EL SUYO FUE UN NOMBRAMIENTO SIN discusiones. Cuando el presidente Ernesto Samper designó a Carlos Holmes Trujillo como alto comisionado para la Paz, el país supo que el primer mandatario se la estaba jugando toda en la elección del hombre encargado de sacar adelante uno de sus mayores compromisos de gobierno: dar un nuevo tratamiento al proceso de reconciliación nacional. A los 42 años -separado y padre de cuatro hijos- Trujillo García tiene una trayectoria pública que lo muestra más como un ejecutivo de la política que como un político de carrera. El se define a sí mismo como un 'politécnico'. Y aunque considera que la paz no es sólo su responsabilidad sino "la de toda la sociedad colombiana", sabe muy bien la clase de potro en el que está montado. Los sucesos ocurridos en su primera semana como Alto Comisionado para la Paz se lo confirmaron. "Me he sentido inquieto, pero seguro. Lo que ha sucedido demuestra a las claras que es necesario perseverar en el esfuerzo, con esperanza y con fe". Hace unos años, cuando regresó de especializarse en Japón, aspiraba a realizar una carrera en el sector privado, sin embargo, su elección como primer alcalde popular de Cali cambió su rumbo. Su experiencia gremial -como vicepresidente de Fedemetal- y su condición de abogado con máster en economía internacional le han servido para destacarse como administrador público. Hijo del cacique liberal del Valle del Cauca, Carlos Holmes Trujillo Miranda, -quien falleció el día de su elección como alcalde de Cali-, Carlos Holmes Trujillo García ha sido cónsul en Tokio y embajador en misión especial ante la ONU. No obstante fue su elección como delegatario a la Asamblea Constituyente lo que le sirvió de trampolín para pasar de ser considerado delfín regional a figura con proyecciones nacionales. Luego vino su nombramiento como secretario general del Partido Liberal, y la designación como Ministro de Educación, cartera que dejó para vincularse a la campaña de Ernesto Samper como director nacional de participacion. Si algo ha demostrado 'el doctor Holmes' -como lo llaman quienes piensan que ese es su primer apellido- es que es un hombre conciliador y un firme creyente de que "para llegar rápido, hay que ir despacio". Por ello, en la búsqueda de la reconciliación nacional, más que dar palos de ciego ha manifestado la necesidad de verificar la voluntad real de los alzados en armas. Y que su misión en este nuevo reto, antes que hablar de diálogos, es la "creación del clima que haga propicio un proceso de reconciliación sólido, estable y duradero". Y para ese primer diagnóstico se ha dado un plazo de 100 días. -