto aún en los años 60 hasta que empezaron a aparecer estudios que reportaban que fumar ocasionaba un conjunto de enfermedades entre ella el cáncer de pulmón. “Aquí hasta ahora comenzamos a dilucidar el problema que de lejos está costando más que las  relacionadas con el tabaquismo”, dice.  Agrega que concretamente lo que lleva a engordar es la comida chatarra, las bebidas azucaradas, el hecho de no saber cómo cocinar sanamente, entre otras cosas. A esto se suma que “no hacemos ejercicio”. Finalmente, el IMC es como el saldo de una cuenta bancaria, dice, pues depende de cuánto consigno y de cuánto saco. Y todo indica que el IMC es una cuenta en la que los colombianos depositan mucho y sacan poco, por eso el peso aumenta constantemente. “Un adolescente obeso va a ser un adulto obeso y a los 40 años un individuo con enfermedad”. La solución, según él, debe tener tres partes. Una sería la estrategia de prevención primaria para que la población que tiene un IMC en el nivel correcto lo mantenga. “El problema es que ya el 60 por ciento tiene obesidad y sobrepeso y eso quiere decir que las estrategias de prevención primaria tal y como se están haciendo fracasaron”, añade. La otra sería la secundaria y que implica que quienes ya están enfermos con sobrepeso y obesidad, que son el grueso de la población, reciban tratamiento por parte del sistema de salud. La tercera es tratar a los enfermos. “El que ya desarrolló la diabetes o la insuficiencia renal crónica debe recibir tratamiento para mejorar su calidad de vida,  pero debemos priorizar en los que tienen sobrepeso y obesidad pero aún no han desarrollado ni cáncer ni hipertensión ni diabetes. Porque ellos van a tener más riesgo de desarrollarla por su condición”. A los que hacen las políticas públicas les pide que tenga más conciencia de la situación para promover normas, como el impuesto al azúcar, que ayudaría a tratar a los enfermos por obesidad. A los colombianos de a pie les pide que vean el tema, no como un asunto estético sino de salud. “Sean más conscientes de cómo se alimentan, de su estilo de vida, de sus hábitos de ejercicio y de enseñar buenos hábitos de alimentación a los niños. Aunque es más fácil darles comida chatarra porque no hay que prepararla, las consecuencias se verán en el futuro.