A ella la crió un líder de la oposición venezolana y se hizo un nombre en un popular programa de televisión contra el gobierno. Él es el ministro de Turismo y uno de los defensores más apasionados del gobierno socialista. En esta nación profundamente polarizada, donde las posturas políticas radicales con frecuencia afectan las relaciones personales, el que la presentadora Isabel González se casara con el ministro Andrés Izarra resultaba tan improbable como la historia de amor entre Romeo y Julieta. Y la presión sobre la pareja nunca ha sido más fuerte desde que arrestaron al padrastro de González: el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma. Crítico, y de los más duros, del presidente Nicolás Maduro, Ledezma fue arrestado por la policía por supuestamente planear un golpe de estado con la colaboración de Estados Unidos. La oposición dice que los cargos son infundados y afirma que es un intento de Maduro por eliminar el disenso y distraer la atención del público sobre una economía que se deshace a la misma velocidad con que se apoyó a la revolución socialista del fallecido presidente Hugo Chávez ya hace 16 años. Poco después del arresto del alcalde, ocurrido hace dos semanas, la atención se ha centrado en Izarra y si su lealtad a su familia es más fuerte que el celo ideológico. Mitzy Capriles de Ledezma, esposa del burgomaestre y madre de González, generó toda clase de especulaciones cuando dijo que su "querido" yerno había renunciado a su cargo como Ministro en solidaridad con su esposa. William Izarra, padre del Ministro, y uno de los principales teóricos del chavismo, respondió con un tuit diciendo que él y su hijo "somos y seremos revolucionarios hasta el fin de la vida". Izarra, que usa con frecuencia los medios sociales, no ha dicho casi nada sobre el asunto. Se ha limitado a decir, vía Twitter, que sigue trabajando a favor de la revolución. The Associated Press ha tratado infructuosamente varias veces de conseguir declaraciones de la pareja a través del Ministerio de Turismo, así como de familiares y amigos. González e Izarra se conocieron en 2005 cuando fue invitado a "Aló Ciudadano", un espacio que sirvió como espacio antigubernamental. González, por su parte, que entonces tenía veintitantos años, era periodista cuando Izarra, entonces ministro de Comunicaciones, fue a defender en la televisión una nueva ley que facilitaba al gobierno sacar del aire a los medios de comunicación críticos. Allí surgió un romance, secreto al principio, y unos meses después González visitó la casa de su jefe, el popular conductor del programa Leopoldo Castillo, para decirle que se pensaban casar. "Lloramos todos", recordó Castillo. "Me sentí en la obligación de decirle que le iba a tocar una vida difícil, así que tenía que estar segura de que lo amaba mucho". Esas dificultades no tardaron en aparecer. Al anunciar su compromiso con un adiós en el aire, González se quejó de la intolerancia de sus colegas del trabajo y contó que le habían cortado los neumáticos de su carro y que personas, que desconocía, la insultaron en un café. Mientras tanto, partidarios del gobierno cuestionaron si Izarra no estaba abriendo la puerta a una quinta columna al integrarse a la familia de un importante líder de la oposición. La pareja y sus familias han tratado de mantener el matrimonio fuera de los reflectores de la opinión pública. Durante el momento más difícil de las protestas contra Maduro el año pasado, que él ayudó a liderar, Ledezma respondió irritado a preguntas sobre la relación con su yerno limitándose a decir que cuando estaban juntos evitaban discutir de política. "¿Cómo tú vas a llevar la violencia al seno de la familia con dos niños de por medio?", dijo el alcalde a The Associated Press. A pesar de la reputación de línea dura de los dos políticos, Ledezma e Izarra se tratan con respeto en las reuniones familiares, según amigos y parientes. Y aunque a veces hay intercambios tensos, más recientemente los dos han hecho un esfuerzo por encontrar un terreno común y hablar de cosas como el béisbol y la comida, dijo Daniela Schadendorf, media hermana de González. "No es la (situación) más apropiada, pero todos aprendimos que el amor es primero", dijo Schadendorf. Los que conocen a Izarra dicen que su matrimonio con una mujer de la entraña de la oposición no es algo completamente inesperado. Un ejemplo casi único entre los chavistas, Izarra se crió entre la élite de Caracas y habla inglés a la perfección gracias a su educación, que incluyó una temporada en una escuela pública de Massachusetts. Ex editor de CNN en Español, se unió al movimiento chavista ya tarde, en 2002, cuando como periodista de RCTV se asombró de ver cómo la red de televisión cerraba filas alrededor del golpe que sacó brevemente del poder a Chávez. Entre 2005 y 2008, Izarra dirigió Telesur, una cadena regional noticiosa de izquierda creada por Chávez. Izarra es un defensor vociferante y combativo del gobierno, pero ha mantenido un silencio relativo desde el arresto de su suegro. Yorelis Acosta, sicóloga y profesora de la Universidad Central de Venezuela, dijo que es común ver matrimonios y amistades destrozadas por la caldeada política de Venezuela. Funcionarios del gobierno con frecuencia critican a sus opositores calificándolos de "escuálidos" y los acusan de intrigas conspirativas. Mientras tanto, miembros de la oposición que hacen parte de la élite tradicional desdeñan con frecuencia a Maduro, que fue chofer de autobús, por sus raíces en la clase trabajadora como sindicalista del gremio del transporte y lo caricaturizan como un dictador narcoterrorista. Al mismo tiempo, la oposición compara a Izarra con Joseph Goebbels, el ministro nazi de Propaganda. "El ambiente ya está demasiado caldeado", dijo Acosta. "No debemos seguir echándole más leña al fuego".